By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 1 de noviembre de 2014

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 35

Los administrativos de Guadalcanal en el contexto de la Administración Real 2
Pero una observación de los salarios de los administrativos —ver cuadros 1 al 6 (ver posteriores entregas) deja ver que, a lo largo de los veinte años que abarcan, aquellos se mantienen petrificados, si no es que descienden, en unos años en que los aumentos de precios se hacen claramente notar, lo que supone una rápida y notable disminución en el poder adquisitivo perceptores, que les lleva a expresar quejas de forma continua aludiendo a que los haberes no se corresponden con la dignidad del cargo. En 1574, Doña María Girón, esposa del tesorero de las minas, escribía al secretario Escobedo que el oficio de su marido.
En caso de ausencia justificada, debían dejar un sustituto, pero conservaban el puesto de trabajo; si se trataba de una baja por enfermedad, tenían derecho además al cobro de su estipendio 104.“es de mucha calidad, pero de poca cantidad, porque con el no se puede comer” 105.
Esta misma cortedad les obliga en ocasiones a pedir ayuda de costa a la Corte para poder subsistir 106. A ello había que añadir los retrasos en la percepción de sus emolumentos, comunes a toda la administración real, que producen un deterioro progresivo de la situación del personal no laboral destinado a la minería 107.
A los problemas económicos se unen los derivados del trabajo minero y del descenso de la producción. Si bien en un principio la explotación de las minas puede considerarse como un sector mimado por la atención de la Corte, poco a poco, a medida que la mina principal va perdiendo actividad y paralelamente disminuye la solicitud de los órganos administrativos centrales, los oficiales comienzan a sentirse aislados, desterrados, perdidas las expectativas de promoción personal con que llegaron a aquel destino, agobiados por la soledad, extrañados en una empresa que va perdiendo importancia y en la que cada vez tienen menos personas a su cargo. A ello se unen los problemas de salud que, como consecuencia del trabajo cerca de las fundiciones, son frecuentes, para configurar una situación que acaba por resultarles desesperada. Las quejas y suplicas de personal son continuas, sobre todo a partir de 1566, cuando la situación descrita comienza a agudizarse. En 1568, los oficiales escribían al Rey que mejor servirían en Orán y en 1570 era el tesorero Anuncibay quien comunicaba:
“desta quexa querria yo mexorarme saliendo deste infierno y escapar del en todo caso (...). Yo querria desenterrarme desta sepultura y verme donde pueda seruir a V.M. y adquirir amigos, pues soy el hombre mas solo de la tierra”,
a lo que añadía su compañero Martín López de Yeribar:
“escribo a los contadores suplicandole me hagan merced de sacarme de aquí”.
La esposa del tesorero volvía en 1554 a escribir a Escobedo suplicándole que relevara a su marido de su cargo en las minas
“porque catorze años deste tormento no se puede ya yr adelante”,
mientras su marido, al dar cuenta al contador Garnica de la muerte de su hermana, añadía
“esta tierra pestífera ha gastado de quatro que vinimos a ella en seruicio de Su Magd. los dos escogidos, a mi padre y a mi hermana, y quiera dios salgamos los demás con bien”.
Las quejas de los oficiales no parecen gratuitas, ya que se ven corroboradas por el contador Zarate en su informe tras la visita a la mina de 1570:
“me yre teniendo salud para ello, porque agora aunque quisiera, ponerme en camino no pudiera, porque aun no estoy convalecido de la gota y no es esta estancia tan apazible ni saludable, mayormente entrando los calores,.que por nigun ynteres se quiere residir aqui quien lo conosce como yo y precia mas yrse a la tarde al prado de Sant Gerónimo que quanto salario aqui se puede ganar” 108.
Algunos ven recompensado su trabajo en minas con un puesto en el Consejo de hacienda; fue el caso de López de Yeribar, lo que hace que, al menos en los primeros tiempos se considere la estancia en la administración minera como un paso de cierta importancía en el “cursus honorum” de un funcionario.

104 En 1564 escribían los oficiales de Guadalcanal a la Contaduría:
“Pero Paez, escribano de la fabrica, enfermó en las minas siruiendo en el mes de agosto pasado de 1564. Por parescer de los médicos se fue a curar a la villa de Llerena a 20 de agosto y estuvo muy malo y a los veinte de octubre siguiente volvió a seruir por ser necesario aunque no estaba bien convalescido. Pide el salario del dicho tienpo y los oficiales no le quieren pagar por haber estado ausente. Se ha agraviado por ello envía petición al Rey”.
Los oficiales piden resolución, a lo que se les responde que se le debe pagar. Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 52, fol. 87. Cfr. también A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 851, carta de los contadores a los oficiales de minas de 8-IV-1564:
“Vimos también el requerimiento que vos, el dicho Rodrigo Lucas enbiaste a nos los dichos thesorero y contador para que se os pagase el salario del mes de dicienbre del 63 y como le respondistes que desde dote de dicjenbre hasta tres de enero siguiente no habia usado por haber estado preso. Pagarsele ha el salario del dicho tienpo sin enbargo de lo susodicho pues no dejó de seruir por haber estado ausente, sino por el impedimento que se le puso en prisión, y esta se pudiera escusar conforme a lo que paresce por el proceso que acá está".
cfr. también GONZALEZ, T.: Noticia histórica... minas de Guadalcanal, vol. II, p. 101; A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 851, s.f., instrucción a los oficiales de 26 de octubre de 1563. A.G.S. Consejo de Hacienda, Leg.° 58, fols. 140, 141, 142, 143. A.G.S. Estado, Leg.° 143, fol. 167.
105 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 133, fol. 8, Leg.° 134, fol. 5.
106 Cfr. A.G.S. Contadurias Generales, Leg.° 3.072, s.f., solicitud de ayuda de costa del contador Gaspar de Ávila.
107 Sobre retrasos en la percepción de salarios, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 96, fol. 38, reclamación del salario de Rodrigo Salas, ya difunto. En relación con enfermedades de los oficiales, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 358.
108 López de Yeribar suplicaba que se le 11e4ara a otro oficio:
“Yo escriuo al principe me haga merced de acordarse de ml en esta contaduría, pues se a de poner casa a la rreyna, de emplearme en su seruicio que pueda comer” ;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 108, fol. 5. A.G.S. Consejo y Juntas de Hac 134, fol. 5; Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 118, fol. 6, carta de Zarate de 30 de mayo GONZALEZ, T.: Noticia hist6rica... minas de Guadalcanal, vol. II, p. 26. La carta de J. de Ai A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 106, fol. 8.
109 A efectos comparativos, los salarios en 1560-65 de un embajador y de un capitan ascendian respectivamente a entre 4.000 y 12.000 ducados anuales en el caso de los primes 200.000 y 300.000 maravedies en el de los segundos.
De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez

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