Hoy
hemos querido visitar tierras extremeñas, que tan cerca tenemos y de
la que formamos parte hasta mediados del siglo XIX. Hemos escogido el
Monasterio de Tentudía, con el que tuvimos mucha relación, por
pertenecer como nosotros, a la Orden de Santiago, de cuya vicaría
dependíamos, hasta que a Guadalcanal le concedieron la propia.
A
las ocho de la mañana, en la remozada fachada del antiguo convento
de la Concepción, habíamos quedado citados los excursionistas para
iniciar nuestro viaje.
Tras
atravesar Llerena, pusimos rumbo a Monesterio por la carretera
EX-103, pasando por Pallares, continuando por la misma carretera
hasta Monesterio.
Como
según habíamos visto por algún cartel, Tentudía no se abría
hasta las 10 de la mañana, optamos, visto que aún no eran las
nueve, por parar en el Bar las Maravillas. Un fuerte olor a café
(como si estuviéramos en la Puntilla), nos confirmó lo acertado de
la decisión, ya que al acercarnos a la barra, vimos como unas
suculentas tostadas viajaban por una cinta y poco a poco iban tomando
un color tostado (lógico, si eran tostadas). Otro alimento captó
nuestra atención, éste de color rojo con unas betas blancas y un
color reluciente y un olor… Pedimos un café para cada uno (hubo
suerte, éramos cinco y sólo pedimos tres tipos de café), un
platito de jamón y en la mesa que ocupamos encontramos aceite,
manteca, tomate... bueno, se pueden figurar.

Una
amena charla nos hizo ir consumiendo las viandas que habíamos pedido
y tras la solicitud de un vaso de agua por alguno de los
excursionistas, y antes que el copioso desayuno nos amodorrara,
levantamos plaza y nos dirigimos a nuestro punto de destino: el
monasterio de Tentudía.
Salimos
de Monesterio con dirección a Calera de León y antes de llegar a
esta localidad, nos desviamos por la carretera que nos llevaría al
Monasterio. Nueve kilómetros de carretera estrecha pero en buen
estado y vistas maravillosas, con grandes dehesa de encinas,
alcornoques y algunos castaños.

Llegamos
sin novedad a la explanada donde se encuentra Tentudía a las diez de
la mañana, dispuestos a iniciar la visita. Primer problema: el
monasterio cerrado y nadie en el entorno. Solicitamos información a
nuestro responsable de logística y éste nos remitió a los carteles
que habíamos visto: Visita de 10 de la mañana a 5 de la tarde. No
hay problema –nos dijo- ahora mismo llamo por teléfono.
Naturalmente, todos llevábamos móvil, cinco personas, cinco móviles
–creo que incluso, alguno llevaba dos. Segundo problema: estaban
fuera de cobertura.
A
todo esto, ya habíamos dado dos vueltas al monasterio, ya que tenía
varias puertas y cabía la posibilidad de alguna estuviera abierta o
la abrieran. De todas formas, desde la altura que nos encontrábamos
pudimos ver las sierras de Huelva, las de Córdoba y por supuesto,
las de Guadalcanal.
Después
de media hora de espera, pensando que todos los edificios tienen un
día que no abre, la excursionista femenina nos informó que con su
teléfono podía coger Internet, así que gracias a este artilugio
pudimos conseguir un teléfono de contacto del Monasterio.
Con
el número conseguido, fui comisionado para acercarme a unas antenas
que se veían a cierta distancia, calculé las probabilidades de
conseguir llegar a ellas y me puse en camino. Al poco rato mi
teléfono consiguió conectarse a las torres y pude realizar la
llamada al número que aparecía en Internet. Llamada, llamada y
nadie cogía el teléfono.
Volví
desanimado a la puerta donde estaban el resto de los excursionistas,
pensando que no me iban a creer, cuando al llegar, todos
unanimemente, me dijeron que me creían, porque habían estado
escuchando las llamadas en el teléfono que había tras la puerta.
Una nueva consulta por Internet nos facilitó nuevo teléfono y una
amable señorita nos informó que se abría de once a seis de la
tarde, los lunes cerraban. Menos mal,¡hoy era martes!.
A
la hora prevista de apertura, aparecieron dos personas en un
vehículo, abrieron la puerta, encendieron las luces, regaron las
macetas y comenzamos nuestra visita.
Lo
primero que leemos, es que este edificio está catalogado “Bien de
Interés Cultural Nacional".
Es
un importante conjunto arquitectónico de estilo góticomudeja. La
Iglesia fue elevada sobre un modesto templo anterior erigido en
conmemoración de la mítica batalla de Tentudía. Debió estar
compuesto por tres naves comunicadas a través de hiladas de arcos de
cantería, con una capilla de planta cuadrada en la nave central y
otras menores, adosadas a las colaterales.
El
cerramiento se solucionaría con una simple cubierta de madera, de
estética mudéjar.
A
finales del S. XIV fueron adosadas a la cabecera dos capillas
funerarias, conectadas con las naves colaterales por medio de un
reducido pasillo donde podemos encontrar a dos maestres de la Orden
de Santiago: Gonzalo Mexias y Fernando Oxores. Las capillas laterales
albergan retablos de azulejos posteriores al del altar mayor,
representando uno a Santiago caballero en blanco corcel, vestido de
armadura, con espada en la mano derecha y bandera en la otra yaciendo
a sus píes los enemigos vencidos en combate. Flanquea la escena dos
grandes árboles y está bordeada de cenefa con ramificaciones y
guirnaldas. En el frontal de la mesa del altar figura una cartela con
la imagen de la Virgen y el Niño.
La
capilla de San Agustín muestra en su retablo cerámico al Santo
caracterizado de Padre de la Iglesia, con mitra y báculo,
sosteniendo en su mano derecha la pluma de doctor y en la izquierda
la iglesia de fundador. Al parecer, preside el templo la imagen de la
Virgen de Tentudía, pero en el momento de nuestra visita no estaba.
Según hemos leído, es una imagen de las llamadas de “candelero"
en cuyo rostro se aprecia la armonía de la dulzura con la majestad
que los artistas del siglo XVIII imprimían a sus obras.
Lo
que más nos gustó del Monasterio, es el retablo mayor, realizado en
1.518 por el famoso azulejero sevillano Niculoso Pisano, donde el
estilo mudéjar se combina en la rica armonía de su bello colorido,
resultando uno de los conjuntos cerámicos más importante de la
península.
Sus
dimensiones son de 3,40 m, de alto por 2,65 m. de ancho con un total
de 640 azulejos. La obra representa en su mayor parte escenas
marianas poniendo de manifiesto el delicado arte de este gran artista
del Renacimiento. Al lado derecho del altar junto a una inscripción
se encuentra la tumba del fundador Pelay Pérez Correa, revestida de
azulejos de la misma traza y estilo.
El
claustro al estilo mudéjar sencillo y construido con ladrillo, se
compone de una galería en cuatro tramos con dos pisos superpuestos
el inferior de cuatro arcos de medio punto y el de arriba con cinco
vanos de medio punto rebajados. La arquería se sustenta en pilares
octogonales con basa y capitel. En el centro lleva un aljibe de gran
capacidad. A los lados de la galería se distribuyen las diversas
estancias, sobrias habitaciones cubiertas de techos planos de madera
o con bóvedas de crucería.
También se construyó una sacristía y tribuna, apertura de portadas para comunicar el ábside con las capillas funerarias. Al parecer, décadas después, fueron sustituidas las tres naves del templo, dando lugar a una iglesia de nave única cubierta con bóvedas de cañón, que es lo que nosotros hemos visto.
También se construyó una sacristía y tribuna, apertura de portadas para comunicar el ábside con las capillas funerarias. Al parecer, décadas después, fueron sustituidas las tres naves del templo, dando lugar a una iglesia de nave única cubierta con bóvedas de cañón, que es lo que nosotros hemos visto.
Como
el único motivo era la visita a Tentudía, finalizada la misma,
iniciamos el regreso a Guadalcanal. Bajamos y cuando íbamos a coger
el desvío para Monesterio, vimos el indicador también para Calera
de León, dudamos, dudamos –ignorantes de nosotros- y al final
optamos por dirigirnos a Calera.
Gran
acierto, ya que de no hacerlo, hubiéramos cometido un gran error. De
momento el callejero nos recordaba a Guadalcanal: calle López de
Ayala, Luis Chamizo… pero lo verdaderamente interesante –aunque
el edificio por fuera engaña- ha sido ver el Conventual
Santiaguista, y unido a él, la iglesia de Santiago Apostol.
De
momento nos enteramos que este edificio podía no existir, ya que
entre 1.930 y 1.934 este prestigioso monumento fue objeto de diversas
tentativas de despojo con la intención de desmontar sus artísticas
piedras para trasladarlas a América.
Esta
visita que hicimos con una guía, fue muy productiva e interesante,
por todo lo que nos contó y lo que posteriormente hemos leído en la
documentación que le solicitamos.
Adosada
al claustro se encuentra la iglesia de Santiago Apóstol. En su
construcción se utilizó la mampostería, el ladrillo y la piedra de
sillería. Su fachada es bastante irregular presentando una
composición volumétrica donde sobresale una escalera de caracol,
contrafuertes adosados y una espadaña barroca del dieciocho –por
eso decíamos que el edificio por fuera engaña, porque no se ve
bonito. Se trata de una obra gótica tardía, de finales del XV, es
de una sola nave de gran amplitud, con cuatro capillas hornacinas en
el lateral de la Epístola, sacristía y la capilla bautismal, hoy
del Sagrario. Se cubre con bóveda de crucería en forma de estrella,
cuyos nervios descansan en pilastras constituidas por semicolumnas
adosadas.
Las
capillas hornacinas tienen boveditas de crucería en su variedad de
"espejo" sobre arcos de medio punto. La portada principal
del templo es renacentista, adintelada, con cuatro columnas toscanas
y hornacinas vacías en los intercolumnios, cuatro flameros por
coronamiento y tímpano en arco. La del lado del Evangelio es gótica,
perfilada en dintel, con dos cuartos de círculo y hornacina vacía.
El retablo mayor está constituido por ocho lienzos de Eduardo Acosta
que representan a los cuatro evangelistas, escenas de la batalla de
Tentudía, con la aparición de la Virgen a Pérez Correa, y
coronando el conjunto la figura ecuestre del Apóstol Santiago.
Finalizada
la visita, realizamos un ligero refrigerio –esta vez sin jamón- y
ahora sí, nos dirigimos a Monesterio, pasamos por Pallares, Llerena,
Casas de Reina y Fuente del Arco, y a las dos y media de la tarde,
finalizábamos nuestra excursión en el quiosco del paseo de El
Palacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario