By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 5 de febrero de 2014

Momentos Cofrades


¡Aurora del Viernes Santo!. ¡Que amanecer!

Allá en las estribaciones de Sierra Morena, al norte de la provincia de Sevilla, atravesada por los ríos Sotillo y Guaditoca y fondeada por las Sierras del Agua y del Viento y sobre lo mas alto, existe una Cruz de hierro sobre un ancho pilar, en un lugar donde parece que se junta la tierra con el cielo, por lo que es llamada también tierra de Calvario, donde termina Andalucía y anuncia al caminante que comienza Extremadura, donde existe un gran aroma a jara, tomillo y romero, donde se guarda el rezo de tantas oraciones, plegarias y vítores, cuando la Virgen de Guaditoca, que es reina y pastora, luz y guía de todos los Guadalcanalenses, va o regresa a su Ermita y rodeada también por los pueblos de Malcocinado, Valverde, Fuente de Arcos, La Puebla, Cazalla y Alanís y de la pende como un racimo de flores de almendro desparramadas por la ladera de las casas de uno de los pueblos mas bello y bonito de esta vieja Andalucía: Guadalcanal, rincón y cuna de poetas, historiadores y cofrades.
Y es una de esas flores, la mas hermosa y mas grande: la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción, en la que existe un bello rincón, en el que se une la plegaria con la oración, el recogimiento con la súplica, la felicidad con la grandeza, solo comparable con la mejor estancia del Cielo, es el Sagrario, lugar de visita del cofrade antes de su Estación de Penitencia.
Pues bien la Iglesia es además lugar y pórtico donde se escribe una de las páginas mas bellas de la historia de Guadalcanal; su Semana Santa.
Y es al llegar los albores de la primavera, cuando el olor al azahar de los naranjos penetra en la Iglesia, cuando su puerta gloriosa se abre de par en par, para dar paso a los desfiles procesionales de Jesús y María por las calles de esta bendita tierra.
Y es ahora cuando el mundo cofrade siente, vive y goza lo que durante todo el año ha esperado con tanta ansiedad, son esos momentos de mirar a Jesús y María, de acudir a esos rincones para admirar el arte con el arte, la belleza con la belleza y como no, la oración con la suplica.
Con la Virgen de los costaleros, Virgen pálida que alcanza la paz en el corazón de todos sus hijos, que pasea su palio plateado y que culmina en la calle Antonio Porras cuando la banda de música toca "Madrugá". Describir tanta belleza, tanta sincronización, tanto compás, cuando el paso camina flotando en el aire, sin rozar el suelo, sin descansar, por que la llevan los que Ella sabe que siempre fueron suyos.
Pero poco antes nos hemos acercado hacia esa puerta que con tanto amor y cariño le tenemos, ya que vamos a contemplar uno de los momentos mas sublimes de la Semana Santa, la salida del rey de los Costaleros, Cristo de la Humildad y Paciencia sentado en la Peña, solo con pronunciar su nombre se llena todo el cuerpo de alegría, verlo venir pasito a pasito oír ¡Costalero a tierra! Hasta conseguir el cuadre de que el paso quepa entre las cuatro esquinas de la puerta, y poco después ante un golpe seco del llamador contemplar como sube todo por igual y seguidamente escuchar el ritmo de esa trompeta de la Banda de Cornetas cuando toca Requiem y el paso se mueve con la arrastrar movimiento de las zapatillas de los costaleros, hasta conseguir que el sonido y el movimiento marchen al unísono.
Pero unos días antes hemos rezado la oración mas familiar y mas entrañable dedicada a la Madre del Cielo: el Rosario y son sus Misterios Dolorosos, pero sublimes que nos acercan a María y que vivimos todos juntos cuando su Hijo del Cristo del Amor la espera en la Plaza de España, entre el verdor de los naranjos, para caminar al unísono al son del solo de la flauta de la marcha "Rocío" hasta atravesar el cancel de la Iglesia.
Y que decir del ¿atardecer del Jueves Santo en el barrio de Santa Ana?, cuando vemos a la Virgen de la Esperanza (Esperanza de todo un pueblo, que espera alcanzarla en lo mas alto) al son de la marcha que lleva su nombre, cuando sus hijos costaleros mecen sus bambalinas de palio, hasta parecer que los varales van a saltar en pedazos. Y bajo un cielo teñido de rojo, como sangre, castigado por el látigo, aparece con toda su majestad, Granillo arriba, el Cristo de la Sangre atado a la columna, bajo una alfombra de claveles rojos y un suspiro que llega hacia el cielo: Tú no eres la muerte, sino que Tu, Señor eres la vida.
¡Aurora del Viernes Santo!. ¡Que amanecer!, cuando el primer rayo de sol ilumina la cara de Jesús, cuando llega a la calle del Espíritu Santo, donde abajo un pueblo contempla, ansioso de tocar su Cruz y su túnica morada y bajo sus plantas, llevándolo con amorosa calma, unos costaleros que quieren construir un mundo mejor.
Y muy cerca de Él la que en Santa María es nardo, gardenia en Machado, dalia en Guaditoca, en Costaleros y Granadillo clavellina perfumada, es la Virgen de la Amargura, la Virgen del Bendito, tilde morado de una madrugada soñada cuando en la esquina de Machado, al son de una música celestial, cuando lo único que se oye es el repicar de un Rosario sobre el varal del palio.
Y el mediodía del Viernes Santo ha dado paso a la tarde del Sábado Santo, quien dijo que se había perdido el sol del mediodía?, todos lo vimos y con que fuerza caía sobre las espaldas de Jesús Crucificado, cuando camina su paso a trabes de los naranjos de la plaza.
Y que decir de la Azucena del barrio de la Concepción, cuando en la calle Juan Carlos I, va caída la tarde, bajo un palio, que no es otro que el azul celeste del cielo de Guadalcanal y del que caían pétalos de flores, de todos los colores, hasta convertir el horizonte en un inmenso arco iris luminoso y lleno de esplendor. Mereció la pena esperar tantos años para poder contemplar tanta maravilla.
¡Atardecer del Viernes Santo!. Tarde de recogimiento y oración, solo rota por el canto de una saeta, que desde un balcón rompe todas las barreras para caminar hacia el Cielo. Observemos como el arte y la orfebrería se han convertido en monumento, cuando contemplamos el majestuoso paso del Santo Entierro. Ver su andar y caminar por las calles, ver las vueltas en las esquinas, es ver como la música, el arte, la armonía se ha convertido en una sola estrella: belleza.
Y como final, la Virgen de la Soledad, guapa, bonita y bella donde las haya, con solo mirar su cara todo el cuerpo se estremece, verte en la calle Mesones llevada por tus hijos costaleros hasta el alma languidece y que decir del momento de tu recogida, cuando al llegar a la Plaza de España y al son de la marcha "Madrugá", contemplar, como sus hijos unidos en una gran piña te rodean, para que nunca puedas decir que estuviste sola, y atravesado el cancel de la Iglesia te has llevado nuestra mejor oración, nuestro mejor piropo, nuestro mas tierno beso.

FRANCISCO ORTIZ RODRIGUEZ
Revista de Feria 1997

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