By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 21 de noviembre de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 77

El abastecimiento a la mina 5

No fue el trigo el único producto alimentario de cuya provisión se encargó la administración de la mina. A fin de lograr que no se dispararan los precios, se efectuaron otras compras “de choque”, que en general lograron el resultado apetecido. En 1556 se compró al por mayor una cantidad importante de vino, que se llevó a vender a una taberna instalada por la propia administración, en uno de los actos destinados a traer trabajadores hacía la explotación. En 1557, informaba el administrador Diego López:
“De aber al principio falta de pan y vino y carne en estas minas para la jente de la fábrica, vino aber ynfinitos bodegones y en ellos grandes hurtos y maldades, por el remedio de lo qual mandaua V.M. se conprase y amasase pan que se les diese y el administrador tomó obligado que diese carne y hazia conprar vino a buen presçio que en una tauerna de la mina se le daua a la jente como salía, que era harto más barato que lo que en los dichos bodegones conprauan y con esto çesaron los dichos bodegones y avia más quietud en esta fábrica” 134
También procuraba la administración de la mina que los trabajadores estuvieran bien proveídos de otros productos de la forma más abundante y barata posible, a base del contrato con “obligados”, que adquirirían el compromiso de poner en las minas una cantidad determinada del producto de forma periódica en plazos prefijados. Esto es lo sucede con la carne o con el vino, destinados tanto a los esclavos como para la venta trabajadores, o con el pescado —caballa— para los días de vigilia obligatoria. También con este fin de alimentar a los esclavos se mantenía en la dehesa de propios de Guadalcanal un rebaño de cabras y carneros 135
Dos artículos de los que la mina hacía abundante uso eran el aceite y el hierro. El primero era un producto alimenticio —menos introducido en la alimentación de aquellas comarcas que lo ha estado después, dada la mayor baratura de las grasas animales—, pero más aún, la fuente fundamental de alumbrado en las labores subterráneas. Con este o fin se consumían en 1558 dos arrobas y media diarias “unas 90 al mes”, 125 en 1560 y 48 en 1568, adquiridas todas en el mercado sevillano 136 El segundo constituía demanda metálica más importante —en 1556 se consumían más de 50 quintales en bruto  y además, 4.000 picayos al año—, seguido muy de lejos del cobre para calderas que se traían desde Vizcaya el primero y de Laredo el segundo, lo que denotaba el carácter importado del segundo 137
Añadamos a los anteriores todo un conjunto de artículos imprescindibles más o menos directamente en la producción: caballerías, que se traen de
“Castilla la Vieja, de donde se trahen de hordinario a esta tierra mexore i baratas”,
fuelles, que se fabrican en Salamanca “porque dize que son allí los mejores”, excepto cañones, que vienen de Vizcaya 138, artículos de cordelería — las maromas del desagüe que hay que renovar con gran frecuencia—, sal, un artículo imprescindible en el procedimiento del azogue, cal —1.822 cahices en 1560, adquiridos a caleros de Llerena, Guadalcanal, Cazalla y Zafra—, materiales de construcción, etc. 139.
La mayoría de la provisión de la mina que no procede de sus puntos de origen directamente se adquiere en el mercado sevillano, donde la mina tiene destacado un empleado suyo encargado de atender continuamente a la compra de los artículos que es preciso adquirir allí, el llamado “solicitador de Sevilla”. Con carácter secundario, se recurre también a la feria de Zafra, especialmente para la compra de productos agropecuarios y esclavos.
El suministro de productos a la mina no siempre era fácil, más allá de los incovenientes ya antes aludidos para la compra de grano. Además del grave problema que representaban los transportes en la España del siglo XVI, agravados en el caso de Guadalcanal por su situación en una zona marginal, agreste, en plena sierra y fuera de los ejes fundamentales de la comunicación terrestre de la época, la libertad de movimientos de los productos se veía entonces enormemente restringida por múltiples trabas; bien podian ser peajes, como el de la barca de Cantillana, que la comunicación Guadalcanal-Sevilla utilizaba para el cruce de Guadalquivir 140 y en el que con frecuencia se producen choques con intento de abuso de unos y exhibición de privilegios reales de los otros, o podían ser requisas y embargos como el que en 1569 se produce para llevar bastimentos a la guerra de Granada, o bien, problemas causados por la tendencia de las ciudades a conservar en lo posible dentro de sus muros toda una serie de artículos y no sólo de trigo, en detrimento del fomento del comercio; en 1556 se expedía cédula real al concejo de la ciudad de Sevilla, puesto que se tiene constancia de que de esa ciudad se llevan a Guadalcanal plomo, acero, cáñamo y otros materiales
“y diz que la justicia y oficiales y guardas desa çiudad no quieren dexar sacar lo suso dicho porque por hordenanças está mandado que no saquen della ninguna carga sino los que hubieren metido otras viertas cargas de vastimentos, yo vos mando que proueais que no se ponga ynpedimento en la saca del dicho plomo y azero y cáñamo (...)”.
Además, estaban los impedimentos y problemas puestos por la propia villa de Guadalcanal, pero a ellos nos vamos a referir en el próximo capítulo.

134 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 43.
135 A veces, el contrato se firmaba con funcionarios de la propia mina, lo que habitualmente provocadas porque, validos de su prepotencia, ejercían prácticas de tipo monopolístico. En 1557 era obliga-carne el juez de minas y en 1564 lo era el escribano. Un informe de 1558 decía:
“para la carnicería desta fábrica y provisión della se han conprado carneros y chivatos de la hazienda de V.M. y para esto se trae fera de la dicha hazienda 152.027 maravedís; esto de la carnicería está cometido al licenciado Alfaro, juez en estas minas, por no haber obligado, y así por su orden y paresçer sin él de otro ninguno se haze y sube y baxa los presçios como a él le paresçe y vende y benefiçia los pellejos como persona que está a su cargo y tiene la quenta dello".
Sobre abastecimiento de carne y pescado, cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 46, fol. 21; Leg.° 8, fol. 29, A.G.S. Consejo y Juntas de ida, Leg.° 106, fol. 8. Respecto al acopio de vino, se compra una bodega con capacidad para mantener en su interior 1.000 arrobas de vino en tinajas adquiridas en Cazalla, con destino a las raciones esclavos; cfr. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., compra por 9.728 maravedíes el 16 yero de 1563.
1563, el consumo de los esclavos ascendía a diario a 69 libras de carne —o su equivalente en o los días de abstinencia— 161,5 libras de pan y 21 azumbres y 21 cuartillos de vino. A ello se n 73 vestidos de frisia y 73 camisas al año, amén de 876 pares de calzado.
Las compras de vino para los esclavos en los años 1560-1563 fueron:
1560: 784 arrobas
1561: 1.028 arrobas
1562: 844 arrobas
1563: 1.129 arrobas
El precio medio fue de 68 maravedíes, excepto 1562, en que asciende a 102.

136 Consumo de aceite, cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 2. El precio que se compra es de 238 maravedíes arroba en 1560 y de 375 en 1568. El consumo ascendió a 1.123 arrobas en 1559 y a 1.392 en 1560; cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 1
137 A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 11. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 42. En el caso de los ingenios de desaguar, se traen de Vizcaya unas enormes cadenas de 40 estados de longitud, “que vinieron por mar hechas trozos de a dos varas y se juntaron aquí”
138 Escribía Diego López el 16 de junio de 1557:
“en esa villa (Valladolid) y su comarca se hallarán las dichas açémilas buenas y buenos presçios y en esta çiudad (Sevilla), malas y caras y que se podría venir por Salamanca y los dichos fuelles, que los hay muy buenos y que se enviará a Vizcaya a tomar 10 ó 12 p, cañones o mandar que se hiçieren cañones de 9 palmos, porque en esta cibdad no los hay aunque ha seis meses que los he encomendado a los vizcaínos que en esta ciudad tratan en  hierro, no los han traido”;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 47. Sobre adquisición de caballerías, cfr. i Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 94, fol. 121. Sobre adquisición de fuelles, cfr. A.G.S. Esc. Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 10.
139 Sobre abastecimiento a Guadalcanal, cfr. también A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Leg.° 1, fols. 1, 2, 5, 10. A.G.S. Estado, Leg.° 138, fol. 11. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 8, —sobre solicitador en Sevilla—. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fols. 43, 48, 75, Leg.° 34, fols. 345, 346, 354, 357, 358; Leg.° 36, fol. 145; Leg.° 51, fol. 21; Leg.° 69, fol. 83.
140 “En lo del barcaxe de lo que ba y biene de Seuilla a esta fábrica, que pasan por la barca de Cantillana, devria V.M. mandar no se pagase ninguna cosa, porque son grandes las molestías  e yntereses que llenan los dichos barqueros a los rrieros que llenan y train y lo mysmo debria V.M. mandar a los portazgueros por donde pasan las dichas cargas”;
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 47.

De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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