By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 11 de mayo de 2016

Y los sueños…

Nostalgia por haber terminado mi feliz sueño

Ni el francés por haber nacido en Francia, ni el sueco por haberlo hecho  en Suecia, ni el español en España, etc, son franceses, suecos o españoles por propia voluntad; son los lazos del destino que así lo quisieron. Yo en mi caso, y por medio del destino, además de ser español, andaluz y sevillano, soy Guadalcanalense lo cual me siento muy honrado y orgulloso. Y es que Guadalcanal existe, Guadalcanal no ha muerto ni podrá morir nunca mientras halla un Guadalcanalense vivo. Eso lo que te pido amigo lector si eres de Guadalcanal: defiende tu pueblo hasta el fin. Guadalcanal existe en sus barrios, en sus calles limpias, en sus casas blancas, en su gente, en su cultura, en su trabajo, en su afán de vivir; Guadalcanal forma parte de esa Andalucía de imagen deformada y maltrecha, de esa Andalucía que un día Fenicios y más tarde Griegos, Romanos, Bizantinos y un sin fin de pueblos la posesionaron para dejar en ella sus rasgos culturales, para que después las insignes plumas de sus poetas la hicieran inmortal, Y es que por todo esto y mucho más, nos hemos dado cuenta que la marginación para el andaluz es cosa muy aparte, y que gracias a nuestro esfuerzo y trabajo hemos dejado el pabellón andaluz muy alto, y muy particularísimamente el de Guadalcanal.
Se respira un clima de satisfacción y de bienestar, estamos todos afectados por un denominador común de un máximo social y prosperidad. Y es que a esta Andalucía nuestra, antes oprimida por los lazos del subdesarrollo, de la incultura, y del bajo nivel de vida se le han soltado dichos lazos, se ha autodefinido como región culta, industrializada, rica y próspera. Y esos efectos se han dejado sentir en una de sus provincias y al mismo tiempo ha llegado a germinar en su Sierra Norte donde se encuentra Guadalcanal.

Son otros tiempos, unos tiempos nuevos, flamantes, los que estamos viviendo en nuestro pueblo. Ha cambiado el oscuro presente de Guadalcanal, ya no se ven esos corros de hombres en la plaza, esa aglomeración de brazos fuertes inactivos por la fuerza del paro en nuestra parva y austera vida local. Esas cartillas con las que había que ir todos o casi todos los meses a la Casa Consistorial para que con su sello avalara una semana de trabajo a un jornalero, ya es sólo un recuerdo, un triste y amargo, pero recuerdo al fin.
En Guadalcanal se ha cambiado el panorama y se espera un futuro aún más prometedor gracias a ésa metamorfosis que, económica, cultural y socialmente para bien común hemos experimentado.
Todo esto lo comentaba yo con nuestro alcalde, al cuál se le advertía en su rostro la satisfacción, una inmensa satisfacción por estar rigiendo un pueblo sin problemas de paro ni necesidad. La emigración a otras regiones o provincias han pasado a otro plano, son etapas, itinerarios que ya han quedado olvidados. Son ahora ellos, nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros convecinos los que nuevamente se reúnan con nosotros, los que tendrán que emigrar, todo volverá a ser como antes.
Ya se ha terminado el pesimismo, ya no se tiene miedo a nada ni a nadie; ya se habla cara, ya no tenemos que compartir pena con el que se marcha porque no se marcha; ya invierten e industrializan Guadalcanal los que pueden y saben; ya se laborea nuestra única fuente de riqueza agrícola; ya no hay problemas de paro; ya tenemos un instituto para todos; ya tenemos un centro de medicina eficiente;
Támm, támm, támm, tarrarará, támm, támm...
Era este sonido que me había despertado, el producido por las campanas de la torre de Santa María, al sentirse heridas por los fuertes golpes que recibían de sus badajos.
Lleno de congoja y nostalgia por haber terminado mi feliz sueño, ya en la calle y meditabundo empecé a caminar hacia mi trabajo, no sin dejar de recordar a ese gran dramaturgo español, que con su inmortal pluma una vez dijo: ...Y los sueños sueños son.

José Baños Carmona
Revista de Feria 1978

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