By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 28 de mayo de 2016

Adelardo López de Ayala o el figurón político-literario 26


Capítulo XXVI  

Malogramiento indiscutible

Habiendo abandonado Ayala su prudente reclusión para ir a evacuar la consulta con el Rey, decidió reanudar su vida acostumbrada. Y durante algunos días asistió al Congreso y ocupó la presidencia del mismo, esforzando su voz fatigando su garganta. Con eso, el ataque agudo al aparato respiratorio, que parecía haber cedido a los cuidados; se exacerbó terriblemente. Era médico de cabecera de Ayala el doctor Callejo, quien, desde luego, se dio cuenta de la gravedad del caso. Pidió ayuda a varios compañeros, siendo la opinión general que había de cederse con energía. Así, se aplicaron cauterios al pecho del doliente y el fuerte revulsivo obró de manera que fue juzgada satisfactoria.
En el espacio de diez días alternativas diversas dieron pábulo a esperanzas de salvación.
Aun el 29 de diciembre, veinticuatro horas antes del fallecimiento, los médicos permitieron a Ayala dejar por tres horas el lecho y confiaban... Pero todo fué inútil, pues la progresión del ataque aquella noche se apoderó del enfermo. Y a las tres y media de la tarde del día siguiente, 30 de diciembre de 1879, Ayala había dejado de existir.
El curso de la enfermedad de Ayala había sido seguido con palpitante interés. El Rey enviaba diariamente al domicilio del paciente a su edecán el. Marqués de Alcañices. Y del Rey abajo todos los personajes de la situación, todos los escritores y artistas, todos los amigos particulares convertían en romería elegante la calle de San Quintín. Además, como los periódicos tenían una sección para ocuparse del estado del enfermo... El pueblo en masa vivió pendiente de si moriría o no hombre, tan ilustre.
Ese hombre : insigne, del que se decía fuera desgracia grande para la patria perderle,  pues los años de duración normal de la vida que le quedaban, conservando sus facultades y su capacidad de trabajo, podrían haber dado mucha gloria, tanto, política, como literaria, a  nuestra nación.
Considerando esto, al dar cuenta, de su fallecimiento, aquella noche La Correspondencia de España llegó a publicar que Ayala "se había malogrado". Y nosotros sostenemos la afirmación Pasando a probarla.- Sí, eso; vamos a probar qué el hombre cuya doble carrera política y literaria nos ha ocupado tantas páginas con el relato de sus triunfos pudo obtener triunfos mayores.
En política, ya lo hemos visto. Pudo ocupar la presidencia del Consejo de ministros. La hubiese ocupado seguramente en cualquiera de las sucesivas crisis del partido conservador, pues que Cánovas, como ya le ofreció una vez su puesto, se lo hubiese ofrecido otras. Y si no con el partido conservador, con el partido liberal... El cambiar de partido no habría presentado para él consecuente inconsecuente dificultad ninguna.
También en la literatura pudo .subir. Cierto que ya era académico y que se le consideraba un genio. Pero con todo... Pudo, por ejemplo, si se aplicaba a ello, haber escrito una obra dramática buena de verdad. Hoy ya sabemos, pese a cuanto en sus tiempos se dijo, que tal no consiguió.
Y todavía cabe considerarle malogrado, a pesar  de su indiscutiblemente enorme cabeza “recuérdese el incidente con Hartzenbush”, crió cabeza... de familia. Ayala murió soltero, y no cuando hubiese ya renunciado a casarse, Sino precisamente cuando de casarse estaba a punto. En su nueva asistencia a los escenarios había tenido ocasión de tratar a la joven y bella actriz Elisa Mendoza Tenorio, prendándose de su belleza y juventud hasta el punto de entablar con ella relaciones formales, de esas qué acaban en boda para tal boda se estaban haciendo los preparativos cuando la muerte arrebató al novio
¡Lástima grande! Y no lo decimos por el novio, quien se evitó la peligrosa situación en que se colocan los que contraen matrimonio a la edad detener nietos. Ni tampoco por la novia, la cual, si perdió tan buena proporción, encontró otra mejor todavía, pues que llegó a casarse con el doctor Tolosa Latour que era el Marañón de aquellos tiempos. Lo decimos por quienes pudieron presenciar la nupcial ceremonia. estos se perdieron algo digno de verse.
Pues en la frustrada, boda se hubiese dado el caso de que se colocase ante el sacerdote el novio solo. Como os lo decimos. Ayala hubiera dejado a la Mendoza Tenorio en la sacristía, igual que antes la dejó entre bastidores. Esta actriz tomó parte en el estreno de Consuelo, desempeñando el papel de la protagonista, Y sabido es que el presidente del Congreso se negó a alternar con los cómicos en el palco escénico, diciendo a Vico la lapidaria frase que definía lo augusto de su soledad. Lógico es suponer, por tanto, que menos habría admitido alternar con una cómica en el altar mayor.
Ni en lo grotescos siquiera llegó, pues, Ayala a todo lo que habría podido alcanzar de no haber truncado la muerte aquella vida que prometía extenderse, y siempre  hacia arriba, más y  más. Se malogró, por tanto, Ayala, pese a morir de cincuenta años cumplidos, pese a saberlos  aprovechar tan bien y pese a que se le daba todo cuanto apeteció. Sí se malogró Ayala indiscutiblemente, aun con lo que hemos visto obtuvo en su existencia, y lo que veremos, terminada ésta, se le otorgó ¡de propina!

Luís de Oteyza
Vidas Españolas e Hispano-Americanas del Siglo XIX
Madrid, 1932


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