By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 3 de agosto de 2016

Candelas en el Palacio, comenzado el Otoño

Recuerdos de mi infancia y juventud en Guadalcanal

No sé, si mi memoria llegará a alcanzar, tantos recuerdos y vivencias como yo quisiera, para poder plasmar en estos párrafos, el transcurrir de una parte de mi vida, que sin lugar a dudas, queda su recuerdo durante toda ella.
Mi infancia, transcurre como la de cualquier muchacho a la edad de los siete y once años, quizás un poco más liberal, por cuanto se refiere a poder participar de los juegos que entonces privaban, o estar en sus calles, desde la mañana a la noche.
¿Qué ha sido de aquella época?
Recuerdo cuando los muchachos nos concentrábamos en la Plaza o en el Palacio, para jugar a: "Chaleco y Cadena", o a "Barruta", al "Salto del Moro”; o a "Entera y Media" y a los "Bolis" con su hoyito inglés. Y a tantos y tantos juegos, con los que se nos pasaban las horas volando.
¡Qué prisa me daba, llegada su época, en quitarle el asa a la primera "cuba" que me encontraba en mi casa, y llevársela a Pastorcito (q. e. p. d), para que me hiciese un “Aro” con su manigueta y tras él recorrer las calles de mí Pueblo, o llevarle el "Trompo" para que le pusiese púa nueva, bien afilada, y con él, intentar partir en dos algunos de los "Trompos" que en el redondel se encontraban! o sacarles una astilla...
Era otra época, ya se sabe. Hoy la infancia y juventud de los muchachos transcurre con otras formas, otros juegos, se divierten de otra manera. ¡Ya, ya sabemos que los tiempos han cambiado!. Ahora estamos más "civilizados". Ahora, ya la Plaza y el Palacio, cumplen su función, es decir, pasear en ellos, con tranquilidad, con sosiego.
Hubo un tiempo en el que a los muchachos las horas se nos hacían interminables, esperando el momento que diesen las cinco de la tarde, salir de la escuela corriendo, y dirigirnos a la "Erilla" o al "Cerro Chavero". ¿A qué? A librar las "lurias" más tremendas, que la juventud de entonces haya conocido.
¿Que estaba bien? ¿Que estaba mal?... ¿Cafres? ¿Salvajes? ¡No! Esto solo era, uno de los muchos motivos, un aliciente más, por el cual nos encontrábamos unidos.
"Candelas" en el Palacio, comenzado el Otoño.
Primeros cigarrillos de “mataláuva”, o hechos con papel de Estraza.
No hay una sola vez de las que visito mi Pueblo, en la que no me dirija al Palacio, me siente en la "Poza", y mirando hacia la Sierra del Agua, o a las de Tentudia, no se me vengan a la mente, recuerdos y más recuerdos. ¡Qué daría por volver a vivir algunos momentos de aquella época! No obstante, hoy, y creo que siempre Guadalcanal tendrá ese "algo" que yo no se describir, que atrae, que subyuga, no solo al Guadalcanalense, sino también al foráneo.
Me comentaban en cierta ocasión, que hay un Guadalcanalense (ausente) que cuando hace sus visitas al Pueblo, se apea de su vehículo en la Cruz del Puerto, se inclina y besa la tierra; después, ríe, canta, está alegre. No le sucede ya lo mismo el día de su marcha. Hace la misma operación, pero ya no ríe, ni canta, ahora sus lágrimas se mezclan con la tierra.
Sí, Guadalcanal, ayer, hoy y mañana, guardará para siempre ese "algo", que yo no sé describir, pero que atrae, que subyuga.

Francisco Rivero Sanz

Revista de feria 1978

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