By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 24 de agosto de 2016

La parroquia de Santa María de la Asunción de Guadalcanal a fines del siglo XV (2/2)

A través de la visita canónica de la Orden de Santiago en 1494
Segunda parte 

3.- El patrimonio artístico: altares, imágenes, pinturas y orfebrería. 

La Visita Canónica comenzó por el Sagrario del templo, donde la Sagrada Forma se custodiaba “en una custodia de plata metida en una arqueta de madera labrada de talla . A la capilla mayor, carente de retablo, se accedía por unas gradas forradas de azulejos, que también recubrían la mesa del altar, adornada con cruz, candeleros y atriles de madera dorada y sobre la que se daba culto a una imagen de la Virgen con el Niño, “de bulto hecho de madera bien pintado “, ataviada con ropas de paño colorado y azul. El Niño vestía un manto pequeño de terciopelo verde con borde dorado, llevando sobre su cuello un collar de cuentas de ámbar en dos vueltas. 
Detrás de la imagen se situaban dos pinturas representando la Asunción de la Virgen y María con el Niño, respectivamente [7]. El arco toral estaba atravesado por una viga sobre la que descansaba el Crucificado y otras dos imágenes, seguramente las de la Virgen y San Juan, “ de madera antiguas “, componiendo de este modo el grupo del Calvario. Estas vigas de imaginería colocadas a la entrada de los presbiterios fueron muy frecuentes en la Baja Edad Media y en el Renacimiento, como lo atestigua la documentación conocida para otros casos sevillanos, aunque estos conjuntos escultóricos no siempre se han conservado, perdurando como testimonio tan sólo algunas esculturas aisladas.
En la cabecera de la nave izquierda se situaba el Sagrario, antes aludido y que, cerrado por una cortina de lienzo azul con un cordero pintado en medio y el lema “IHS “, estaba “labrado de yesería, dorado, e pintadas muchas imágenes de barro cocido asimismo doradas e pintadas, con sus chapiteles sobre las imágenes dorados“. Las puertas del Sagrario eran de madera tallada, pintadas de oro y de azul. A la vista de esta descripción hay que imaginar este sagrario como una hornacina abierta en el muro, encuadrada por un marco arquitectónico ejecutado en yesería siguiendo fielmente los patrones gótico – mudéjares y por el que se repartían una serie de repisas con peanas y doseletes para contener imágenes de barro cocido y policromado, técnica escultórica de plena actualidad a raíz de su utilización para ornamentar los edificios de la época, como es el caso de las que pueden todavía verse en las portadas de la catedral de Sevilla. Las puertas debieron ser una buena obra de carpintería mudéjar, tal vez decoradas con temas geométricos a base de lacería, como se ve en las conservadas en la parroquia de la vecina localidad de Alanís, donde igualmente enmarcadas por yeserías góticas constituyen un testimonio felizmente conservado de estos primitivos sagrarios medievales y que nos sirven para hacernos una idea de como debió ser el desaparecido sagrario de Santa María de Guadalcanal. El ornato de esta capilla sacramental se completaba con una cortina de lienzo “ con cuatro piernas con sus listas “ colocada sobre el altar y dos lámparas colgadas, “ que tenían dos bacines de latón medianos “ [8].
Ya en las naves [9] , el primer altar que se reseña era el de Santiago Apóstol, con frontal de lienzo pintado viejo y cuya imagen aparecía “en  un caballo, todo de bulto hecho de madera, con una bandera en la mano izquierda e una espada en la otra “, vestido con una “camisa morisca de lienzo“. Flanqueando la imagen del Apóstol, dos pinturas sobre tabla representaban la Asunción de la Virgen y los santos Fabián y Sebastián. Sobre el muro estaba pintada la figura de San Andrés.
En el siguiente altar, con frontal de lienzo pintado y candeleros de hierro, estaban las imágenes de bulto de San Pedro Mártir, de barro cocido bien pintado, de San Antón, vestido con una camisa sin mangas, y San Julián, ataviado con roquete.
El altar de San Sebastián, igualmente con frontal pintado, mostraba la imagen de su titular, de bulto y de madera, detrás de la cual se situaba un lienzo pintado del que no se indica su temática.
La imagen de Santa Catalina, de alabastro y colocada en su altar, iba vestida con una saya de tafetán viejo y un roquete, tocándose su cabeza con un velo. La de Santa Lucía, por contra, estaba pintada sobre un pilar del templo.
Por último, en la capilla bautismal se encontraba la pila que todavía hoy conserva la parroquia, “hecha de piedra bien labrada, cubierta con su tapa de madera “. Sobre esta capilla se levantaba una tribuna “labrada de madera bien hecha, aunque es antigua “.
El informe de la Visita Canónica de 1494 también nos hace relación de otros enseres del templo, como los libros litúrgicos, las campanas – dos mayores en la torre, una rueda de campanillas para cuando alzan el Santísimo, otra mediana para lo mismo y una pequeña para la comunión - , unos órganos viejos y desafinados colocados sobre el altar de Santiago y dos facistoles.
Muy minuciosa es la lista de piezas de orfebrería y ornamentos litúrgicos [10] . Entre las primeras se mencionan una cruz de plata dorada vieja, otra cruz de plata blanca, una corona de plata dorada, varios cálices de plata blanca y dorada, un incensario de plata, una custodia de plata dorada con esmaltes y un Crucifijo, “ todo dorado e bien labrado de tiempo antiguo “, unas crismeras y una taza. También muy nutrida es la lista de los vestuarios litúrgicos, recogiéndose diferentes casullas, capas, paños, dalmáticas, paños de altar, estolas, sobrepellices, etc.
El documento que hemos analizado nos transmite una imagen colorista del interior de la parroquia de Santa María de Guadalcanal a fines del siglo XV. Carente de retablos, la ornamentación del templo se confiaba a las imágenes y pinturas sobre tabla repartidas sobre los diferente altares, cuyas mesas se ornamentaban con frontales, bien de azulejería, como en el caso del altar mayor, o bien pintados. Las advocaciones representadas en la parroquia son muy típicas de la sensibilidad religiosa bajomedieval: el Calvario de la viga del presbiterio, escena llena de dramatismo y expresividad; la Virgen con el Niño, manifestando su maternal ternura hacia sus devotos; y los santos, modelos de virtudes para el cristiano, como Santiago (cuya presencia en el templo era obligada por su pertenencia a la Orden que lleva el nombre del Apóstol), Fabián, Sebastián (protector contra las epidemias), Pedro Mártir (dominico martirizado por su lucha contra la herejía), Antón (protector de los animales), Julián (santo limosnero y hospitalario), Catalina (ejemplo de martirio en defensa de la fe) y Lucía (también mártir y protectora de las enfermedades de la vista). 
Las esculturas de la Virgen, Cristo y los santos, de estilo gótico, aumentaban sus efectos expresivos al presentarse a los fieles ataviadas con telas, que a la vez que les otorgaban colorista aspecto las hacían más realistas y cercanas a los fieles, quienes veían en ellas unos personajes sobrenaturales llenos de vida y cercanos a sus problemas y necesidades. El colorido de las vestiduras de las imágenes se completaba con el brillo del dorado de candeleros y lámparas que colgaban junto a los altares, todo lo cual destacaba visualmente al contrastar con los muros, pilares y techumbres de las naves. En suma, el templo ofrecía un aspecto multicolor y abigarrado, muy a tono con la sensibilidad popular del momento, impregnada de la mezcla entre la savia orientalizante del mudéjar y la sensibilidad occidental representada por el gótico.
Andando el tiempo, este patrimonio iría siendo sustituido progresivamente por nuevas obras de arte acordes con las sucesivas corrientes artísticas, al objeto de ir adecuando el templo a otras necesidades y nuevos planteamientos estéticos. Así, durante los siglos XVI al XVIII la iglesia de Santa María se engalanará con retablos, esculturas, pinturas y piezas de orfebrería en las que se dará entrada al Renacimiento y el Barroco, patrimonio del que nos han llegado pocas muestras debido a las avatares de la Historia [11].

4.- El patrimonio económico de la parroquia de Santa María.

Para el mantenimiento del culto y de la propia fábrica del templo, la parroquia contaba con un patrimonio inmobiliario del que también se ocupa esta Visita Canónica de 1494, gravado con diferentes censos [12] : un mesón que rentaba al año 1.500 maravedís, una casa arrendada a Gonzalo de Chaves (300 maravedís), una tienda en la plaza alquilada a Pedro Alonso de Nieva (300), otra casa arrendada a Hernando Gereno (200), otra de Alonso Mexía (200), la del platero (200), una viña de Pedro Harto (130), la casa que era de Fernand Sánchez Delgado (500) y unas tenerías donadas a la iglesia por un capellán y que rentaban 50 reales. 
A estos ingresos había que agregar las mandas otorgadas por los fieles en sus testamentos, las limosnas procedente de la concesión de sepulturas en el templo, los 1.000 maravedís que anualmente otorgaba como limosna el Concejo de la villa, quien también ofrecía a la parroquia parte de la recaudación procedente de las multas impuestas a los ganados que “entran en dehesas e cotos e vedados “ , cantidades que también se compartían con las otras parroquias, las de Santa Ana y San Sebastián.

[7] A.H.N., sección Ordenes Militares: Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Libro 1101 – C, págs. 58 – 59.
[8] Ibídem, pág. 59.
[9] Ibídem, págs. 59 – 60.
[10] Ibídem, págs. 61 – 63.
[11] HERNANDEZ GONZALEZ, Salvador: “ La Parroquia de Santa María ... “, págs. 61 – 66.
[12] A.H.N., sección Ordenes Militares: Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Libro 1101 – C, págs. 63 – 64.

Revista de Feria y Fiestas 2001.

Salvador Hernández González

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