By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 8 de octubre de 2016

Relatos de Caza a la luz del candil y 13

A modo de epílogo (final)

Quisiera terminar esta sencilla como intranscendente historia de la que fuera una perra realmente excepcional en la modalidad de la caza menor “a rabo” - llamada también “al salto”, “a mano” o “guerra galana” - con una especie de Epílogo, exponiendo lo que me contara, en una conversación casual y como al paso, mi buen amigo e insigne Catedrático de La Facultad de Veterinaria de Córdoba, Don Rodolfo Aguayo, en torno a esta específica raza de canes, un día en que nos encontramos fortuitamente y después de llevar un tiempo sin saber el uno del otro, ni el otro del uno, en el histórico barrio de Sevilla de Santa Cruz.
Nos habíamos conocido y, a su vez, habíamos hecho una estrecha amistad en la soberbia finca de caza mayor de Navadurano, en las sierras cordobesa de Hornachuelos, a la que habíamos sido invitados a una montería por nuestro común amigo, el gran escritor cinegético Isidro Escote (q.p.d), pues en ella, desde su abuelo, el mítico Diego “El Sereno” habían venido siendo, a guisa de herencia familiar, perpetuos y muy prestigiados guardas jurados algunos de los miembros más directos de la familia, y que, a la sazón, era uno de los hermanos de nuestro buen amigo, el mencionado Isidro.
Fue en tal encuentro y después de nuestro muy efusivo saludo, cuando, al parecer, me faltó tiempo, para ponerle por las mismas nubes a mi Diana, que por esos días, precisamente, se encontraba en la cúspide de su fama como cazadora de la más alta categoría, y es que además sabia que para Don Rodolfo, más aficionada a la caza menor que a la mayor, esto de ir a rabo de un buen perro con la escopeta en ristre, era el no va más en eso de su afición a la cacería.
Más o menos, me vino a decir – por lo menos en el fondo, si es que no al pie de la letra – que hubo un cierto tiempo, (quiero recordar que concretizó que en el de los dominios de Hitler) en que los alemanes se llegaron a creer que pertenecían a una raza de especial élite dentro de las razas humanas, a la que llamaron la “del hombre kaloskagazos”, contracción de los adjetivos del griego clásico “Kalos kai Agazos”, cuya traducción literal al Castellano es “Hombre (Mujer) Bello y Bueno”, refiriéndose en cuando a lo de “Bello” al cuerpo, y en lo de “Bueno”, al alma.
Los que tomándolos en su sentido más profundo y filosófico, qué duda puede caber de que retratan, por sí solos, la perfección sin límites de un ser humano.
Pues bien.- Continuó exponiéndome.- que después de esta escueta introducción, que creyó necesaria, para lo que quería decirme acerca de esa perra que, según, veía en mi me tenia totalmente cautivado, estos alemanes, al parecer, de la mano de esta su tan singular creencia acerca de su insuperable raza, se propusieron crear, asimismo, algunos animales, especialmente domésticos, en su más perfecta naturaleza y siempre acorde a los objetivos que en ellos se proponían y, por descontado, de forma absolutamente artificial, basándose, por supuesto, en las más adelantada tecnología y ciencia veterinaria. Y lo consiguieron, creando, concretamente, dos razas de perros, hoy admiradas y famosas en todo el mundo: La del “Doverman” y la del “Bracco”, siendo precisamente a esta a la que pertenecía mi muy loada Diana, y que, consecuentemente, estas dos razas de animales no pertenecían a la creación “del que todo lo fizo”, o sea a la del Dios- Creador, sino al ingenio y técnico artificio de la inteligencia de esa privilegiada natura humana de los alemanes. Eran pues dos seres vivos, paradójicamente, artificiales.
Que a base de una muy estudiada selección de genes, procurando reunir en ellos las más distinguidas cualidades de cada una de las diferentes razas caninas seleccionadas para ello, concentrarlas en una concreta especie de can y siempre con vistas al objetivo con el que era creado, y así, en tanto en El Doverman – que significa.- Apostilló.- “asesino de hombres” –consiguieron reunir los instintos más criminales del lobo; la agresividad y el sadismo del chacal; la perversidad del perro asilvestrado; la dentadura fuerte y poderosa de un mastín de Los Pirineas; la ferocidad del Danés; la cabeza corta y maciza y de presa del Dogo e, incluso, los instintos traicioneros del salvajes Dingo australiano, pues bien.- Se ratificó y añadió sin cambiar aquella su manifiesta actitud de hombre de cátedra con la que me estaba hablando.- si en este perro, “matador de hombres”, consiguieron sus objetivos plenamente, en esta otra raza de mi perra, asimismo alcanzaron en su plenitud una raza de can, reuniendo en su artificial creación, las más selectas cualidades requeridas para que fuera el número uno en la actividad cinegética, que era para lo que fue creada: resistencia, fidelidad y nobleza del San Bernardo; los vientos y el rastreo del sabueso de San Humberto; la muestra del Pointer y el Spaniel; el primitivismo del Samoyedo de los indios; la inteligencia del Bull-Dog; el cobro del perdiguero de Burgos; la boca blanda del Seter inglés, la habilidad de Lebrel, como para resistir y desenvolverse como una pluma por los más abruptos parajes que le echaran.
Pues dicho queda, y por mi parte, tan conforme, si es que no también y a su vez, tan orgulloso, por lo que, ahora sí que ponemos el punto y final, totalmente complacido, a nuestro libro con un “amen Jesús”.


Vida, Obras y Milagros de una Excepcional Perra de Caza

©José Fernando Titos Alfaro Nº Expediente: SE-1091 -12

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