By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 8 de abril de 2017

Semana Santa Guadalcanal 2016

Historia de un desafío

La Borriquita de Guadalcanal se echó a la calle a pesar de la amenaza de lluvia y acaba su estación de penitencia, aunque acortando camino

Hay factores que por muy presentes que estén nunca son deseados, y en Semana Santa, uno de ellos es la lluvia. Sin embargo hay en Guadalcanal reticencia a mostrarle respeto a dicho elemento, al menos, por parte de cierto paso y/o hermandad. En 2008 la del Costalero rompía su buena estrella y se quedaba en el templo por primera vez en su historia. Pasaba entonces el relevo a la Borriquita. El Santísimo Cristo del Amor y la Virgen del Rosario han desafiado constantemente la climatología y desde su fundación en 1979 no han dejado de asomarse cada Domingo de Ramos a su pueblo. La suerte, eso sí, les ha sido dispar, y más de una vez han tenido que volver corriendo por la lluvia. Por eso, este año cabía preguntarse qué ocurriría. La mañana pintaba mal y poco después de las once caían las primeras gotas. Sin embargo, poco antes de su salida, a las doce, el cielo dio una tregua. Aún gris su ambiente, la junta de gobierno decidió poner su paso en la calle y desafiar al agua. A los sones de Cristo del Amor, no podía ser de otra manera, el paso saludaba a los presentes en la salida.
Poco a poco el cielo se iba despejando y volvía a repetirse la bonita estampa del discurrir de la procesión por el paseo de El Palacio. Buscando uno de los momentos más emotivos de la jornada, la comitiva subió por Santa Clara hasta alcanzar la residencia de hermanos, donde uno de ellos leyó una poesía y entregó un ramo de flores. Tras esto, y en un ejercicio de cordura y sensatez, la comitiva no se dirigió por San Sebastián hasta La Concepción, como hubiera sido normal, sino que debido a las previsiones que auguraban agua nuevamente, el paso se dirigió por la calle Santiago hasta enlazar con Costaleros y continuar su recorrido habitual. La nota curiosa se produjo con la internada en Juan Carlos I, una calle que ha permanecido en obras y que en la mañana de ayer se abría, siendo el Cristo del Amor el primero en pisarla. A eso de las dos y media, la Borriquita volvía a la Plaza de España a los sones de Mi madrugá y Viacrucis de Salud, interpretados por la banda que lleva el mismo nombre que el Cristo. Justo cuando entraba en el templo, el cielo rompió su trato de favor y dejó caer las gotas que se esperaban. El órdago había causado efecto y un año más, se agranda la leyenda de la Borriquita, que nunca se quedó en su templo un domingo de ramos.


La Resurrección se reencuentra con la suerte
Tres años de lluvia en Guadalcanal dieron paso a un procesionar agradable y tranquilo

Salía desde el convento del Espíritu Santo la última vez que El Resucitado de Guadalcanal respiró tranquilo. Fue en 2012. Desde entonces, un año sin salir y dos con la amenaza de lluvia que aceleró su regreso. Este domingo se presentaba óptimo, aunque después del agridulce Sábado Santo lo más correcto era andar con cautela y mirar de reojo al cielo.
No obstante, no hubo lugar a la sorpresa y Cristo Resucitado y María Magdalena pudieron desfilar con tranquilidad por las calles. Así pues, a las 12.30 horas se abrían las puertas de Santa María de la Asunción y comenzaba a sonar Vida eterna, su marcha.
Bajo un sol radiante y en ocasiones hasta caluroso, embriagado por un cielo azul y por la maestría de una de las cuadrillas de costaleros más profesionales de la localidad, el misterio de la Resurrección fue recorriendo las calles de un pueblo que se volcó una vez más con esta joven agrupación. En cada esquina lo esperaba un número significativo de vecinos, quienes tras la accidentada tarde anterior, donde el Cristo de las aguas por momentos, parecía, sucumbiría a la lluvia, esperaban con sed la llegada de la Resurrección.
A medida que avanzaba la mañana, el público aumentaba y llevaba en volandas al paso dirigido con solemnidad Juan Cantero. Momentos significativos fueron su entrada en la plaza de la Concepción, su discurrir alegre por San Sebastián y su recogía con la ya tradicional y emotiva petalada. Volvió a sonar Vida eterna y Cristo Resucitado se despidió de su pueblo, poniendo fin a una Semana Santa que vio a todas sus imágenes en la calle, y en especial volvió a disfrutar de un Domingo de Resurrección de los de antes, de los bonitos.


José Ángel Fonrecha

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