By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 23 de agosto de 2017

Capilla de Santiago.

Construida en la Baja Edad Media a raíz de la conquista de Fuente del Arco por la Orden de Santiago.


La primera vez que los cristianos llegan a nuestra zona en 1088, conquistan Reyna y Fuente del Arco al mando de Alfonso VI, rey de Castilla y León y en previsión de la conquista de Guadalcanal, las tropas acampan entre lo que hoy conocemos como “el Cerro de Santiago” (algunas caballerías fueron amarradas allí mientras llegaba el combate) y el “Cerro del Diezmo” (situado frente al camino de “los Merinales”)llegando hasta lo que se conoce como “Puerto de Llerena” (Guadalcanal), pero viendo la extraordinaria e importante fortificación que era, no presentó batalla, da marcha atrás procurando asentar la conquista (levantó una especie de cerca en el cerro de Santiago con unas vigas de maderas a modo de columnas para sostener el techo de cañas y las maderas que lo cubrían), no fue suficiente porque en 1096 la comarca pasa otra vez a manos del Islam. (Notas extraídas de “El estudio de Las Comunidades de Villa y tierra de la Extremadura Castellana” de Gonzalo Martínez). 
En 1188, un siglo después, se repite la historia con Alfonso IX rey de León; conquista Llerena, Reyna y Fuente del Arco pero no pudo conquistar Guadalcanal por ser gran fortaleza fortificada; antes de finalizar 1198 vuelven de nuevo a recuperarlo los moros que, para que no se vuelvan a producir tales hechos, Yacub Ben Yusuf, rey taifas de Badajoz, mandó fortalecer con nuevas torres albarranas y murallas toda las alcazabas, incluidas Reyna y Guadalcanal para evitar nuevas conquistas cristianas.
En 1241 se conquista Fuente del Arco al fin y tras su repoblación definitiva en 1270, se levanta una ermita de origen muy humilde por la Orden de Santiago en el cerro que a partir de ese instante llevará su nombre (“Cerro de Santiago”) al cargo de un simple ermitaño que solo estaba encargado de reparar la estructura y conservar el escudo de la Orden y el cuadro del Apóstol Santiago (hoy día desaparecido). A partir de 1501 la ermita adquiere cierta advocación religiosa mediante orden ejecutada por el Prior de San Marcos de León, García Ramírez (el mismo de la ermita de la virgen del Ara), con la finalidad de garantizar la salvación de los hermanos a través de actos piadosos, la práctica de la religión y una misa al año el día del santo (25 de Julio).
Hacia el verano de 1790 se reedificó por medio de limosnas de los vecinos de Fuente del Arco, la ermita no tenía ni tuvo nunca algún tipo de rentas, ni ermitaño que la regentara pues desde sus inicios siempre ha pertenecido a las posesiones de la iglesia pues así lo quisieron los maestres de la Orden; a partir de entonces sirvió para procesiones de letanías y rogativas a celebrar el día del Santo.
Casi a finales del siglo XVIII el rey Carlos III ordena mediante Real Cédula (03/04/1787), que “por motivos de salud se deje de enterrar en el interior de las parroquias los cadáveres y que se creen cementerios fuera de los pueblos”; dicha orden en Fuente del Arco no se llevó a efecto porque los vecinos exponían como motivo “el no separarse de sus fieles difuntos” como recoge Don Juan Josef de Alfranca y Castellote, oidor visitador en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 12/13 de Febrero de 1791, en el cual explica “lo dañoso a la salud del aire fétido que se respira en Fuente del Arco”.
A partir de este año de 1791, pasó el lugar de ser considerado ermita a la categoría de capilla y Pascual Madoz lo recoge en su obra “Diccionario Geográfico Estadístico Histórico” publicado en Madrid el año 1850 Tomo VIII, e insiste en que Fuente del Arco no tiene cementerio pero si un lugar para tenerlo; no es hasta el bienio 1854/1856 cuando a consecuencia de una epidemia de cólera mórbido, no se empieza a construir el cementerio en el “cerro de Santiago” por orden del Gobierno de la Provincia, siendo los alcaldes José Pablos el que inició las obras en 1854 y Juan Calle el que las terminó en 1856. Desde esa fecha el lugar pasó a ser el cementerio del pueblo que a consecuencia de innumerables reformas y derrumbes lo que mejor se conserva son los restos de esta ermita y un muro en el lugar conocido como “cementerio viejo”. 

Febrero 2008 
Revista cultural La Jayona

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