Hace dos años tuve la suerte de realizar un tramo del Camino de Santiago, el que va de Ponferrada a la capital Compostelana. No lo hice como creyente, porque tengo la fe justa para pasar el día, sino como deportista, turista o curiosidad, tal vez, la verdad es que me impresionó observar el gran número de gente y de riqueza que puede acarrear una ciudad considerada Santa, En este artículo muestro un breve estudio que he realizado para intentar ver cómo una leyenda del apóstol Santiago ha podido tener tanta repercusión en el pasado y en el presente de España y de Europa.
Según cuenta la tradición, en el Noroeste de Hispania, en la céltica Galicia, estuvo el Apóstol Santiago para predicar el Evangelio. En su andadura por tierras hispanas llegó hasta la desembocadura del río Ulla. Su labor en la Península gozó de poco éxito porque consiguió un escaso número de discípulos. Por lo tanto, decidió su vuelta a Jerusalén. Una vez hubo regresado a Palestina, en el año 44, fue torturado y decapitado por Herodes Agripa, y se prohibió su enterramiento. Sin embargo, sus discípulos trasladaron en secreto durante la noche su cuerpo hasta la orilla del mar. Depositaron el cuerpo del apóstol en un sepulcro de mármol en una barca que allí encontraron preparada para navegar, pero sin tripulación. Tras la travesía marítima llegó a la costa gallega y, remontando el río Ulla, arribó en el puerto romano de Iria Flavia, la capital de la Gallaecia romana. En aquellas tierras se enterraron los restos de Santiago, en un compostum o cementerio en el cercano bosque de Liberum Donum y se levantó un altar sobre el arca de mármol. Después de varias persecuciones y prohibiciones de visitar el lugar, cayó en el olvido.
Según cuenta la leyenda, en el año 813 un ermitaño llamado Pelagio divisó una noche el resplandor de una estrella sobre el bosque Libredón, en el obispado de Iria-Flavia. Comunicó su observación al obispo Teodomiro y el 25 de julio del año 814 se descubrió en la espesura una antigua capilla con un arca de mármol con los restos de Santiago. La razón de que el cuerpo se atribuyese al apóstol es porque Santiago es considerado el primer evangelizador de la península Ibérica. Alfonso II, el monarca asturiano, se trasladó en peregrinación al lugar y mandó construir la pequeña basílica de Antealtares y un monasterio encomendado a los benedictinos. El pequeño burgo empezó a crecer hasta convertirse en Compostela y, el 6 de mayo de 899, Alfonso III mandó edificar una basílica mayor que la anterior. Pronto se extendió por Europa la voz del descubrimiento de las reliquias del apóstol Santiago. En esta época, el culto a las reliquias se estaba convirtiendo en una obsesión en el continente. Se buscaban además aglutinantes que sirvieran para expulsar todos los males que se cernían sobre los territorios europeos, en especial el Islam. Tanto es así, que en diversas ocasiones se concebía la idea de que Santiago intervenía en numerosas ocasiones en la Reconquista de península Ibérica con los reyes cristianos. Los ejércitos combatían valerosos al grito de "Santiago y cierra España".Los fieles de los reinos peninsulares fueron los primeros en realizar peregrinaciones a este lugar. Sancho el Mayor de Navarra, en el siglo X, hizo mejoras en la ruta que iba con Santiago con el fin de proporcionar una mayor seguridad a los peregrinos. Construyó, entre otras cosas, las primeras hospederías y monasterios. A pesar de todo, la seguridad concluyó con las razzias de Almanzor, que llegó a alcanzar incluso la capital compostelana. Los primeros peregrinos franceses documentados los encontramos bien avanzado el siglo X. Concretamente, en el año 951, Gotescalco, el obispo de Puy, aparece registrado en un manuscrito de la abadía riojana de San Martín de Albelda. Es el primer testimonio de una peregrinación procedente de Francia. Por entonces, ya se podía hablar del llamado Camino Francés, desde el que se accedía al Camino de Santiago del norte peninsular por los accesos de Canfranc y de Roncesvalles, que se unían en Puente la Reina. En el siglo XI se produjo el gran apogeo de las peregrinaciones jacobeas, procedentes de todo el mundo conocido. Su auge queda reflejado en las numerosas hospederías, hospitales, monasterios y abadías que pone en marcha la Orden de Cluny, que aportó mayores comodidades a los peregrinos. En 1095, el obispo compostelano don Diego Gelmírez consiguió del papa Urbano II el traslado de la sede episcopal de Iria Flavia a Compostela y el ascenso a la categoría de "sede apostólica", al igual que Roma. Asimismo, fue el promotor de la construcción de la catedral que conocemos actualmente. Compostela, junto con Roma y Jerusalén, se convertiría en uno de los centros más importantes de peregrinación cristiana. En el siglo XII, se puso en marcha la Orden Militar de Santiago con el fin de defender a los viajeros de los problemas de inseguridad de la ruta, especialmente los bandoleros. Por otro lado, los peregrinos de una misma comarca marchaban en grupo para defenderse mejor de los peligros. Antes de partir, confiaban sus bienes a un monasterio y el abad entregaba al peregrino el bordón, la calabaza, el rosario y la escarcela. La peregrinación duraba el tiempo que los caminantes desearan. De igual forma, gozaban de una serie de privilegios cuya finalidad era el fomento de los viajes. El peregrino era respetado y protegido tanto por la sociedad como por las autoridades. Estaban exentos del pago de peajes, portazgos, pontazgos y cubiertos de la rapacidad de alcaldes, señores, mesoneros y ladrones.
El Camino de Santiago desempeñó un importante papel en la Edad Media. Propició un fluido intercambio cultural, espiritual, económico, artístico, político o institucional entre los reinos españoles y el resto de Europa. El arte románico en primer lugar y el gótico después penetraron en la Península gracias a esta vía. Asimismo, generó una ruta comercial de considerable importancia, atrayendo a buhoneros, mercaderes y artesanos.
Santiago de Compostela alcanzó su máximo esplendor en los s. XII y XIII, época en que se escribió el Códice Calixtino, la primera guía del peregrino. El Papa Calixto II concedió el “Jubileo Pleno del Año Santo” a la Iglesia Compostelana. Por su parte, Alejandro III lo declaró perpetuo, convirtiéndose Santiago de Compostela en una Ciudad Santa junto a Jerusalén y Roma. El Año Santo se celebraría cada vez que la festividad del Apóstol, el 25 de Julio, cayese en Domingo.
Tras las Edades Media y Moderna, el Camino va perdiendo importancia. No obstante, el Consejo de Europa ha reconocido su trascendencia histórica y artística confiriendo al Camino de Santiago la calificación de Itinerario Cultural Europeo en la Declaración de Santiago del 23 de abril de 1987. Asimismo, el gobierno autónomo gallego comenzó a potenciar, en el Año Santo Compostelano de 1993, su valor como recurso turístico, no sólo para el peregrino religioso. Lanzó la campaña del Xacobeo 93, restauró la ruta y mejoró las infraestructuras para los peregrinos. Logró la colaboración de todas las comunidades por las que transita el Camino. Desde entonces, hacer el recorrido a pie, en bicicleta o a caballo es un destino popular que reúne lo religioso, espiritual, deportivo, cultural y económico.
RAFAEL CANDELARIO REPISA
No hay comentarios:
Publicar un comentario