By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



jueves, 14 de abril de 2011

TÚNICAS NEGRAS

LA REPÚBLICA   
INDEPENDIENTE
DE LA PALABRA  

Cuando los ateos colgamos la túnica redentora de nazareno, cuando los cofrades gays vuelven a los armarios y los curas continúan proclamando la palabra de Dios en iglesias medio vacías, cuando los vecinos retornan a sus trincheras y se desmontan los palcos de una confesionalidad encubierta, amanece un mes que parece ser el reverso de la semana de incienso y trompetas. La ciudad resucita despojándose de túnicas negras y de penitencias que ya solo a duras penas convencen de que las lágrimas de este valle tendrán su compensación en un paraíso de promesas. Abril se apodera de las calles con versos que hablan de amores, de viajes, de soledades y de pieles descubriéndose entre ellas. Donde la semana pasada había sangre de cristos barrocos, hoy se multiplican las letras generando vida nueva. En los balcones donde se lloraron saetas, reirán los poemas de Miguel Hernández, recordándonos que los días merecen ser amarillos, rojos y violetas.
La ciudad se hace república de las letras y demuestra al mundo que las palabras, dichas y escritas en lenguas diversas, son el único alma posible de una democracia tan sobrada de discursos y tan necesitada de virtudes cívicas. El abril republicano nos trae el aroma de sueños que no pudieron ser, de misiones que recorrieron los pueblos llevando a las gentes educación y cultura, de poetas que sangraron en las ventanas por decir en voz alta lo que su corazón pedía a gritos. Poetas de la muerte y del exilio, recuperados al fin para que sobre ellos no habite el olvido, memoria de realidades y de deseos, como los de un Cernuda triste por La Habana descubriendo en la piel de un mulato la del último hombre que amó sin atreverse a decirlo.
Córdoba se hace en abril capital de las palabras, los jardines, las plazas, los colegios, los mercados, se llenan de versos que nos recuerdan que la democracia necesita de ciudadanos y de ciudadanas que pongan en voz alta nombre al porvenir, en un mes se hace posible el milagro de convertir a la literatura en el pasaporte que permite que el mundo entero habite en nosotros, sustituyendo los cuchillos por rosas, los púlpitos por ágoras, los jerarcas por público. Incluso mi somnolienta facultad, tan reacia a admitir que el derecho y la literatura se nutren de las mismas pasiones, dejará que en su claustro hablen los poetas y callen los burócratas, el sueño con el que debió soñar Bolonia.
El universo entero brotará en los jardines de Orive, inocencia rasgada por pinceles y lápices, y en los colegios se apagarán por un día las pizarras electrónicas y volverán los folios en blanco a los pupitres, como si los maestros y las maestras republicanas no hubieran dejado de enseñar que la cultura es el nervio de la democracia y la educación el esqueleto de la ciudadanía. Y mientras que los versos tratan de adherirse a los mp3 adolescentes, los centros cívicos se transformarán en casas de la cultura, aquéllas que un sueño del mes de abril construyó sustituyendo los ladrillos por libros, las que nunca debieron desaparecer bajo las bombas.
El mundo es Córdoba en este mes de abril porque en ella habitan todas las lenguas posibles y porque, frente a los dogmatismos que solo generan enemigos, aprendemos un año más que solo en las palabras habita el futuro, mientras que en mi corazón ondea una bandera tricolor que transforma el olvido en memoria, paseo por la ciudad dispuesto a alimentarme de los versos que cuelgan de los balcones, descalzo como si fuera un nazareno cumpliendo una promesa pero pisando flores en vez de piedras, resucitando con mi ciudad en un abril de impregnado de República y versos violetas, el color que le falta a una democracia que aún no ha entendido que solo sobrevivirá si enseña a sus ciudadanos a colgar poemas en los tendederos de sus azoteas.

A mi abuelo, que fue maestro republicano y jornalero del dictador y a mi amigo Rafael, que a su demócacia le falta el color violeta y el corazón le traiciona.
Otavio Salazar - Profesor de Derecho Constitucional
La Fragua del Pensamiento

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