By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 4 de enero de 2012

Aquellos años felices

Noche de Reyes


No hay duda de que la imagen de estos juguetes logra traernos a quines los contemplamos gratos recuerdos y nos despiertan nostalgias de aquella lejana niñez, con su presencia nos vamos trasladando al añorado mundo de nuestra infancia.
Hoy estas maravillosas piezas que plasmo en las fotos forman parte de muchos museos, pero en otros tiempos, protagonizaron nuestros juegos o la ilusión de verlos en aquellos escaparates con la utopía de poseerlos algún día. 
Hace poco leí un pasaje del pedagogo Manuel Siurot que decía: “A los juguetes de los pequeños les pasa lo que a la fruta, que siempre vienen a su tiempo, pero hubo un tiempo que los árboles daban poca fruta y los niños solo jugábamos con ilusiones”.Un día recordando con un amigo los juegos de nuestra niñez salieron a colación aquellos que no se necesitaban juguetes y se ejercían en la calle de nuestro pueblo, la villalta, los bolis, el trompo, el aro, piola… y tantos otros que se perdieron para siempre, ahora los niños tienen nintendos, móviles de última generación, consolas y otros infernales juegos electrónicos, claro que nunca vibraran jugando al escondite, al pañuelo o al tú la ligas con los amigos de su calle o del patio del colegio.
Recuerdo mi último año en Guadalcanal, antes del éxodo de la emigración cuado apenas contaba con siete años, fui un privilegiado, los reyes me trajeron un plumier de lápices de colores (que aun conservo), un carrito con dos caballos, un coche de carreras de latón y unos zapatos Gorila (esos que traían una pelotita de goma de color verde), luego al año siguiente todo fue distinto, en la tienda del Sr. Emilio que había frente a mi casa en Madrid, resplandecía un Scalextric a luz que andaba dirigido por cable y se le encendían las luces de los coches, yo durante muchos meses me paraba todos los días cuando venía del colegio a verlo en el escaparate y soñaba con la noche de Reyes para verlo junto a mí cama, aquel año decidieron sus majestades que las necesidades de mi casa eran otras y solo me trajeron alguna prenda de ropa y otros zapatos Gorila, no eran tiempos para que mis padres desembolsaran dinero en juguetes.
En aquellos años no existía Papa Noe, árbol de navidad con lucecitas de colores,  fiestas de cumpleaños, regalos de fin de curso y otros productos comerciales para agasajar a los pequeños, solo esperábamos la ilusión de aquella noche, nos acostábamos pronto y dejábamos en la mesa camilla polvorones y anís para los Reyes y agua y paja para los camellos.  
No pretendo reprochar a las nuevas generaciones la cantidad de regalos que le hacen a sus hijos constantemente, solo pretendo pensar que aquellos años con sus carencias y dificultades que generaciones anteriores nos tocó vivir también era maravillosa y que nuestros padres potencialmente hacían el mismo esfuerzo económico para poder regalarnos un solo juguete y en una sola fecha.
Solo quiero rescatar de la memoria y nostalgia los juegos y juguetes olvidados en el desván de nuestra infancia de aquellos difíciles años para los de la generación perdida a la que pertenezco y de la que tanto ha escrito Francisco Umbral, y que como epilogo de este pequeño recordatorio he querido ilustrar con fotos cedidas por mi amigo Nacho y recuperadas de su pequeño museo personal de las ilusiones.

Rafa Spínola.-La fragua del pensamiento                                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario