By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 7 de marzo de 2012

El Padre Morillo



Santiago Morillo Treviño

Recuerdo que a principios de la década de los sesenta del pasado siglo cuando apenas contaba con siete u ocho años, conocí por primera vez al padre Morillo al pasar por la puerta de mi abuela Araceli en la calle Sevilla de Guadalcanal y detenerse a saludarla como hacía con el resto de las vecinas cuando venía el pueblo para visitar a su hermana y sobrinos, mis recuerdos son difusos, pero si tengo la imagen grabada en mí memoria de un franciscano con perilla blanca y gafas de pasta, una persona afable y que transmitía paz y tranquilidad,  según comentaban las personas que le trataron en la calle Sevilla y la calleja del Moro, en sus visitas a nuestro pueblo.
Repito que mis recuerdos están difuminados por el pasar de los años y mi corta edad en aquella época, pero si recuerdo una tarde que acompañado de todos los crios de la calle fuimos con el padre Morillo al Convento del Espíritu Santo y las monjas nos invitaron a una chocolatada con magdalenas; Comentado con mi hermana que es mayor que yo y amiga de su sobrino Antonio, me dice que antes del chocolate y las magdalenas que hizo mí abuela y Araceli la de Reposo nos tragamos una misa, con el pasar de los años tal vez yo hubiese perdonado la misa aun cuando el premio era la merienda.
En el año 1965  mi familia vivía en el barrio de la Elípa de Madrid y en un viaje de mis abuelos paternos, fui con mi abuela Araceli y mi madre a visitarlo a la calle Maldonado, en aquella época ya se encontraba muy enfermo, nos recibió en una pequeña habitación y compartió con mi abuela una animosa charla sobre Guadalcanal, la gente de la calle  y sus visitas.
La relación del jesuita con Guadalcanal se debía a que su hermana Marcelina se casó con Ángel Romero Muñoz, nacido en Guadalcanal y emigrante a Benquerencia de la Serena a principios del siglo XX, el matrimonio se instaló en Guadalcanal en 1922, cuando Ángel entró a trabajar como “manijero” en la finca de La Trancosa de Cazalla de la Sierra.
El P.J. Santiago Morillo Triviño nació en el año 1900, en Benquerencia de la Serena (Badajoz) y falleció de problemas cardiacos y tras una larga enfermedad el 19de Mayo de 1966 en la casa profesa de la calle Maldonado, 1 de Madrid, donde fundó una capilla de rito oriental.
Ingresó a los catorce años en el seminario diocesano de Córdoba, su gran facilidad para los idiomas le hizo un gran políglota desde su juventud, dominando en el seminario el latín y el griego y posteriormente el portugués, francés, italiano, inglés, alemán, polaco, ucraniano y varias lenguas eslavas, pasó a formar parte de la Compañía de Jesús en el año 1918, en 1923 se traslado a Rusia cuando el papa PÍO XI pidió al padre general de los Jesuitas hermanos para esa zona, de esa época data su vocación orientalista.
Curso estudios en Granada, Barcelona y Ecuador y en 1931 fue ordenado sacerdote y hubo de salir de España por la expulsión de los jesuitas, estableciéndose en Valkemburg (Holanda), destinado muy poco después al Seminario Pontificio Oriental de Dubno, en la Ucrania polaca, anexionada enseguida a la Unión Soviética. Dubno marcó un hito en la vida ecuménica del Padre Morillo y en la profesión perpetua, en 1936, pasó del rito latino al bizantino, regresando nuevamente a España en el año 1937, iniciando un periplo de conferencias por muchas ciudades, celebrando misas de rito bizantino.
Tratando de explicar la realidad de la desunión y la llamada a la unidad en aquella convulsa época española de la dictadura franquista, en una entrevista del año 1962 comentó “En aquella época me pedían que hablara especialmente en contra del comunismo, obviamente me las veía y me las deseaba para no dar una opinión sectaría y referirme a la cuestión de la unidad. Sólo cuando daba conferencias en seminarios diocesanos y casas religiosas, que fueron muchísimas veces, me encontraba en ambiente propicio para hablar del problema Oriente-Occidente”, igualmente durante veinte años recorrió toda la península pronunciando conferencias y celebrando misas de rito bizantino, verdaderas catequesis sobre la unidad cristiana.
Ejerció de profesor durante casi veinte años en la Facultad de Teológica de Granada, a principio de la década de los cuarenta, en 1947 fue requerido por el Consejo de Investigaciones Científicas, donde fundó el “Centro de Estudios Orientales” y dos años después traslado a Madrid más de tres mil volúmenes especializados en la materia, instalando su despacho del Centro Oriental en la calle de Toledo de la capital y el obispo auxiliar le ofreció una capilla en la misma calle para ofreciera misas en el rito bizantino.
En 1944 fundó la revista y ejerció como redactor jefe “Antoli” (Oriente) que posteriormente pasó a llamarse “Oriente Europeo” y en el año 1956 la revista “Re-Unión”, tuvo gran actividad literaria en esta y otras publicaciones, en 1963 en la citada revista “Re-Unión”, se saltó de las actividades y temas orientales al ecumenismo, con incidencia en el ecumenismo español.
Parece que la iglesia acepta la fecha del año 1954 como el inicio ecuménico español, sin embargo, en el año 1939 comenzó ya, si cabe, este movimiento con la llegada a Madrid de un jesuita andariego, culto y abierto, bastante olvidado después e incluso citado como deseoso únicamente de engrandecer su obra personal. Era el P. Santiago Morillo, SJ., llegado desde Polonia donde la había sorprendido la Segunda Guerra Mundial. Regresaba «derrotado externamente», pero dispuesto al comienzo de una profunda e intensa labor en pro de la causa del Oriente Cristiano, que había conocido ampliamente, y a favor de la unión entre ortodoxos y católicos, una vocación que prendió intensamente en la vida de este jesuita. (Nota ABC).

Según un correo recibido de un amigo de Benquerencia, me comenta que la gente mayor del pueblo recuerda las visitas del padre Morillo, las misas que ofrecía en la plaza por el rito oriental-ortodoxo y su acercamiento a niños y enfermos.
Rafael Candelario Repisa

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