By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 31 de marzo de 2012

En el cincuentenario de la muerte de López de Ayala 3/3

3ª parte del magnífico artículo publicado por el periodista Juan G. Landero en el diario ABC (edición de Andalucía) de fecha 31 de Diciembre de 1929

El autor dramático.-
Cuando Ayala se dedicó al teatro,hallábase éste en un período de crisis grande El movimiento romántico llegaba a su fin, se abrían a la inspiración nuevos horizontes.
Se comprendía que el teatro no podía ser una creación. puramente fantástica, sino que debía representar el aspecto dramático de la vida humana, inspirándose para ello en la realidad, retratando los hechos del pasado, cuando la obra fuese histórica, y pintando las pasiones y las costumbres del presente, en todos sus aspectos, trágico, cómico, etcétera.
Bretón y Ventura de la Vega marcaron estas direcciones en el género cómico, Hartzenbusch, García Gutiérrez y Tamayo modificaron el drama romántico, y Ayala retrataba la sociedad en que vivía atendiendo más al estudio psicológico de los caracteres que a la intriga.
Claro que el genio de Ayala no tenía la talla colosal de un Calderón o de un Shakespeare. Las grandes concepciones trágicas no iban con su carácter, pero esto no quiere decir que la obra de Ayala no sea de un genio; lo es, indiscutiblemente, el llevar a la escena un drama real, lleno de interés, poesía y emoción.
La tendencia moral en el teatro de Ayala es evidente; díganlo, si no, sus obras Rioja, El tejado de vidrio, El tanto por ciento, El nuevo Don Juan y Consuelo; en ellas resalta un elogio a la gratitud, se fustiga duramente al vicioso, sale vergonzosamente derrotado el mezquino interés material, en lucha contra el amor; se pone en solfa el tipo del mamarracho tenorio, y la mujer avara y ambiciosa queda ejemplarmente castigada con el abandono de todos.
Las dos cualidades características del teatro de Ayala son la acertada disposición de las escenas y la maestría con que prepara y ejecuta el monólogo. Sus obras son el verdadero modelo de la alta comedia.
Las cinco obras de Ayala, que, según expresión de Tamayo, "aplaudieron los hombres y agradaron a Dios", son Un hombre de Estado, Rioja, El tejado de vidrio. El tanto Por ciento y Consuelo.
El segundo acto de El tanto por ciento es por sí solo un drama admirable, y el final de Consuelo es una verdadera tragedia.
En el estreno de Un hombre de Estado dijo Gil y Zárate: “esto es un ensayo de Hércules y Bretón: "que su autor era la mejor mina de Guadalcanal".
La crítica casi unánimemente coincide en afirmar que Consuelo es la mejor obra de Ayala.
El argumento de esta comedia es vulgar en extremo. La conocida historia de la mujer ambiciosa que abandona al amante apasionado, pero pobre, por el ricachón que le abre las puertas de la felicidad.
Fernando, el personaje de esta obra, es el más felizmente concebido. En todo el teatro de Ayala no hay ninguno tan elocuente y que ofrezca tan variantes matices en su pasión.
Cánovas dijo que los modelos que deben estudiar los autores dramáticos españoles, son: El Hombre del mundo de Ventura de la Vega; El drama nuevo, de Tamayo, y Consuelo, de Ayala.
Clarin coloca esta comedia sobre todas las de su autor, y Suárez Bravo dice que no ha leído sátira más honda contra los vicios sociales que la que se desprende de Consuelo.
Entierro de Adelardo López de Ayala
El entierro. Inauguración del monumento a Calderón
En la noche del 31 de diciembre fueron trasladados al palacio del Congreso, desde la casa mortuoria, los restos de Ayala.
En el salón de Conferencias se instaló la capilla ardiente, estando el féretro custodiado por soldados, maceros y ujieres de la Cámara.
Durante todo el día y parte de la noche del día 1°, un inmenso gentío acudió a visitar el cadáver.
A las doce en punto del día 2, el estampido del cañón anunciaba al vecindario madrileño que el cadáver era colocado sobre el carro fúnebre que debía conducirlo a su última morada, en el cementerio de San justo.
Las cintas del féretro eran llevadas por D. Fernando Álvarez, Posada Herrera, Castelar, Martos, marqués de Cabra, Sagasta, Tamayo Núñez de Arce.
Al pasar el carro mortuorio, seguido por más de cinco mil personas, por la calle del Príncipe, se detuvo ante el teatro Español; allí esperaban comisiones de todos los teatros de Madrid, al frente de las cuales se encontraban Vico y Mariano Fernández, los cuáles depositaron una monumental corona.
Y mientras esto ocurría, otra escena conmovedora tenía lugar, unos pasos más allá, y ante la estatua de otro gran poeta, la inauguración del monumento levantado en honor de Calderón, en la plaza de Santa Ana..
El primer documento que figura en el expediente instruido por el Ayuntamiento de Madrid para la construcción de esta estatua, es una carta de Ayala.
Por una extraña coincidencia, el mismo poeta que había pedido un monumento para el autor de La vida es sueño, daba realce a la festividad de aquel día con su cadáver, para honrar así mejor a Calderón, asociando de este modo su muerte a la fama del genio.

Final

Y terminamos este modesto recuerdo a la memoria del preclaro escritor, con las siguientes palabras del insigne e injustanrente olvidado Manuel de la Revilla: Los buenos principios y sanas tradiciones de que fue representante Ayala, prevalecerán siempre, ya que en el arte, como en la política, si pudieron triunfar por un momento, jamás causaron estado las demagogias".

Centro de Estudios Turolense.- Archivo Histórico Nacional

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