Primera Fuente.-
Antonio
Pérez circulaba la noche del 22 de abril de 1973 en dirección
a Guadalcanal (Sevilla) cuando es sorprendido por cuatro luces
redondas de color amarillo que estaban a 300 metros de distancia.
Antonio Pérez se asustó, paró su coche y dio
varios cambios de luz. Estas ráfagas hicieron que de una de
las luces saliese un rayo de luz violeta que hizo que el conductor
diera media vuelta. Su intento de huida fue en vano porque pronto las
luces lo rebasaron por la izquierda provocando que el motor del coche
comenzase a fallar.
Siguió
circulando hasta que se encontró de nuevo con las luminarias
que sobrevolaban la carretera a 10 metros de altura. Ello no fue
óbice para que Antonio parase, muy al contrario, aceleró
y pasó bajo ellos aunque pronto se los encontraría otra
vez delante a tan solo metro del suelo. Antonio no paró su
coche y al acercarse las luces se alejaron a gran velocidad.
Segunda Fuente.-
La noche del domingo 22 de abril de 1973, Antonio Pérez Cumbre, de 19 años, conducía su Seat 600 en dirección a Guadalcanal (Sevilla), cuando vio una fila de cuatro luces amarillas y redondas cerca de la carretera, a unos 300 metros de su posición. El joven conductor detuvo el coche e hizo una serie de señales con los faros. De pronto, de una de las luces salió proyectado un haz de color violeta. Visiblemente asustado, se dio media vuelta, pero al poco observó que a su izquierda las luces lo adelantaban, al mismo tiempo que el motor del vehículo empezó a fallar, “avería” que desapareció con el fenómeno. Antonio, sin embargo, no tardaría en encontrarse de nuevo con las luces, aunque en esta ocasión se encontraban sobre la carretera a tan sólo 10 metros de altura. Muy nervioso, aceleró y pasó por debajo de ellas, pero al poco tiempo reaparecieron enfrente, apenas a un metro de altura. Cuando se aproximó, las luces se dirigieron a toda velocidad hacía un valle. Dos días después, Antonio regresó al lugar acompañado por su padre, su cuñado y un amigo. Sorprendentemente, a unos 200 metros de distancia observaron un objeto luminoso y circular, con un anillo alrededor formado por varias luces de menor tamaño que cambiaban alternativamente de color. Dos de aquellos “focos” se desprendieron del anillo y se desintegraron antes de alcanzar una montaña cercana.
Segunda Fuente.-
La noche del domingo 22 de abril de 1973, Antonio Pérez Cumbre, de 19 años, conducía su Seat 600 en dirección a Guadalcanal (Sevilla), cuando vio una fila de cuatro luces amarillas y redondas cerca de la carretera, a unos 300 metros de su posición. El joven conductor detuvo el coche e hizo una serie de señales con los faros. De pronto, de una de las luces salió proyectado un haz de color violeta. Visiblemente asustado, se dio media vuelta, pero al poco observó que a su izquierda las luces lo adelantaban, al mismo tiempo que el motor del vehículo empezó a fallar, “avería” que desapareció con el fenómeno. Antonio, sin embargo, no tardaría en encontrarse de nuevo con las luces, aunque en esta ocasión se encontraban sobre la carretera a tan sólo 10 metros de altura. Muy nervioso, aceleró y pasó por debajo de ellas, pero al poco tiempo reaparecieron enfrente, apenas a un metro de altura. Cuando se aproximó, las luces se dirigieron a toda velocidad hacía un valle. Dos días después, Antonio regresó al lugar acompañado por su padre, su cuñado y un amigo. Sorprendentemente, a unos 200 metros de distancia observaron un objeto luminoso y circular, con un anillo alrededor formado por varias luces de menor tamaño que cambiaban alternativamente de color. Dos de aquellos “focos” se desprendieron del anillo y se desintegraron antes de alcanzar una montaña cercana.
El 23 de abril de 1973 el joven
Antonio Pérez Cumbre decide ir a las 22:00 horas hasta la
vecina Guadalcanal (Sevilla) desde la finca La Parra donde vivía,
en la carretera que une la citada población con Cazalla de la
Sierra. A 300 metros del coche en el que iba y en sentido contrario a
él, ve cuatro luces amarillas que le hacen pensar que son dos
coches realizando un adelantamiento, pero al ver que las luces están
paradas el conductor también lo hizo.
Así comprobó que había
dos luces de más de un metro acompañadas por otras dos
más pequeñas, de medio metro. Estas más pequeñas
aumentaban la intensidad de su luz, dando la sensación de que
se acercan.
Viendo la anormalidad del suceso el
joven hace ráfagas con sus faros, consiguiendo que en una de
las luces mayores surja una franja de unos cuatro dedos, de color
violeta, que la atravesaría de parte a parte.
Asustado
decide volver a casa cuando descubre que las luces se han puesto en
movimiento
y lo adelantan por la izquierda, volando a su mismo nivel sobre la
garganta que se abre a ese lado de la carretera, parándosele
entonces el motor. Tras pasar las luces el auto pudo ser puesto otra
vez en funcionamiento.
Unos cientos de metros más
adelante, el testigo ve su marcha cortada por las cuatro luces, que
se han puesto transversales a la carretera a 10 metros de altura. El
joven no se para y pasa por debajo de ellas.
De nuevo las luces se aparecieron al
conductor, cortándole el paso al estar a un metro sobre la
carretera, pero cuando el coche iba a impactar contra ellas las
mismas se alejaron hacia la izquierda, abriéndole paso.
Por fin llegó a casa y contó
lo sucedido. Se corrió la voz y mucha gente recorrió
los campos en busca del intruso. Se descubrió que en la zona
del primer aterrizaje había dos manchas de terreno resecas,
marcando los extremos de las cuatro luces.
Fuentes.- www.bloglooculto.com
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