... ¡Voy a vivir!
¿Os dais cuenta?
No sé si fue
leído, o visto en Televisión o si tal vez me lo
contaron. De cualquier manera como lo recuerdo lo voy a contar.
Comienza la escena en una
gran nave espacial conducida por un ángel... Y en ella viajan
los ocho espíritus de ocho niños aun no nacidos que van
camino de la Tierra, por el espacio infinito, mientras ocho madres
embarazadas les esperan.
Y en el interior de la
gran nave imaginaria, los ocho espíritus conversan entre sí.
—¿Dónde
vas tú? —pregunta a otro, un espíritu pecoso, con el
pelo revuelto y ojos vivarachos.
—Chico, no me
fastidies. Voy a casa de un matrimonio millonario. Aún no he
nacido y ya me siento aburrido. Debe ser cosa que se lleva en la masa
de la sangre. Mi futuro padre es un hombre cansado, avejentado por el
abuso de todo y mi futura madre es una mujer gastada por el egoísmo
y la vanidad.Sólo viven pendientes de sí mismos; me
engendraron casi sin querer, y ahora allá voy yo, a nacer
cuando casi no tengo ganas ni de abrir los ojos... ¿La vida?
¡Bah, qué farsa!
—Pues yo —tercia otro
espíritu en la conversación— seré el primer
hijo de un matrimonio que lleva doce años de casados. ¡Ya
os podéis suponer!: mimitos por aquí, carantoñas
por allá... Me veo con veinte años cogidito de las
faldas de mamá, vestido de marinero. ¡Harán de mí
un inútil!
—¡Caramba,
muchachos; no os comprendo! —les interrumpe el espíritu
pecoso de ojos inteligentes—. Harán de ti un inútil y
de ti un vago egoísta porque queréis vosotros. Yo voy a
un hogar humilde, son ya seis hermanos. Yo haré el número
siete y en mi futura familia no hay un duro ni por donde venga...
¡Bueno! ¿Y qué? ¡Voy a nacer! ¿Os
dais cuenta? ¡Vivir, vivir! Saldré adelante, lo sé,
ya lo veréis. Tal vez algún día nos
conozcamos... ¿quién sabe? Fijaos bien en mis pecas, en
mi pelo revuelto imposible de domar. ¡Me abriré camino!
¡Lucharé y sacaré a mis padres y a mis hermanos
adelante!
—.Piensas ser
futbolista?, porque si no ya me dirás cómo, chaval.
—Con voluntad, con
constancia y esfuerzo. Aguantaré lo que sea y acabaré
por abrirme camino; traeré suerte a los míos, yo,
séptimo hijo... ¡Voy a vivir! ¿Os dais cuenta?
Conoceré la vida, su lucha, sus tristezas, sus alegrías;
conoceré el amor, al valor de una buena amistad, el cariño
de mis padres... Veo el futuro, lo sé, les traeré la
facilidad, la dicha que aún no han conocido...
—Envidio tus ganas de
vivir y de luchar —intervino el cuarto—. Yo no soy tan pesimista
como esos dos, pero tampoco me siento tan ilusionado, francamente.
Todavía no sé qué es la vida.
—Algo maravilloso. No
lo dudes. Abrirás los ojos en el regazo de tu madre y verás
el Sol y los colores. Verás crecer una flor, te dará en
la cara el viento del atardecer y sentirás el calor de un
hogar. Oirás la sonrisa de tu madre, sentirás a tu
cuerpo cómo se aferra a la vida...
De repente, la nave se
detiene, oscilando en el espacio, y el ángel que la conduce se
presenta a los ocho espíritus.
—Vamos —les dice—,
ha llegado el momento de que nazcáis. Apretad con todas
vuestras fuerzas, vuestra madre os ayudará...
Hay un algo extraño,
como de tristeza en la voz del ángel al dirigirse al espíritu
pecoso, de cabellos revueltos: «Espera», le dice con
dolor.
Los siete restantes ya no
están en la nave cuando la compuerta se cierra y quedan solos,
frente a frente, el ángel y aquel espíritu pecoso, con
unas ganar enormes de vivir, que mira interrogador sin comprender qué
es lo que pasa. El ángel llora cuando le explica:
—Tú... no
nacerás. Tu madre no te ha querido. Tenía ya seis hijos
y ha decidido abortar..
—¡No! ¡Yo
tenía el derecho a nacer. ¡Era un ser vivo! ¿Por
qué me engendraron para matarme, así? ¿Para
evitarme penas? ¡Mentira, mentira! Iba a nacer, a vivir; serían
cincuenta, sesenta, noventa años y después vería
a Dios eternamente, ¡Yo sé que existe y que...!
—Volverás a la
nada.., lo siento. No te han querido. Quisieron el placer sí,
pero. no el hijo.
La enorme nave imaginaria
viró en redondo y se perdió a lo lejos, en los espacios
infinitos de la nada.
Plácido de la Hera
Revista Guadalcanal 1981
A mi amigo Plácido (Jr.) por amar y respetar Guadalcanal como nos transmitieron nuestros padres.
Rafa Spínola
A mi amigo Plácido (Jr.) por amar y respetar Guadalcanal como nos transmitieron nuestros padres.
Rafa Spínola
No hay comentarios:
Publicar un comentario