By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 12 de mayo de 2012

Como me lo contaron...


... ¡Voy a vivir!
¿Os dais cuenta?

No sé si fue leído, o visto en Televisión o si tal vez me lo contaron. De cualquier manera como lo recuerdo lo voy a contar.
Comienza la escena en una gran nave espacial conducida por un ángel... Y en ella viajan los ocho espíritus de ocho niños aun no nacidos que van camino de la Tierra, por el espacio infinito, mientras ocho madres embarazadas les esperan.
Y en el interior de la gran nave imaginaria, los ocho espíritus conversan entre sí.
—¿Dónde vas tú? —pregunta a otro, un espíritu pecoso, con el pelo revuelto y ojos vivarachos.
—Chico, no me fastidies. Voy a casa de un matrimonio millonario. Aún no he nacido y ya me siento aburrido. Debe ser cosa que se lleva en la masa de la sangre. Mi futuro padre es un hombre cansado, avejentado por el abuso de todo y mi futura madre es una mujer gastada por el egoísmo y la vanidad.Sólo viven pendientes de sí mismos; me engendraron casi sin querer, y ahora allá voy yo, a nacer cuando casi no tengo ganas ni de abrir los ojos... ¿La vida? ¡Bah, qué farsa!
—Pues yo —tercia otro espíritu en la conversación— seré el primer hijo de un matrimonio que lleva doce años de casados. ¡Ya os podéis suponer!: mimitos por aquí, carantoñas por allá... Me veo con veinte años cogidito de las faldas de mamá, vestido de marinero. ¡Harán de mí un inútil!
—¡Caramba, muchachos; no os comprendo! —les interrumpe el espíritu pecoso de ojos inteligentes—. Harán de ti un inútil y de ti un vago egoísta porque queréis vosotros. Yo voy a un hogar humilde, son ya seis hermanos. Yo haré el número siete y en mi futura familia no hay un duro ni por donde venga... ¡Bueno! ¿Y qué? ¡Voy a nacer! ¿Os dais cuenta? ¡Vivir, vivir! Saldré adelante, lo sé, ya lo veréis. Tal vez algún día nos conozcamos... ¿quién sabe? Fijaos bien en mis pecas, en mi pelo revuelto imposible de domar. ¡Me abriré camino! ¡Lucharé y sacaré a mis padres y a mis hermanos adelante!
—.Piensas ser futbolista?, porque si no ya me dirás cómo, chaval.
—Con voluntad, con constancia y esfuerzo. Aguantaré lo que sea y acabaré por abrirme camino; traeré suerte a los míos, yo, séptimo hijo... ¡Voy a vivir! ¿Os dais cuenta? Conoceré la vida, su lucha, sus tristezas, sus alegrías; conoceré el amor, al valor de una buena amistad, el cariño de mis padres... Veo el futuro, lo sé, les traeré la facilidad, la dicha que aún no han conocido...
—Envidio tus ganas de vivir y de luchar —intervino el cuarto—. Yo no soy tan pesimista como esos dos, pero tampoco me siento tan ilusionado, francamente. Todavía no sé qué es la vida.
—Algo maravilloso. No lo dudes. Abrirás los ojos en el regazo de tu madre y verás el Sol y los colores. Verás crecer una flor, te dará en la cara el viento del atardecer y sentirás el calor de un hogar. Oirás la sonrisa de tu madre, sentirás a tu cuerpo cómo se aferra a la vida...
De repente, la nave se detiene, oscilando en el espacio, y el ángel que la conduce se presenta a los ocho espíritus.
—Vamos —les dice—, ha llegado el momento de que nazcáis. Apretad con todas vuestras fuerzas, vuestra madre os ayudará...
Hay un algo extraño, como de tristeza en la voz del ángel al dirigirse al espíritu pecoso, de cabellos revueltos: «Espera», le dice con dolor.
Los siete restantes ya no están en la nave cuando la compuerta se cierra y quedan solos, frente a frente, el ángel y aquel espíritu pecoso, con unas ganar enormes de vivir, que mira interrogador sin comprender qué es lo que pasa. El ángel llora cuando le explica:
—Tú... no nacerás. Tu madre no te ha querido. Tenía ya seis hijos y ha decidido abortar..
—¡No! ¡Yo tenía el derecho a nacer. ¡Era un ser vivo! ¿Por qué me engendraron para matarme, así? ¿Para evitarme penas? ¡Mentira, mentira! Iba a nacer, a vivir; serían cincuenta, sesenta, noventa años y después vería a Dios eternamente, ¡Yo sé que existe y que...!
—Volverás a la nada.., lo siento. No te han querido. Quisieron el placer sí, pero. no el hijo.

La enorme nave imaginaria viró en redondo y se perdió a lo lejos, en los espacios infinitos de la nada.

Plácido de la Hera 
Revista Guadalcanal 1981 


A mi amigo Plácido (Jr.) por amar y respetar Guadalcanal como nos transmitieron nuestros padres.
Rafa Spínola

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