By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 20 de junio de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 66

La vida en la mina 2

Las jornadas de trabajo y 2
Si bien la incidencia de los festivos se logra paliar con las dispensas de las autoridades religiosas, hay otros factores que no tienen tan fácil solución: las circunstancias climáticas, que en ocasiones reducen durante largos lapsos de tiempo invernales cualquier labor que el desagüe, si bien la buena organización de éste en Guadalcanal reduce los tiempos muertos por esta razón en comparación con otras minas de menor infraestructura 79; En Valverde de Mérida, por ejemplo, y esto era lo normal en todas las minas del reino salvo Guadalcanal y Almadén 80, habían de suspenderse los trabajos todos los días de lluvia, lo que suponía prácticamente una larga paralización estacional durante los meses de invierno. Los trabajos se prolongaban entonces en todas esas minas desde noviembre o diciembre, lo que hace de las posibilidades productivas de Guadalcanal una auténtica excepción.
La suspensión anual era absolutamente obligada en las labores de fundición del mineral. Si, en relación con las labores extractivas, una mina del sur de España ofrecía ventajas en el tiempo anual en que podía ser labrada frente a una centroeuropea, las labores de metalurgia, que allí apenas precisaban de interrupción, aquí deben ser paralizadas de junio a septiembre o incluso parte de octubre, a causa de la imposibilidad de trabajar en los hornos en la época de mayores temperaturas. En años muy rigurosos, algo que  puede resultar chocante, no se podía fundir, “por ser muy nociuos los calores” desde comienzos de mayo a fines de octubre. Si añadimos a esta reducción anual la incidencia de los festivos, es evidente que el número de jornadas anuales de fundición quedaban enormemente disminuidas, lo que provoca el que desde la Corte se envíen continuamente órdenes destinadas a procurar aumentarlas, a riesgo de incidir en la salud de los operaríos; en 1559, escribía el Rey a Mendoza:
“Quanto a lo que dezis que pasado San Juan se dejaría de fundir por calores han entrado rrezias, deveis de mirar la mucha nescesidad que ay de lo que procede desas minas y procurar que las fundiciones no pesen del trabajo que se vayan haziendo con el menor ynconbiniente que ser pueda” 81.
Jornadas festivas, circunstancias climáticas, en algunos casos también incidencia de  enfermedades “epidemias que vienen de fuera de la mina, afecciones producidas por el propio trabajo minero, como las intoxicaciones que periódicamente afectan a los fundidores, accidentes traumáticos” 82 son factores que inciden en el tiempo total del trabajo anual por operario, pero que obedecen a circunstancias ajenas a la voluntad de de los propios trabajadores. Hay, sin embargo, otras que son provocadas por éstos y que derivan de razones que podríamos llamar psicológicas, de la forma como el trabajador minero entiende su relación con la empresa a la que presta su servicio. Por un lado, una parte de los operarios eran al mismo tiempo que los de los pequeños propietarios, o más habitualmente arrendatarios de tierras, gentes que acudían a la mina a redondear sus ingresos y que, por tanto abandonan el trabajo en las épocas en que es preciso efectuar las labores agrícolas. La advertencia de que “no se alla jente por aber ido a recojer el pan, es continua en las noticias que se producen en los meses de mayo a julio, precisamente aquellos en los que labores extractivas deben efectuarse a mayor ritmo.
Ello lo supone unas fluctuaciones en la oferta de mano de obra, más fácil de hallar en los meses “blancos” en relación con el año agrícola. Pero igualmente hay una incidencia en los años buenos y los malos, agrícolamente hablando, en las posibilidades de encontrar mano de obra libre dispuesta a emplearse en el trabajo de la mina. Y es aquí donde había que buscar los resortes que llevaban a un trabajador a fijarse un horizonte máximo de ingresos, más allá del cual no sentían necesidad de trabajar y abandonaban su puesto. Una  información de A. de Zárate en 1556 indicaba:
“Muy grand trabajo paso con todos estos oficiales, mayormente con los afinadores, porque como se been prósperos quieren yr a entender en sus haziendas y rrecoger su pan. Entiéndase en el rremedio dello lo más que se es posible” 83;
En 1557, a causa de haber sido el año bueno, “nos falta la gente demasiadamente” 84 y lo mismo sucedía en 1558 en Almadén:
“(...) ay mucha falta de gente y quando venga el berano será sin comparación mayor, especialmente viniendo el año abundoso” 85.
En 1566, los oficiales informaban que no se encontraban guardas y que a los que en ese momento estaban empleados
“si se les manda seruir en más de lo que agora siruen, pagándoles mayor salario, se an de yr a sus casas” 86.
Ante la dificultad de hacer frente a estas circunstancias, a esta forma de actuar arraigada en los trabajadores, la Administración Real intenta paliar el problema pensando varias soluciones. Por un lado, intentando que los trabajadores a tiempo parcial, el “trabajador-campesino”, se conviertan en lo que los historiadores británicos de la economía denominan “trabajador-profesional”, es decir, el que no tiene intereses ajenos al mero jornal minero y en los que precisamente esa dedicación exclusiva va generando una psicología del trabajo diferente. Esta transformación se fomenta mediante la concesión de incentivos y privilegios 87, la recurrencia a grupos sociales con status jurídicos especialmente los que se pueda forzar a una permanencia a la que no se puede obligar en el caso población cristiana vieja, cual es el caso de los moriscos del reino de Granada tras la guerra de las Alpujarras. En 1574, los administradores de Guadalcanal escribían a la Corte proponiendo que en atención a que en tiempo de siega y vendimia escaseaba mucho la mano de obra para las labores de minas, de los moriscos a quienes se expulsa reino de Granada, y entre aquellos a lo que correspondiera residenciarse en la provincia de León de la Orden de Santiago, se asignara un grupo de entre 50 y 100 con residencía obligatoria en las minas de Guadalcanal con limitación de la libertad de movimientos proyecto que no llega a su término en Guadalcanal, ya que la mina se cierra dos años más tarde, pero en cambio sí se logra en Almadén, donde junto con la asignación de galeotes eran una parte sustancial de la mano de obra 88.
De igual forma, el empleo de extranjeros busca en parte el mismo fin; independientemente de su grado de formación profesional, el extranjero es un hombre desligado a su entorno y, por tanto, más inclinado a sujetarse más firmemente a su empresa, a convertirse en “profesional”. De Almadén escribía en 1573:
“quando a los estrangeros mineros que acuden a esta fábrica, para todo, entretenimiento y la mayor parte de la hazienda que al presente se haze es medio dellos, porque los naturales se ocupan oy más en sus haziendas, en y segar y como muchos destos estrangeros vienen nescesitados y enfermo fatigados del largo camino, otros azogados, padescen grandísima nescessidad, hanbre que es gran lástima ver lo que se passa “especialmente los que estan enfermos”, como (...) no saben la lengua para pedir limosna hallan muy poco socorro (...). “Paresrce que por todas partes sigue la fortuna a esta pobre gente en sus tierras guerra y fuera della enfermedad y probreza”.
La aparición de un verdadero proletariado minero estaba ya a un paso.

79. En relación mina de Pedro Candil en Cazalla, Diego Delgado escribía:
“Mandé que desde principio de octubre que no cavasen ni entendiesen en ella, porque los días eran pequeños y las aguas crescían y se gastarían dineros y se harta poca labor. Hasta principio de hebrero no se higo nada”;
Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 28, fol. 65.
80 CRf sobre Valverde de Mérida, AGS Consejo y Juntas de Hacienda, Leg. 28 Fol.9. En relación con la mina de Pedro Candil en Cazalla.
81 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 23, fol. 382. En 1571, como consecuencia d¢ informaba el visitador Zárate, antaño administrador de la mina:
“Pero dícenme los ofirciales que tienen una ordenanza que muestran para que m fundición ninguna en el estío hasta el mes de setienbre (...). Como quier que quar aquí administrador en los principios de esta hacienda, indiferentemente se fundía todos los tienpos, aún guando fuese en los días caniculares, hartas enfermedades i pero por anticipar el fruto de la hacienda todo se posponía”.
El 1 de junio de ese año escribían los oficiales a la Corte:
“El metal rico (...) no se ha fundido ni se fundirá hasta que, con los demás que siendo Dios seruido, se funda viniendo el buen tienpo, que será en setienbre, por interin no se sufre fundir por los grandes calores, ni se tiene costunbre en esta fábrica sería enfermar toda ella”;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 112, fol. 6.
82  A. Rótulo escribía desde Almadén al Consejo de Hacienda en 1558:
“los años pasados a abido tanta esterilidad en esta tierra y tantas enfermedades que hay mucha jente, especialmente la jente de trauajo, por cuya causa ay mucha falta de jente”. cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 319.
83 A.G.S. Estado, Leg.° 56, fol. 88.
84 GONZÁLEZ, T. Noticia histórica..., vol. I, p. 473.
85 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 319.
86 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 68, fol. 124. De Almadén informaban en 1573 que
“los naturales se ocupan oy más en sus haciendas en arar y segar que en la mina”
en obligados los administradores a ocupar a extranjeros, fundamentalmente flamencos; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 127, fol. 3.
87 En Almadén, en 1558, A. Rótulo escribía al Consejo:
“para remedio desto (de la falta de trabajadores) se solía dar execución a los que binieren a biuir a este lugar para fabricar en el pozo, siendo V.M. servido será cosa muy acertada y nescesaria que se mande dar probisión para este hefeto para que los que vinieren a bibir a la dicha villa, ocupándose en la fábrica y beneficio del dicho poyo, sean libres de los pechos rreales y concejiles” ;
L.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 319. En 1571, “en Guadalcanal, era preciso un ador y el único disponible estaba condenado; se solicita para él a la Corte la exención de una pena stierro en función de la necesidad que se tenía de él en las minas; cfr. A.G.S. Cámara de Castilla, 404, fol. 235. A Francisco Blanco, quien como morisco no estaba autorizado a poseer esclavos, se acede autorización real para tenerlos de su propiedad «por la falta grande que ay en esta tierra de concejo”; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 82, fol. 61.


88 Cfr. sobre la propuesta de Guadalcanal, GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica..., vol. II, p. 456. Si del administrador de Almadén, Chistopher Hermann, para que el Consejo le conceda sacar de Córdoba y Jaén hasta 150 moriscos, en este caso “si quieren ir de grado a trabajar al Almadén”; cfr. A. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 85, fol. 1.


De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario