By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 5 de agosto de 2015

Terra Australis Ignota


La búsqueda de la Terra Australis desde Perú 

En 1567 el virrey interino de Perú y el presidente de la Audiencia de Lima, Lope García de Castro, entregó a su sobrino Álvaro de Mendaña de Neira (1541-1595) el mando de una armada que  debía buscar la Tierra Australis (Australia), ese quinto continente imaginario que todos daban por supuesto pero en el que nadie había desembarcado La expedición “formada por dos barcos, Los Reyes  y Todos Los Santos, ciento cincuenta y seis hombres, entre ellos el cosmógrafo  Pedro Sarmiento de Gamboa, y' cuatro franciscanos” partió de El Callao el .l9 de noviembre de 1567, La travesía estuvo marcada por las desavenencias entre d piloto de la expedición, Hernán Gallego y Sarmiento de Gamboa por la ruta a seguir. Aunque no llegaron a alcanzar la Tierra Australis, los dos barcos arribaron al archipiélago de las islas Salomón desde allí, en nueva singladura, recorrieron las islas de Guadalcanal, Malaita y Bauro, tras seis meses de estancia en las Salomón, se planteó el dilema de poblar o regresar a Perú, decidiéndose Mendaña por esta última opción. De nuevo surgieron discusiones sobre la ruta a seguir en el tornoviaje. Se impusieron las tesis del piloto y las dos naves trazaron una singladura que los llevó a atravesar las islas Marshall hasta llegar al norte de la costa mexicana, en la actual Baja California, Para entonces los dos barcos iban separados a causa de un temporal que los había dispersado. Volvieron a unirse a finales de enero de 1569 en el puerto mexicana de Santiago de Colima, y desde allí navegaron hasta el puerto del Realejo donde repararon las maltrechas naves. Por fin, el 11 de septiembre de 1569, atracaban en el Callao. La expedición no podía considerarse un éxito, pues casi cincuenta personas habían muerto y no se había descubierto el famoso quinto continente. Mas los hallazgos geográficos, las informaciones sobre numerosos pueblos y culturas y las nuevas rutas trazadas en el Pacífico le confirieron gran trascendencia para futuras singladuras. A. pesar de que Mendaña contó fabulosas historias de tesoros sobre las islas Salomón, relacionándolas con las riquezas de la bíblica Ofir, lo cierto es que tardó mucho en poder organizar un segundo viaje. Primero debió capitular en España las condiciones del mismo, y hasta 1574 no logró que se lo nombrara adelantado, gobernador y capitán general del archipiélago a cambio de sufragar personalmente la expedición. De vuelta en Perú. Mendaña encontró la total oposición del virrey Francisco de Toledo, con lo que su proyecto quedó varado y él se convirtió en uno de los solteros más preciados de la aristocracia limeña. En Mayo de 1536 se casó con Isabel de Barreto (?-1610), una dama con carácter, que a la postre sería la primera y única mujer en ser almiranta, gobernadora y capitana general. Con la llegada del nuevo virrey, García Hurtado de, Mendoza, el proyecto fue recuperado y en 1595 Mendaña obtuvo licencia para que la flota partiese hacia las Salomón.
Tras seis meses de vagar por el océano, los restos de la expedición, dirigida por el piloto Fernández de Quiroz, llegaron a Manila. Más la ambición de la almiranta no podía aceptar el fracaso. Así, en noviembre de 1596, sin haber cumplido un año de luto, Isabel contrajo matrimonio con Fernando de Castro, prestigioso rico y bien relacionado comandante de la ruta marítima Acapulco-Manila. Era el hombre perfecto para ayudarla a conseguir su gobernación en las islas Salomón. Los nuevos esposos viajaron a Lima para proveer todo lo necesario a una nueva expedición, Sin embargo, en Perú, la maquinaria burocrática trituró los sueños de Isabel. Dispuesta a no rendirse, en 1609, la almiranta  viajó a España para exigir sus derechos al mismísimo rey Felipe II. Desesperada por no lograr su propósito, murió poco después en su Galicia natal.
Por su parte, tras varios años de esfuerzos e intrigas en la Corte, Fernández de Quiroz logró autorización para seguir la búsqueda del continente “desaparecido”. En 1605 regresó a Lima y, con tres navíos proporcionados por el virrey, el conde de. Monterrey, intentó dirigirse a la .isla de Santa Cruz, pero falló en sus cálculos y la travesía volvió a convertirse en un vagabundeo dramático hasta alcanzar el archipiélago de la Pomotú. Su pretensión era continuar y, de no haber sido por varios intentos de motín que lo obligaron a cambiar de rumbo, hubiese llegado a Australia. En realidad, sus barcos arribaron a las Nuevas Hébridas, aunque Quiroz estaba convencido de haber descubierto el nuevo continente a las islas Terra Australis del Espíritu Santo. De regreso a Perú, una tempestad dispersó sus naves y el portugués llegó a Nuera España (México). Acusado de ser el responsable de la tragedia, volvió a la Península, pero nadie quiso oír sus informes del descubrimiento de un nuevo continente ni encontró ayuda para fletar otra expedición. Malvivió de algunos ahorros y de la caridad hasta que  en 1614 consiguió del rey permiso para regresar a lo que él llamaba Australia. Al año siguiente, cuando se dirigía a Perú, la muerte le sorprendió en la escala que debía realizar en Nueva España. Dejó escrita una extensa obra entre la que destacan los libros Relación, de carácter autobiográfico, Historia o Relación del segundo viaje del adelantado Álvaro de Mendaña a las islas Salomón, Memorial al rey sobre la población de las tierras australes y Descubrimiento  de la tierra austral.
Terra Australis Ignota
La Terra Australis fue un constructor griego creado por Aristóteles y Eratóstenes quienes consideraban que por la simétrica y armonía del mundo debía existir un continente al éste. Esta idea fue tomada por el historiador y cartógrafo Ptolomeo en el siglo II antes d Cristo, quien situó dicha masa  continental al sur del océano Índico. Como Ptolomeo fue fuente principal de todas las exploraciones renacentistas, dicha Terra Australis, se convirtió en casi una obsesión para todos los marinos que se adentraron en las aguas del Pacífico. Magallanes buscó y hasta creyó que las islas grandes de Tierra de fuego del Quinto Continente. Pedro Fernández de Quiroz hasta tres veces en 1606.  
Breve historia de los conquistadores
José María González-Ochoa

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