By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 29 de agosto de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 71

 
La vida de los trabajadores en la mina y 3

Asistencia médica, medicinas y dieta alimenticia eran costeados por la administración minera y resultaban gratuitos para el enfermo. El médico acudía diariamente a hacer una visita a las minas y realizaba las curas de urgencia a administrativos, trabajadores y esclavos. En su contrato puede apreciarse el interés de la administración por contratar a un buen profesional; en 1560-70, el médico era “el que en mejor posesión esta tenido en Guadalcanal” y el único “letrado” de entre los galenos de la zona.
El servicio sanitario era relativamente eficaz en cuanto a su asistencia; las relaciones dicen del físico que le hacen
“venir de día y de noche cuando le llaman y anda dos leguas porque los enfermos de aquí son muchos...”.
Para las urgencias, especialmente los accidentes, el alcaide de la cárcel era también barbero y
“sangra a los esclavos de V.M. y cura las escalabraduras de los dichos esclavos y de otras gentes en ausencia del médico”.
Ambos se servían de la botica existente en las minas, a la que se surtía periódicamente de medicinas en Sevilla. Al igual que en tantos otros aspectos de la administración de la mina real, el fraude y la corrupción también afectaban a la asistencia sanitaria; si ésta era gratuita para los trabajadores, los funcionarios utilizaban también el servicio para sus criados y familiares, a quienes reglamentariamente no afectaba tal gratuidad
En el caso, por otra parte muy frecuentemente, de que los enfermos sobrepasan el número de los que la enfermería de la mina en la vivienda del médico pudiera acoger —para 10 ó 12 camas un máximo de 36 enfermos, la utilización de una cama por enfermo es un lujo del siglo XX—, los dolientes eran enviados a uno de los hospitales de Guadalcanal, con el que existía una especie de concierto para su acogida 111
A cambio de esta facilidad, la administración entrega una limosna anual al concejo de Guadalcanal, el mayordomo y cofradía de la Hermandad de la Santa Trinidad, para que compren ropa de cama “para los pobres enfermos que se curan en el hospital y señaladamente para los que en] de los que trabajan en las minas”;
La existencia de una cierta previsión social en el aspecto sanitario no evita el drama humano del enfermo, que deja de percibir el salario durante el tiempo que dura su enfermedad y que, en una buena parte de los casos, queda inútil para desempeñar cualquier clase de trabajo. A pesar de todo, la administración real, siempre un tanto paterna dicta unas normas que no aparecen en las empresas privadas para ayuda de aquellos que resulten inválidos por accidente o enfermedad laboral. En 1557 escribía la Princesa gobernadora al administrador Mendoza:
“a todos los que enfermaren por causa de las minas, o trabajando en ellas que los curen en Guadalcanal y que se les den camas y casas convenientes y médicos e personas que los sirvan e curen y las medicinas y dietas nescesaría, y los mantenimientos que fueren menester, y a los que murieren que los entierren, todo esto a nuestra costa, sin que el tienpo que estuvieren enfermos dieren el dicho recaudo, gocen de ningún salario ni jornal, pues serán nescesario para otras personas que sirvan e trabajen en su lugar, pero si la enfermedad fuese larga y pasara de tres a cuatro meses, de manera que no pueda tornar a trabajar en las minas que trabajó, si tuviese disposición para ir a buscar su vida a otra parte, dársele ha alguna limosna la que a vos paresciere para su camino”
Evidentemente, el problema se plantea con aquellos que no tienen esa “disposición” memoriales de antiguos mineros solicitando que se les ayuden porque como consecuencia de su inutilidad se han visto reducidos a extrema pobreza son innumerables y todos contestados en sentido negativo. Sirva como ejemplo el de Pedro Querines, vecino de Ciempozuelos y natural de Talavera, quien envía un memorial al Rey explicando que le había ido en las minas de Guadalcanal y Aracena
“en la dificultad del seruicio dellas, de lo que me sucedió grandes enfermedades y gastos, porque serví más de seis años en el ensayar de los metales y desde que salí de allí estoy enfermo y en muy extrema nescesidad y pobreza. (...) Suplico a V.M. por amor de Dios me haga limosna para ayuda de ella (...)” 112
Dentro del área sanitaria es preciso considerar también la asistencia veterinaria, imprescindible dada la cantidad considerable de animales de tiro que llegan a concentrarse en la explotación, al servicio de los “ingenios” y los transportes de la mina. Las curas veterinarias eran aseguradas por un albeitar que al mismo tiempo ejerce el oficio de herrador, residente en Guadalcanal pero contratado por la administración de igual forma el médico. 113
Si importante era la asistencia sanitaria en una empresa donde accidentes y enfermedes profesionales eran muy frecuentes, no lo era menos para los usos de la época la religiosa. La administración se sentía obligada a cuidar por igual de la salud del cuerpo y alma de los trabajadores a su cargo.
La asistencia religiosa se aseguraba por la presencia en nómina de un capellán fijo, más de otro que acudía desde Guadalcanal los días festivos a fin de celebrar una segunda misa que permitiera el cumplimiento dominical a los dos turnos de trabajadores. además de los cultos habituales, el capellán aseguraba la enseñanza de la doctrina cristiana  a los niños, “que son muchos”, administraba los sacramentos, oficiaba
“los enterramientos de los muertos, que son muchos y los más pobres, y en las exequias en misas de difuntos”.
Para todos ellos se construye una iglesia con aportaciones de la propia administración minera y aplicando al culto las penas de cámara y condenaciones que se imponen en la fábrica 114

111 En 1558 un informe sobre la mina daba cuenta de que:
“el hospital que está en Guadalcanal, a donde se curan los enfermos desta fábrica, la orden se tiene es que el teniente de administrador da cédulas a quien él quiere, y en ella dice el físico destas minas a donde está el dicho hospital, que resciba a fulano que ha enfermado, de la comida, dietas y medicinas y a otros dándoles dietas y medicinas, y por esta cédula de físico y quando sana o muere el enfermo, trae la cédula al juez Alfaro, a quien está col que tome la quenta al físico y pone en la dicha cédula que se le libre tanto al físico, y este a la contaduría y se le haze la libranza (...) y quando le paree que hay enfermos se pone una enfermera con dos reales cada día (...). Hay en el dicho hospital 12 camas con 12 colchones con 12 mantas y 12 fracadas y 12 almoadas y 24 sábanas y sus bancos y cañizos para cada cama  y más las basijas nescesarias para cosa de botica con las medicinas que de Sevilla se han (...). Cuando los enfermos son muchos se llevan al hospital de la Sangre de Guadalcanal donde se a concertado para que los resciban”.
cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 6. A.G.S. Diversos de Castilla, Le fol. 21
112 Cfr. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., de la Princesa Gobernadora a Mendoza, 21 Inero de 1558. El memorial, en A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 160, fol. 7.
113 GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica..., vol. II, p. 238. Sobre asistencia sanitaria y enfermedades en eral, cfr. además de las notas anteriores, A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 36, fol. 143; ;.° 41, fol. 21; Leg.° 48, fol. 63; Leg.° 51, fol. 18; Leg.° 66, fols. 20 y 23; Leg.° 68, fol. 124; Leg.° 96, 38. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 10. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° ol. 29.
114 La asistencia religiosa en la mina resulta muy bien descrita en la información de A. de Zárate: “demás de Juan Carrasco, clérigo que administra los sacramentos en estas minas, proveímos algún tienpo a otro clérigo que se llama Cristóbal Núñez, vecino de Guadalcanal, para que los domingos y fiestas viniese a decir otra misa demás de la que dice el dicho Juan Carrasco, porque como se trabaja también los domingos y fiestas en los pozos, no podría toda la gente hallarse a oir una misa. Pero hállase gran falta en no haber de ordinario más de un clérigo, porque si aquel enferma no hay quien celebre el oficio divino, y demás desto no se puede decir fácilmente los domingos y días solennes misa cantada, ni hay quien ayude los enterramientos de los muertos, que son muchos (...) ni en las exequias y misas de difunto, ni en la administración de los sacramentos; lo cual todo se proveería convenientemente si el dicho Cristóbal Núñez residiese de asiento en esta fábrica, con cargo de dezir misa todos los domingos y fiestas y tres días de cada semana, rogando a Dios por la salud y vida y prosperos sucesos de V.M. y de su casa real y sirviendo el oficio de sacristán y ayudando a dezir las misas cantadas los domingos y fiestas y enseñando a leer y la dotrina christiana a los niños que son muchos”;
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 115, fol. 5.
 
De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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