By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mosito saborío...

La sierra por "sevíllanas”


Porque también en la sierra, y nos referimos, naturalmente, a la sierra norte  de Sevilla   -la de Guadalcanal, Cazalla, Constantina, El Pedroso- se sabe bailar y, en efecto, se baila por "sevillanas". Sus fiestas como las de cualquier otro pueblo de la extrema Andalucía Occidental, se alegran con el revuelo de los faralaes y los quiebros graciosos del baile por "sevillana”
La cuna de este baile fué lógicamente Sevilla, pero no solo la capital y los bulliciosos pueblos que más o menos de cerca ciñen su contorno no, sino además toda esa comarca de viñas y olivares que forman el Aljarafe sevillano y el Condado de Huelva; tierras calientes de ferias, de romerías de devociones apasionadas, de procesiones ruidosas, donde el estampido de los cohetes se mezclan con los vivas y los gritos de una población fácilmente exaltada. Desde aquí las "sevillanas" se deslizan hacia el sur toda la extensión de la marisma hasta las orillas del Atlántico o trepa los alturas de la sierra hacia el norte de la provincia en cuyos pueblos prende con la fuerza que en todos los casos le proporciona su honda raíz popular.
Tal vez, hilando un poco delgado, pudiéramos decir que las "sevillanas" de la sierra son más elaboradas, más perfectos pero también me espontáneas que las del Aljarafe, el Condado o la marisma. Cuestión matices que, por otra parte, no creemos que tengan la menor importan

Bajo la espesura de los álamos que sombrean la explanada de la Ermita, de los chopos que crecen al borde del arroyo o del camino, junto al pozo del agua milagrosa y fresca en la Romería de la Patrona o del Santo venerado, lo mismo que bajo los focos de la caseta de Feria, por todas partes y por el más simple motivo, se abren y estallan las "sevillanas" como un incendio de rosas que impulsa el soplo del "angel".
las más modernas de los Toronjos, los Romeros de la Puebla o los Hermanos Reyes, la gama es inmensa. todas ellas sin embargo ajustadas rigurosamente —tanto en lo letra como en la música — a un ritmo de seguidillas, ligero y alegre, el más apropiado para derramar en él la alegría y él fervor desbordados de un pueblo sabe reír, danzar y contar por encima de cualquier posible tragedia personal o colectiva.
Las "sevillanas" se acompañan por las palmas de los que contemplan y escuchan. Es un rito, casi obligado, qué asegura la participación de concurrentes.
"Mosito saborío
toca las parmas
que la fiesta s'o jecho
pa disfrutarla",
le cantarán en la copla a algún espectador retraído o embobado, No extraño, pues, que en Sevilla o en cualquier otra ciudad andaluza, idóneo se acompañen con palmas por "sevillanas" los más diversos acontecimientos. Hasta los partidos de futbol.
En el baile por "sevillanas" —giros apasionados, airosos quiebros pasos trenzados por la gracia— no se encuentran como en las danza otras regiones, actitudes bélicos, ni reminiscencias históricas, ni siquiera atisbos religiosos, aunque tantas veces formen en el cortejo de algunas de sus ceremonias más tradicionales. El baile por "sevillanas" es manifestación única y exclusivamente amorosa. Expresión de un amor mimoso y fuerte que se ofrece y huye, que parece entregarse y escapa, ante el cual el hombre suplica y amenaza y obliga para terminar al cabo vencedor y engallado frente a la hembra que humildemente se confesará rendida:
"El corazón me arranco
para venderlo,
a ver si me lo compra
quien me está oyendo.
Cómpralo, ingrato,
cómpralo que lo vendo
sobre barato".

José Mária Osuna
Revista de Feria 1970

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