By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 2 de julio de 2016

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 93

El fracaso de la minería privada, la producción de otros minerales

El “efecto california” del descubrimiento de Guadalcanal

Cuando la noticia del descubrimiento de Guadalcanal y de su riqueza fabulosa se funden por el país, una auténtica fiebre minera, un verdadero “efecto california” se desata por todo el reino y una pléyade de buscadores se lanzan al campo, la mayoría de ellos desprovistos de cualquier medio y de la más mínima experiencia anterior, intentando emular y repetir la suerte de Martín Delgado, un personaje que pronto es conocido y legendario a lo largo de todo el reino. Evidentemente, el efecto es tanto más intenso cuanto más cerca del foco guadalcalino nos coloquemos y así, de la zona próxima a la villa andaluza llegaban noticias a la Corte de que en octubre de 1555 —al mes del hallazgo la “mina rica”— se habían registrado 180 minas y al año siguiente ya había censadas ís de 1.500. De ellas
“hasta agora no se ha sabido el valor que tienen, porque ninguna se benefiçia, y de muchas dellas paresçió haberse hecho ensayos y no salía plata y otras salían pobres y faltas de metal y ser más la costa que el provecho”.
Igualmente hay noticias de que los registros habían sido muy numerosos en Llerena, Hornachos, Montemolín, Azuaga, Cazalla —donde una sola persona registraba de una sola vez 64 minas—, Cala, Aznalcóllar, Zufre, Santa Olalla y Guillena l. Pero, si bien con mor intensidad, la fiebre se extiende a los lugares más alejados y recónditos del reino. Desde el concejo de Cangas de Tineo informaban en 1562 unos testigos que
“no savian çiertamente sy avia benas algunas, más de que muchas personas avian venydo de Castilla con provisyones rreales a descubrir por estas partes si se allava alguna mina, pero que ninguno destos no dió razón de quienes heran ny lo que avian topado ny de qué parte lo avian sacado, más de que yban caminando, que degían que venían de Castilla” 2.
Igualmente, en el plazo de un año se habían registrado en Lorca cinco minas, sin que ninguna hubiera salido de provecho 3.
El deseo de encontrar minas no siempre tiene como fin lograr un rápido y fácil; en algunos casos, las informaciones dejan ver que alguna lanzan al campo “a descubrir” lo hacen detrás de su pura supervivencia. En 1556 la fiebre minera parece haber llegado a Segovia, el corregidor de aquella ciudad informaba a la Corte:
“en esta çiudad y su tierra ay mucha nesçesidad y la gente está pobre, anda muchas jentes a buscar las dichas minas por los montes, sierras dicha çiudad” 4.
Evidentemente, el señuelo de todos los buscadores era encontrar fortuna rápido descubriendo una reserva de plata u oro, y así aparece reflejado en los registros su ilusión, hacen los buscadores de cualquier piedra de color mínimamente llamativo, y en los que consignan invariablemente “mina que parece ser de plata”. Diego de Pisa, un experto a quien el Consejo encomienda una investigación minera en 1565-66, exponía a éste:
“También se a de tener atención a estos metales por si será de prouhecho, porque  todo el apetito de los descubridores y de los que ensayan es e algunos metales pueden ser de prouecho, aunque no tengan plata” 5
Hacia 1570, la fiebre minera parecía haber remitido notablemente. Todas estas informaciones las deducimos del estudio de 1.326 registros que abarcan el per de los que el 27 % corresponden precisamente a los once años que van de 1559 a 1570 y  de ellos más del 60 % se ubican en el área de la Andalucía Occidental, sur de Extremadura y de la actual provincia de Ciudad Real, si bien el otro 40 % se reparte de una forma muy uniforme por absolutamente todo el reino, desde Canarias a Galicia y dese el País Vasco al reino de Murcia.
Los buscadores tienen su origen en todos los grupos sociales, si bien en una abrumadora mayoría pertenecen a los estratos más humildes; los oficios de “albañil”, “zapatero”, “cordonero” etc., se repiten en los registros hasta la saciedad. Una ocupación que aparece con frecuencia, en este caso seguramente porque su experiencia les hace pensar que para ellos la búsqueda puede resultar más sencilla, es la de platero; del mismo modo en el apogeo de la fiebre, los trabajadores de la Casa de Moneda de Segovia se a buscar minas en el cercano pueblo serrano de Becerril 6. Son muy numerosos los extranjeros, para quienes no parece existir traba alguna en la práctica después de 1555 por su condición de no naturales: alemanes, los más abundantes —no olvidemos concepto “alemán” —pero también borgoñones, un portugués —en Aracena y hasta un judío - un tal Judas Malaquí, judío estante en la corte que emplea para la prospección a “dos moros de Berbería, los cuales entienden mucho” 7
Pero  en ocasiones excepcionales aparecen también nobles —como el duque de Sesa—,   
mercaderes, miembros de la Administración y los Consejos, o incluso personajes como el arquitecto Juan de Herrera, el italiano Jacome Trezo o el correo real. Christopher Tasis. En estos casos, recurren para las actividades prospectivas al contrato de buscadores profesionales, un oficio seguramente inédito hasta 1555, pero que aparece ya declarado            en algunos registros y licencias en 1557 8. Buscadores profesionales eran por ejemplo el  clérigo Diego Delgado, ya citado, a quien debemos el primer informe sobre las minas de Riotinto en la era moderna, Diego Ortega Ojalvo, que efectuó prospecciones por cuenta de Jerónimo de Salamanca u Ortuño de Baldo, a quien Monardes hace uno de los protagonistas de su obra sobra el hierro. Una buena parte de estos buscadores profesionales habían adquirido su experiencia anterior en América; sírvanos como ejemplo Francisco de Saavedra, un vecino de Sevilla que envía un memorial al Rey en el que       
“dize que a estado en Yndias catorce o quince años, en el qual tiempo se ocupó en sacar oro y benefiçiallo, por lo qual está abil para buscallo en España, dándole V.M. licençia en la porque él sabe que lo ay en el Andalucia en algunas partes”9.      
Los buscadores avezados se valían de toda una serie de indicios para detectar la existencia del mineral en el subsuelo. El experimentado minero novohispano A. de Sotomayor describía muy gráficamente su técnica prospectiva en un informe elevado al Rey en 1573:
“Diré lo primero y que más conviene, que es el buscar y hallaras minas, y las señales que haya para caer en el conogimiento de ellas (.. ). Lo primero, las minas se han de buscar en tierras bermejas y firmes, y no fofas, y algunas veces se hallan en calichales. Son más durables en las montañas altas y serranías donde       las vetas tienen más levantadas las frentes que en los llanos y aquí son más de seguir por la duragión que prometen por estar sin el impedimento del agua, que es más cierta en los llanos y habiéndola luego se halla la dureza de las peñas y           tras la dureza la imposibilidad de labrarse ni con hierro, ni con fuego, porque el agua impide su operación. Vetas se entienden ciertas peñas que en algunas partes se levantan sobre la tierra y si son de plata se conocen de esta manera:
Si se hallan en montañas sin arboleda, son mejores, porque se entiende que las quemazones del metal abrasan la fertilidad y humor de la tierra.
Tal vez son estas vetas de guija blanca pintadilla de negro y acerado y morado y otras vezes la guija es leonada, aunque donde esto leonado se viere, son los metales secos y en la guija blanca se ven los metales reluciente veces son ricos y otras pobres, que no tienen sino sólo plomo.
Otras veces se hallan estas vetas entre bosques y breñas, y que sean ricas, y para conocer si es metal, hace de quebrar un pequeña o gabarro y verse si las colores que digo son vivas, y que no se marchiten ni desvanezcan sino que, aunque sea otro día, estén en un ser, y no va nada en que la plata esté visible, que esto es lo que menos importa.
Vista la veta en las partes que digo, téngala el minero por corriere de norte a sur, que estas son las que más riqueza prometen, y si es en tierra fría y ventosa es mejor, porque debe ser esto lo que más o creación de los metales; y visto esto, siga el minero la veta, y si se escondiese entre breñas y quebradas, luego la verá descubrirse en las lomas o en las cuestas abajo, porque muchas veces se levantan sobre la tierra más una lanza en alto. Y suele durar tres leguas sin perderse y otras ve con la tierra, y siempre llevan derecha la guía al rumbo que empezaron desde la cata atravesando la veta de una vara de hondo en cuadro donde peñascos y dureza haya, que si la mina es buena, desde la superficie de la tierra dice lo que es y el metal que se hallare, ensáyese” 10
De gran interés son las indicaciones específicas que el mismo Sotomayor proporciona respecto a los indicios para hallar minas de oro:
“El oro, de que ansimismo hay mucha noticia en estos reinos, arroyos y quebrados de çerros y a las vezes en cabañas, que son las riveras de los ríos, donde reparan las creçientes de las aguas, todo lo qual viene de las montañas donde ello se cría, que siempre es en çerros bermejos, el cual se derrumba de sus nacimientos con la fuerza de las lluvias que en el invierno caen y para conoçerse si este naçimiento está cerca se ha de ver si el grano de oro está crespo o liso, que si está liso está listo y está muy lejos, por haberse venido arrastrando por los peñascos y arenas, y estando crespo es visto haber andado poco trecho, y ansí al tiento se halla su naçimiento luego”.
La experiencia proporciona a Sotomayor un conocimiento más afinado que el que expresaba Agrícola muy pocos años antes.
Diego Delgado apuntaba que él se servía para el seguimiento de 1as riquezas del subsuelo de “yerbas, piedras y despusiçiones de tierras”11. Por ello, los meses mejores para descubrir indicios mineros eran “abril, mayo, octubre y noviembre”, es decir, aquellos en que se producía un máximo de lluvias, que descubrían los crestones aflorarte.
Pese al escepticismo de muchos, entre ellos Agrícola, la radiestesia era ampliarte  utilizada, también por los paisanos del ilustre escritor minero. En 1570 informaba el minero alemán Leonardo Brun:
“En Alemania (...) quando así cavan, salen çierto que está allí debajo del metal por medio de unas varillas de avellano de que usan, que se inclinan cuando están sobre el metal en manos de algunos, aunque no en las de todos, en manos de este testigo no se abaja y la vía abajar en manos de un cuñado suyo que vive dello y de otros y también por otras señales que para esto tienen los dichos alemanes” 12
Como  tantos otros actos de la época, el descubrimiento de minas tenía también una parte ceremonial. En un denuncio de mina para Su Magestad en la legua acotada de Guadalcanal, relataban así el acto de toma de posesión:
“E dixeron que en nonbre de Su Magd. e para él por virtud de su rreal çedula e como más conuengan al derecho de Su Magd. querían tomar e aprehender la posesión y dicho lo susodicho se anduvieron paseando  por la dicha heredad de viñas (…)  y lançaron piedras de uanda a otra, todo lo qual  dixeron que hazían e hizieron en señal e para adquisición de la dicha posesión que así tomauan de la dicha vena de metal (...)13.

1 La incidencia de la fama de Guadalcanal la señala el doctor Venero, fiscal real en carta de 6 de junio de 1556:
“Otras muchas minas se an registrado en estos reynos, porque a fama desta muchos onbres se an dado en buscarlas...”;
A.G.S. Estado, Leg.° 113, fols. 212 y 213. Cfr. también A.G.S. Estado, Leg.° 113, fols. al 6; 3.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 36, fol. 144. GONZÁLEZ, T.: Registro y relación..., vol. I, p.
2 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 36, fol. 140.
3 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 131, fol. 5.
4 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 18, fol. 12.
5 A.G.S. Casa y Sitios Reales, Leg.° 275-1, fol. 41, relación de Diego de Pisa, año 1566 6 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 28, fol. 22.
7 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 366; fol. 4. Los extranjeros pare interés que los naturales por el hallazgo de metales no preciosos y así los vemos en el Arzobispado de Sevilla ensayando minerales de hierro. Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas 34, fol. 311. Otras noticias sobre extranjeros buscando minas, en GONZÁLEZ, T.: R4 vol. I,  Registro y relación pp. 565, 568 y 672. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 28, fols, portugués Gaspar Díaz, en Aracena.
8 Francisco Díaz de Mestas y sus consortes, que encuentran cinco minas de cobre en Cervera de Pisuerga y Ruesga firman una petición al Consejo en 1557 como “alladores de minas”; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, leg.° 76, fol. 101. En un informe referido a la zona de Baeza-Linares de decía:
El mejor buscador es Juan Martínez (arrendador durante dieciseis años de las minas de Baeza, porque tiene gran conosçimiento de metales y está muy ejerçitado de buscarlas y los más de los plomeros desta tierra para descubrirlas se rigen por su mano y les he oído dezir que no paresçe sino que ve lo que está debajo de la tierra y sin él ay otros plomeros que tienen por ofiçio buscar”
Cfr A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 58, fol. 162. Sobre búsqueda de minas por cuenta de moderes, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 78, fol. 46. Búsqueda de minas por el duque esa en A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 79, fol. 70; por Junta de Herrera, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 65, fol. 125. Sobre la propuesta de C. de Tassis, cfr. más arriba y sobre las pesquisas de JACOME TREZZO, Ch., E. LARRUGA: Memorias..., vol. XXXVI, memoria 158. Investigaciones de Sancho de Paz, contador real, en N-32.
9 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 125, fol. 6. Sobre Ortega Oialvo, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 160, fol. 7.
10 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 126, fol. 5.
11 Cfr. A.G.S. Estado, Leg.° 121, fol. 82.
12 Crf A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda Leg. 103 fol. 12
13 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda Legº 79 fol 74. El mismo documento refiere también la forma como se efectuaban las pruebas de muestras.

“El dicho Cornelio Esconopo e Diego Vazquez, capataz e quatro plomeros, los quales anduvieron en el descubrimiento de la dicha mina, haziendo traviesas por la dicha heredad e caundo en el sitio que señaló el dicho Pedro Garçia y en otras partes y myrando y examinando las piedras que sacuaban para las fundir y enseyar (…)”

De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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