(*)
Sí, el tiempo parece estar detenido aquí, en el inolvidable Coso de nuestro querido Pueblo. Pienso que esta fotografía, para todos nosotros, evocará unos recuerdos amorosos y unas añoranzas no pequeñas. Es una tarde de Feria de 1901, como tantas otras. Es una Feria más, pero de hace setenta y un año. Una Feria más, que hoy todos contemplamos gracias a la mirada indiscreta que dejó impresa para siempre en este plano, una antigua máquina de fotografías.
Por la pasividad que denota el Real de la Feria, saco en conclusión que es una hora avanzada de la tarde, en la cual casi todo el personal está retirado a descansar, algunos, quizás durmiendo una relajada siesta, para luego volver a llenar con su bullicio y alegría todos los Paseos y Casetas del Ferial.
En la parte superior de uno de los Paseos, podemos apreciar dos “Tío Vivo” de los llamados “Caballitos", uno de ellos con las lonas echadas, quizás esperando que se las quiten para empezar su rutinario trabajo, que con sus gritos y vueltas llenarán de gozo y alegría a los pequeños. Un poco más abajo en sentido vertical, vemos cinco Casetas de recreo, con la línea majestuosa y el salero que siempre puso Guadalcanal en estas Fiestas. Frente a ellas, unos puestos de juguetes y bisuterías. Sobre la parte izquierda de la fotografía, las Cantinas llamadas “del rodeo”, donde calés y payos hacían sus tratos. Hacia el Centro de la misma apreciamos el “Tabalao” donde por la noche la banda del Pueblo interpretaba compases y pasodobles que alegraban el ambiente del recinto. Y en línea con él vertiendo su cristalina agua serrana en el largo pilar y abrevadero del ganado: la Fuente, construida ya en el sigo XIX para que más tarde, en el año 1944, fuera derruida y construida de nievo por el regidor Gómez del Valle, en el sitio que hoy ocupa en la actualidad.
Algunos de nosotros, antes de ver esta fotografía, quizá nos hubiéramos imaginado el Coso, no como está hoy, pero tampoco como esta fotografía nos lo muestra. Pues no, el Coso de nuestros días, no es ni un asomo al de aquellos años, donde no existía carretera, los árboles recién plantados no les daban la “vista” y alegría de la cual hoy podemos disfrutar. Fue un año después, en el 1902, cuando Guadalcanal pudo disfrutar, por primera vez, de alumbrado producido por energía eléctrica. Era una dínamo traída por Ignacio Vázquez en dicho año.
El Coso de hoy es como un pedazo de tierra Babilónica o Limbiana, que, cuando lo pisamos, nos hace sentir optimistas y estar orgullosos de haber nacido en una tierra como esta. Y como dijo una vez, nuestro convecino y amigo, don José F. Titos Alfaro: “!Ah¡ el Coso es una de las muchas cosas que tiene Guadalcanal que no tiene el mundo entero. Foco de alegría atrayente e inmantado, balcón de este bonito Pueblo Serrano, que nos hace pensar en él como una rosa inmarcesible”.
Después de esta pequeña definición y apuntes de los que era la Feria de Guadalcanal, allá por los años citados, hoy vemos y contemplamos esta fotografía y rápidamente nuestro pensamiento vuela al Coso a recordar las Ferias más modernizadas y mejor alumbradas de hoy, donde no hay rincón del mismo que la electricidad no haga acto de presencia. Pero no más alegres que las de aquellos años de principios de siglo, donde la alegría se desbordaba por las Casetas y por todo el recinto (como se pueda desbordar hoy), con la gracia y simpatía que Guadalcanal guarda dentro de sí para con estas ocasiones.
Las Ferias se hicieron para la compra y venta de ganado y en ello radica. Las nuevas generaciones, sin embargo, no pensamos así, ya que sólo hacemos con gratos recuerdos de alegría, optimismo y diversión. Dándole al espíritu en estos días una paz y relajamiento que quizá no encontremos en otras fechas más propicias.
En estos días, donde Guadalcanal vive el esplendor de sus Fiestas Patronales como ya es costumbre, se saca en ordenada y solemne procesión a Nuestra Santísima Virgen de Guaditoca, haciendo acto de presencia en el Real de la Feria, bajo el júbilo y clamor de todos y el estruendo de unas tracas de artificios en honor a Nuestra Santa Madre. Algunos admirando a la Virginal y Serrana figura de Nuestra Patrona, pensamos y rehusamos la idea de pensar, en lo que dijo Teófilo Gautier, de que “Nacer es comenzar a morir”, o pensar en las máximas de Gracián. ¿Cuál puede ser la vida que comienza, entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?
No, amigo lector, no son en las máximas de “Gautier” o de “Gracián” en lo que nosotros pensamos, sino en todo lo contrario. En estos días de esplendor y Fiestas, alegrándonos de vivir y olvidándonos del trabajo rutinario de la vida cotidiana, del quehacer y de toda clase de preocupaciones, para volvernos alegres y optimistas, que despierta la envidia y admiración de todo aquel que nos visita.
Pienso que de estas Fiestas de nuestros días, a las de aquellos años, va un intervalo de tiempo bastante grande. Es como si “éstas” y “aquéllas” con estos recuerdos que, como ya he dicho, todos añoramos con nostalgia, estuvieran unidas por un gran istmo que uniera dos penínsulas. Un gran istmo, que se irá haciendo mayor, que se irá alargando con el tiempo y el paso de los años, pero que nunca se borrará de nuestras mentes mientras haya gente delicada y responsable que guarde estos bonitos, y preciados recuerdos que son las fotografías antiguas.
Y he aquí, mis queridos paisanos, esta bella comunión, de unos recuerdos lleno de nostalgia, de las alegrías y anhelos de nuestros pasados, plasmada en esta instantánea, con el amor y el recuerdo de sus hijos de hoy que hacen estremecer sus corazones, como antes la bellísimas comunicación de un beso paternal o filial.
Por la pasividad que denota el Real de la Feria, saco en conclusión que es una hora avanzada de la tarde, en la cual casi todo el personal está retirado a descansar, algunos, quizás durmiendo una relajada siesta, para luego volver a llenar con su bullicio y alegría todos los Paseos y Casetas del Ferial.
En la parte superior de uno de los Paseos, podemos apreciar dos “Tío Vivo” de los llamados “Caballitos", uno de ellos con las lonas echadas, quizás esperando que se las quiten para empezar su rutinario trabajo, que con sus gritos y vueltas llenarán de gozo y alegría a los pequeños. Un poco más abajo en sentido vertical, vemos cinco Casetas de recreo, con la línea majestuosa y el salero que siempre puso Guadalcanal en estas Fiestas. Frente a ellas, unos puestos de juguetes y bisuterías. Sobre la parte izquierda de la fotografía, las Cantinas llamadas “del rodeo”, donde calés y payos hacían sus tratos. Hacia el Centro de la misma apreciamos el “Tabalao” donde por la noche la banda del Pueblo interpretaba compases y pasodobles que alegraban el ambiente del recinto. Y en línea con él vertiendo su cristalina agua serrana en el largo pilar y abrevadero del ganado: la Fuente, construida ya en el sigo XIX para que más tarde, en el año 1944, fuera derruida y construida de nievo por el regidor Gómez del Valle, en el sitio que hoy ocupa en la actualidad.
Algunos de nosotros, antes de ver esta fotografía, quizá nos hubiéramos imaginado el Coso, no como está hoy, pero tampoco como esta fotografía nos lo muestra. Pues no, el Coso de nuestros días, no es ni un asomo al de aquellos años, donde no existía carretera, los árboles recién plantados no les daban la “vista” y alegría de la cual hoy podemos disfrutar. Fue un año después, en el 1902, cuando Guadalcanal pudo disfrutar, por primera vez, de alumbrado producido por energía eléctrica. Era una dínamo traída por Ignacio Vázquez en dicho año.
El Coso de hoy es como un pedazo de tierra Babilónica o Limbiana, que, cuando lo pisamos, nos hace sentir optimistas y estar orgullosos de haber nacido en una tierra como esta. Y como dijo una vez, nuestro convecino y amigo, don José F. Titos Alfaro: “!Ah¡ el Coso es una de las muchas cosas que tiene Guadalcanal que no tiene el mundo entero. Foco de alegría atrayente e inmantado, balcón de este bonito Pueblo Serrano, que nos hace pensar en él como una rosa inmarcesible”.
Después de esta pequeña definición y apuntes de los que era la Feria de Guadalcanal, allá por los años citados, hoy vemos y contemplamos esta fotografía y rápidamente nuestro pensamiento vuela al Coso a recordar las Ferias más modernizadas y mejor alumbradas de hoy, donde no hay rincón del mismo que la electricidad no haga acto de presencia. Pero no más alegres que las de aquellos años de principios de siglo, donde la alegría se desbordaba por las Casetas y por todo el recinto (como se pueda desbordar hoy), con la gracia y simpatía que Guadalcanal guarda dentro de sí para con estas ocasiones.
Las Ferias se hicieron para la compra y venta de ganado y en ello radica. Las nuevas generaciones, sin embargo, no pensamos así, ya que sólo hacemos con gratos recuerdos de alegría, optimismo y diversión. Dándole al espíritu en estos días una paz y relajamiento que quizá no encontremos en otras fechas más propicias.
En estos días, donde Guadalcanal vive el esplendor de sus Fiestas Patronales como ya es costumbre, se saca en ordenada y solemne procesión a Nuestra Santísima Virgen de Guaditoca, haciendo acto de presencia en el Real de la Feria, bajo el júbilo y clamor de todos y el estruendo de unas tracas de artificios en honor a Nuestra Santa Madre. Algunos admirando a la Virginal y Serrana figura de Nuestra Patrona, pensamos y rehusamos la idea de pensar, en lo que dijo Teófilo Gautier, de que “Nacer es comenzar a morir”, o pensar en las máximas de Gracián. ¿Cuál puede ser la vida que comienza, entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?
No, amigo lector, no son en las máximas de “Gautier” o de “Gracián” en lo que nosotros pensamos, sino en todo lo contrario. En estos días de esplendor y Fiestas, alegrándonos de vivir y olvidándonos del trabajo rutinario de la vida cotidiana, del quehacer y de toda clase de preocupaciones, para volvernos alegres y optimistas, que despierta la envidia y admiración de todo aquel que nos visita.
Pienso que de estas Fiestas de nuestros días, a las de aquellos años, va un intervalo de tiempo bastante grande. Es como si “éstas” y “aquéllas” con estos recuerdos que, como ya he dicho, todos añoramos con nostalgia, estuvieran unidas por un gran istmo que uniera dos penínsulas. Un gran istmo, que se irá haciendo mayor, que se irá alargando con el tiempo y el paso de los años, pero que nunca se borrará de nuestras mentes mientras haya gente delicada y responsable que guarde estos bonitos, y preciados recuerdos que son las fotografías antiguas.
Y he aquí, mis queridos paisanos, esta bella comunión, de unos recuerdos lleno de nostalgia, de las alegrías y anhelos de nuestros pasados, plasmada en esta instantánea, con el amor y el recuerdo de sus hijos de hoy que hacen estremecer sus corazones, como antes la bellísimas comunicación de un beso paternal o filial.
JOSÉ BAÑOS CARMONA
REVISTA DE FERIA 1972
(*) La foto que ilustra esta entrada no pertenece al articulo original, si corresponde a la fecha aproximada.
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