By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



jueves, 28 de enero de 2010

LA CONQUISTA DEL PUEBLO JUMANO



UN CAPITULO DE LA VIDA DE JUAN DE OÑATE

…Aquel invierno del año 1626, Gikha sabía que el final de sus días se acercaba, ya no percibía el olor de la arena del desierto, no veía partir a los guerreros de su orgulloso pueblo a las praderas mas allá del Gran Cañón para cazar bisontes y alimentar al resto de la gran tribu, sus desgastados ojos por el polvo del desierto y quemados por las tormentas de arena solo percibían un hilo de luz lo suficiente para diferenciar los días de las noches.
El orgulloso Gikha fue durante treinta y cinco ciclos de invierno jefe del Clan del Maíz, perteneciente a la tribu de los Jumanos que habitaban en la tierra bautizada por los invasores como Gran Quivira, en Nuevo México, su edad avanzada le había hecho tomar la decisión convocar al resto de lideres del clan para nombrar un nuevo mentor, hacia ya mas de cien lunas que su salud se deterioraba y la llamada del espíritu del desierto era cada vez mas insistente.
Gikha reunió a los diez jóvenes representantes de los clanes y tribus que ocupaban la amplia zona de tierra que se extendía desde el río Grande hasta el río Conchos en la enorme Kiva que ocupaba la parte central del asentamiento, para transmitirles sus últimas enseñanzas, convocar a sus antepasados y nombrar al mas apropiado para asumir la responsabilidad de los difíciles tiempos que se avecinaban.
Una vez acomodados en el gran recinto de paredes de piedras simétricas y suelo cubierto de pieles de bisontes y otros animales, el anciano comenzó a hablar e invocar a los espíritus con voz pausada y enérgica a pesar de su edad.
…Ya en la quinta luna desde que se aislaron en aquella gran Kiva en la que solo tenian contacto con el exterior a través de una pequeña hendidura, por donde las mujeres le suministraban agua, zumos alucinógenos de raíces, mazorcas de maíz, semillas de tunas y churotes y otros alimentos producidos por la tierra, cuando el agotamiento y el cansancio hacia mella en todos los asistentes, el gran guerrero tomo la palabra por última vez para contar la cruel historia que mermó su pueblo en tres terceras partes y que tal vez se aproximaba nuevamente:
Hace casi treinta inviernos (entre los años 1598 y 1601 de nuestra era), unos hombres de piel muy clara que cubrían sus cuerpos con unas armaduras semejantes a las corazas de las tortugas que los hacían invulnerables a nuestras flechas y que escupían fuego por unos diabólicos objetos que llamaban arcabuces, llegaron a nuestras tierras cabalgando a lomos de sus caballos causando gran dolor a nuestro orgulloso pueblo, matando a nuestros guerreros, quemando nuestras chozas y cosechas, matando nuestros animales, secuestrando a nuestras mujeres y envenenado nuestros pozos, todo ello en nombre de su Dios y en busca del oro del que carecía nuestra tierra.
…Uno de sus jefes era Juan de Oñate, nombre que jamás se debe pronunciar en nuestra lengua, yo me enfrenté a él en una lucha a muerte, finalmente los dos nos indultamos, le hice comprender que en esta tierra jamás encontraría oro y le regalé otros presentes para que abandonaran nuestras tierras, él me dio este amuleto de madera que ellos llamaban cruz y me dijo que en el final de nuestros días unos hombres vestidos con sencillas túnicas vendrían nuevamente, pero esta vez solo traerían la palabra de su Dios y que a partir de esa fecha sería también el nuestro.
…Finalmente, salieron de la Kiva el día de la octava luna, cuando un gran jolgorio y griterío de niños y mujeres recibían a un grupo de monjes encabezados por los frailes Juan de Salas y Diego López , que se establecieron en la zona, predicaron y bautizaron aquella y otras tribus.

Gikha una vez cumplida su misión, abandonó la tribu en dirección al Gran Cañón, muriendo a penas a unos mil quinientos pasos del poblado, aquella misma noche a miles de kilómetros, en una villa llamada Guadalcanal (España), murió en extraña circunstancias el indiano Juan de Oñate.

Extracto traducido del capitulo XXI del libro ”THE CONQUEST IN GOD´S NAME” (La conquista en nombre de Dios) de la escritora Emily Graham.

Rafael Candelario Repisa

2 comentarios:

  1. Rafael sin duda esto es un trozo de historia preciosa y que te hace reflexionar sobre lo que hicimos los españoles colonizando a los indios americanos, me gustaría leer el libro completo, ¿puedes decirme donde lo has conseguido para comprarlo?

    Quiero aprovechar para darte las gracias por mantener este blog y sacar tantas historias antiguas y nuevas en él, así los hijos de emigrantes como yo, podemos comprender mejor porqué nuestros padres añoran tanto Guadalcanal, sin duda hay personas como yo que estamos esperando una nueva entrada para que nos sorprendas.

    Un saludo,

    José Miguel

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  2. Hola José Miguel, este libro lo he sacado de la biblioteca pública de Teruel, está editado por Editorial Alfaguara en 2005.
    Creo que en la Casa del Libro o cualquier otra tienda especializada lo podrás conseguir.

    Rafa Spinola

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