ALGO MAS QUE NOTICIAS
Escribo estas líneas cuando las noticias que llegan de Haití son cada vez más estremecedoras. El terremoto que ha sufrido este paupérrimo país ha provocado, según los cálculos que las propias autoridades haitianas nos han transmitido, más de ciento cincuenta mil muertos, especialmente en la capital, Puerto Príncipe.El terremoto ha tenido su epicentro, con una precisión geológica catastrófica, precisamente en la capital, donde vive casi la mitad de la población de todo el país. Nada parece haberse escapado, ni edificios sólidamente construidos ni chabolas, pero indudablemente los más pobres han sufrido –como siempre- mucho más los efectos devastadores. A nuestro dolor se une una sensación de remordimiento, porque permitimos que haya países en circunstancias miserables y constantes como Haití.Hay quien piensa que los habitantes del primer mundo tenemos cierta capacidad para comprender y sufrir por los demás, porque nuestro trabajo incluye informar u opinar sobre desgracias y miserias de la humanidad. No comparto esa opinión, o al menos me resisto a aceptarla.Del mismo modo que los médicos no son impasibles ante el dolor de los pacientes, sino que precisamente el dolor y el sufrimiento les lleva a esmerarse y profundizar en el estudio y el tratamiento de las enfermedades. Un buen médico es quien ve en su tarea un modo eficaz y concreto de aliviar el dolor, la enfermedad, se esmera en su capacitación permanente. Pues, del mismo modo, el resto de los humanos o debemos ser impasibles ante el sufrimiento, debemos reaccionar e intentar contribuir a paliarlo con nuestra ayuda material, a la vez que sacar lecciones para exigir a nuestros gobiernos que actúen inmediatamente en estos focos de pobreza y desesperación.El caos y la muerte se están cebando en Haití. Cualquier persona con un poco de sensibilidad está horrorizada al ver las imágenes por televisión de las dimensiones de la catástrofe. Pero no debemos quedarnos paralizados: todos lloramos, todos debemos ayudar ahora y en un futuro a Haití y el resto de países de los llamados “desheredados”, cada uno como pueda, Y repito, exigir a nuestros gobiernos que se pongan a trabajar.
La miseria de este país, la carencia de infraestructuras, la insuficiencia hospitalaria, se han puesto ahora más de relieve. Nos duele que ahora caigamos en la cuenta de tanta miseria, pero hemos de traducir los lloros en ayudar ahora a ese país y en sacar la consecuencia de que no puede haber países en el olvido de la miseria, de los que nos acordamos cuando suceden grandes catástrofes. Ahora urge la reacción inmediata, la que han propiciado las instituciones internaciones, gobiernos y ONG: apertura de cuentas corrientes, envío de personas y equipos…casi de todo tienen ahora necesidad urgente en Haití. Aquí hablamos y sufrimos la crisis económica, pero los haitianos siempre han vivido en la miseria. Tal vez ayudando a Haití aprendamos mucho más sobre nuestra situación, dejemos un poco de mirarnos el ombligo y ese esfuerzo por Haití también contribuya a reconocer nuestros verdaderos problemas, que no tienen una raíz económica, sino de egoísmo materialista. Ahora urge reaccionar y ayudar a Haití. Es el comienzo para aprender algo para el futuro.
RAFAEL CANDELARIO REPISA
Tienes toda la razón Rafa, pero creo que lamentablemente que los ciudadanos de a pié poco podemos hacer, donativos sí, ¿pero llega nuestro dinero a los afectados?, confiemos en que las ONGs en las que colaboramos canalizen esta ayuda, porque del gobierno poco a nada esparamos.
ResponderEliminarE. Torres