By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



lunes, 30 de agosto de 2010

TODO HA VUELTO OTRA VEZ A LA CALMA

EL COSO POZO DE LUZ



Nos resistimos muchas veces a conocer en toda su profundidad ese extraño fenómeno ciudadano por el cual, en una fecha determinada se despierta de su letargo, se paraliza su quehacer cotidiano y como desperezándose (en este juego de brazos y piernas ya tiene sentido el genuino folklore, en el mas noble sentido de la palabra) comienza a manifestarse hacia el exterior, olvidando por unos días todo lo que de vida íntima, habitación, patio, corral, huerto, desahogo, tiene el desenvolvimiento diario y constante del pueblo.
Ninguna otra localización geográfica española tiene mas desarrollado el sentido del pudor y del recato como Andalucía. El cancel de entrada a la casa, el zaguán, la celosía, la persiana, la cortina andaluza, mas que por el sentido de su propio ser, el estar allí colocados para aminorar luces y reflejos, en la casa del sur se instalan para reafirmar mas el recogimiento, evitar la mirada y conseguir –en fin- esa vida interior, ese intimismo tradicional entre nosotros.
Pero hay unos días determinados en los que, como en el oficio litúrgico de la Resurrección, el velo de la intimidad se recorre y un imponente “gloria” atraviesa el aire, rasgas el ambiente y desde lo más hondo de cada existencia la alegría y el júbilo se personifican en un recinto mas o menos amplio, en el que todos van a participar necesariamente. Las ferias de los pueblos andaluces vienen a ser este vuelco hacia el exterior, ese salir hacia fuera, y por lo tanto la exhibición se concreta en farolillos, guirnaldas, banderas, músicas y trajín de fiesta.
En Guadalcanal el júbilo externo de unos días claves responde al nombre de “Coso”. Y es aquí, en este recinto bordeado de sierras y en los primeros días de septiembre donde se repite una vez más ese extraño fenómeno mediante el cual el pueblo rompe su veladura cotidiana y se muestra a la vista de todos. El pueblo entonces, vive en el Coso; ríe, trajina, come, pasea por el Coso. Si hubiera tiempo podría dormir.
En Guadalcanal la palabra “Coso” bien puede tener un nuevo significado, además del que comúnmente se le asigna. Porque recinto es para fiesta y esparcimiento, pero es también ruedo en profundidad desde las alturas que rodean al pueblo; es decir, pozo de luz en las primeras noches de septiembre (no olvidemos que la Virgen de Guaditoca va todo los años a encenderlo) y es también Coso de júbilo durante cuatro días consecutivos que como una estrella fugaz empieza a desvanecerse en la última medianoche cuando los fríos del alba anuncian a traspasar las primeras claridades.
El milagro anual se ha realizado a partir de este momento. Todo ha vuelto otra vez a la calma. Va a comenzar de nuevo el recogimiento. El pueblo adquiere su antiguo pulso y la persiana esquiva ya miradas ajenas. Los objetos de la casa han comenzado a tener su normal fisonomía de intimidad. Entonces una hoja cae lentamente desde la enredadera al patio. La misma maravillosa lentitud tiene ya la vida del pueblo, cuando empieza a teñirse con el color de cobre del otoño que se avecina.

 Juan Collantes de Terán. Revista 1960

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