Guadalcanal en América 9
INDIANOS DE GUADALCANAL (Segunda parte)
El conquistador es un ser que cabalga entre dos épocas. No podía prescindir de la herencia medieval ni del vitalismo del Renacimiento. La honra y la fama les aguijoneaba, pues muchos tenían de que vivir. Otros buscaban la aventura. Había de todo; sin embargo, algunas familias no dieron emigrantes. La mayoría del grupo estudiado de Guadalcanal no son desheredados, sino anhelantes de fortuna.
El primero que conozco, que emigró en 1509, es Pedro Gómez, artesano, que cambió su oficio por la espada. En 1515 Hernán González Remusgo de la Torre marchó para la conquista del Perú. Su sobrino Fernán González de la Torre también se halló en dicha conquista. Francisco de Guadalcanal (su verdadero nombre ere Francisco González de Bonilla) se asentó en Panamá donde fue regidor. Marina Vélez de Ortega, una de las primeras que llegaron a Nueva España, Diego Gavilán, en la conquista del Perú, encomendero y fundador de Huamanga. El caso de los Bonilla es el representativo de una familia con éxito, ha dicho un investigador, y tiene razón en ello. Tras su tío Francisco de Guadalcanal, que marchó en 1517, pasó Rodrigo Núñez de Bonilla, que destacó en Española y Tierra Firme, donde guerreo con sus armas y caballos, perdiendo muchos esclavos. De la conquista de Panamá pasó al Perú. Fue tesorero de la Real Hacienda de Quito, recibiendo de Francisco Pizarro varias encomiendas, siendo de los más ricos de allí, pues sus bienes se acumulaban en unos cien mil pesos. Más tarde nombrado gobernador de los Quijos hijo Rodrigo reedificó la ciudad de Archidona, llamándola Santiago de Guadalcanal. En Quito encontrarnos también a Alonso de Bastida, que fue tesorero real. Pedro Martín Montanero y Juan Gutiérrez de Medina fueron conquistadores y encomenderos. Miembros la familia Ortega emigraron en los siglos XVI y XVII, y así, encontrarnos a Hernando de Ortega, Antonio y Pedro de Ortega Valencia, parientes estos dos los Bonilla, que salieron de Guadalcanal 1540 con rumbo a Nueva España, figurando en la Audiencia de Quito, y encontrándose Pedro corno alguacil mayor a provincia de Panamiá en 1561. En el mismo registro de pasajeros encontramos Bartolomé de la Parra, hijo del doctor Juan de la Parra; Sebastián del Toro y Rodrigo López, hijo de Pedro López el cerrajero. Otros miembros fueron Gonzalo Yanes de Ortega, su hermano, el mercader Alonso de Ortega; Rodrigo de Ortega y Jerónimo de Ortega Fuentes.
Otros indianos fueron Cristóbal de Aros, mercader de ropa en Lima; Pedro de Arcos, Luis de Bonilla Mexía, que mandó una barra de plata a su hermana María de Bonilla, y cuando llego ya había fallecido; Francisco Rodríguez Hidalgo. Alonso y Francisco González de la Espada, dueños de recuas en Arica. Alonso y Juan González. de Sancha, en Tucumán; el capitán Francisco de la Cava, en Potosí; Cristóbal López de la Torre, Álvaro García de la Parra, Juan Garzón, Alonso del Toro, Luis Camacho, Martín de Valencia y Ortega, Hernán Sánchez, el bachiller Pedro de Adrada, Gonzalo Pérez, Francisco Muñoz de la Rica y Esteban García, hijo de Diego Alonso Quintero, entre otros muchos. En México nos encontramos a Diego Ramos Gavilán y Antonio de Bastidas y su hermano Cristóbal de Bonilla Bastida, Hernando y Rodrigo Ramos, comerciantes y mineros; García Núñez de la Torre, en Taxco, minero. En Guanajuato, a Álvaro de Castilla Calderón, que destinó cincuenta mil ducados para erigir el hospital de la Concepción en Guadalajara, y a su hermano Juan, ambos mercaderes y mineros, y a Gonzalo de Bonilla Barba, propietario de minas, igual que los anteriores. También se encontraban allí Hernán y García Ramos Caballero, Cristóbal Martín Zorro, Luis de Castilla Chaves, alguacil mayor de minas; Pedro Ramos y Alonso de Castilla, que forman una colonia de Guadalcanal en Guanajuato. No quiero dejar de mencionar algunos más, como Pedro Sánchez de Gálvez, los Yanes, Rodrigo, Juan, Pedro, Gonzalo y Francisco, Miguel y Luis Ortega, Diego Ramos el Rico y Martín Delgado, que marchó en 1535 y que tiene el mismo nombre que el descubridor de las minas de Pozo Rico.
Los colonizadores liquidan sus haciendas en el pueblo, dejan sus familias y marchan con sus familiares y paisanos de América. Parece ser que no marchan a ciegas, van y vienen algunos, y otros se relacionan por cartas, encargos y dineros y fundan en Guadalcanal capellanías y obras pías que heredan sus parientes, algunos como Jerónimo González de Alanís, que funda el convento de Santa Clara, enviando treinta mil pesos de plata, según su testamento de 1582.
Se llamaban peruleros a los que habían estado en Perú y volvían a Guadalcanal con riquezas. Parece ser que el nombre se extendió a los indianos de cualquier parte que volvieron a su tierra. Entre los peruleros que había en nuestro pueblo he encontrado a los siguientes: Benito Carranco, en 1624 aparece en la collación de San Sebastián. Había sido socio con los González de la Espada y con Arcos en Lima, Juan Bonilla Mejías, .Jerónimo Ortega de la Fuente. Luis de Bastida, Pedro Sánchez Holgado, Diego Gutiérrez sastre de Guadalcanal; Francisco de Torres, Rodrigo de Ortega, que estuvo veinte años en Méjico y regresó en 1608; Agustín de Sotomayor, que en 1613 ya llevaba cuarenta años en el pueblo desde que volvió. Los cinco últimos testificaron en un pleito que hubo sobre Álvaro de Castilla y la Concepción. También hallamos a Jerónimo González de la Espada, hermano de Pedro Martínez de la Pava, cura de Cajatambo, en Perú. Este, al morir, dejó por heredera a su sobrina Ana de Bonilla, de Guadalcanal, en 1615. Bartolomé de la Parra, el hijo del doctor De la Parra, regresó de Santo Domingo, seguramente para ver a sus padres, y en 1565 marchó a Nueva Granada.
Jerónimo de Ortega Valencia, que se fue a Tierra Firme en 1570, lo encontramos en Guadalcanal en 1572, regresando ese mismo año a Indias. Gonzalo Yanes de Ortega, que había venido del Perú, lo vemos marcharse en 1556. Diego Alonso Larios emigró en 1536 a Méjico, volvió al pueblo y en 1561 marcha otra vez pero acompañado de una esclava. También he hallado a la perulera de Santiago en 1565 que tenía un esclavo. El nombre puede referirse a la calle Santiago o a su hospital. En 1577 encuentro a María González la perulera. El más famoso perulero de Guadalcanal es Alonso González de la Pava, que fundó el convento del Espíritu Santo con un hospital anejo. Había hecho un gran capital en Potosí, en las minas de plata del Cerro, que estaban situadas en una montaña. Allí se relacionó con Francisco de la Cava y con Alonso González de la Espada. En 1615 ya estaba en Guadalcanal y en esa fecha se empieza a construir el convento, habiéndomelo encontrado en 1619 en la iglesia de Santa Ana como padrino de bautizo de una sobrina nieta, pues él no tuvo descendencia. Se sabe que poseía minas en la provincia de León en Extremadura. En la escritura de donación manda se digan misas por la conversión de los indios y por las ánimas de los indios muertos en las minas de Potosí, falleciendo en 1620 y siendo sepultado en la iglesia del convento del Espíritu Santo, donde se puede ver su retrato en el retablo.
Su sobrino Juan González de la Pava quiso imitarle y marchó al Perú, siendo desheredado por su tío. Sin embargo, años más tarde, aparece su nombre como patrono del convento. De parientes de Alonso González de la Pava, así como de otros peruleros y conquistadores de Indias, descendemos algunas familias de Guadalcanal, según tenemos constancia.
La conquista, vuelvo a repetir, fue deseo de mejora económica, anhelo de ganar honra y fama, celo misionero, preocupación de ascender socialmente y afán de aventura. Se consiguió algo importante: extender el evangelio, propagar la lengua y la cultura española y, cómo no, nuestra sangre.
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