By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 25 de agosto de 2010

QUE DEPRISA VAN VDS., SEÑOR


Whuzland, Agosto 2010

Estimado español:
Desviaré hoy vuestra atención hacia un hecho digno de psicoanálisis: Me traduce mi nieto de una revista de las que vos me ha enviado, no se si le he comentado, señor, (mi nieto lee correctamente y traduce su idioma gracias a las enseñanzas de un misionero español, lástima que a este le expulsaran de mi tribu por “ciertas formas irregulares de hablar del Díos de los pobres”), bueno continuó después de esta pequeña aclaración, como le decía me lee: que la velocidad es la pasión principal de vuestros coetáneos españoles, por encima del trabajo, la familia y el amor a su propia vida, se puede constatar cada día, si uno pretende respetar las limitaciones de velocidad sigue informando el articulo, pronto se sentirá acosado, es un tipo de acoso, el viario, que llega a horripilar cuando el que apremia es un vehículo articulado de 36 toneladas que, por si no nos hubiéramos apercibido, nos azuza con sus luces.
Creo, señor, que vuestros españoles ignoran varias cosas. En primer lugar, la matemática, en efecto, la ganancia de tiempo por circular a 150 Km./hora (velocidad temeraria a todas luces) es de 6 segundos por cada kilómetro recorrido a 120 Km./hora (velocidad máxima permitida en sus autovías) para ganar una hora, una escasa hora, precisaríamos ir a 150 km/hora durante 600 km. En segundo lugar, la física, se ignora que en curva padecemos los efectos de desplazamiento lateral de la fuerza centrífuga solo compensados por el rozamiento del neumático, que esta fuerza varía con el cuadrado de la velocidad y es de efectos devastadores cuando la adherencia esta reducida por las características del suelo y/o el estado de los neumáticos, como comprenderá, señor, esta parrafada no es obra de un pobre ignorante como yo, lo ha leído mí nieto en una revista especializada en automóviles, también, el fenómeno de acuaplanning, prosigue dicho articulo, siempre presente cuando la carretera se halla mojada y desgastado el neumático. En tercer lugar, las sanciones por exceso de velocidad y los desastres personales y materiales en caso de accidente son irreparables.
Además de la ignorancia qué motiva esta atracción de vuestros españoles por la velocidad, ¿Se sienten mas realizados cuando le ganan al tiempo apenas minutos? creo que los españoles tienen una enorme falta de vida interior, creo que sus paisanos están lo que en nuestro dialecto se llama duhulem (mal de la cabeza dicen Vds.), con el debido respeto, señor, creo que el español hoy carece de introspección y conciencia ciudadana, creo que el hombre occidental moderno, renacentista, de espíritu solidario, no abunda entre sus conductores, que se transforman cuando se sientan en sus potentes vehículos, señor.
Sí, el hombre premoderno dotado de pensamiento mágico con escasa capacidad para alumbrar su propio estilo de vida es el que habita en sus mentes enfermas, un hombre sin principios, descabezado y extrovertido, mitómano, por su comportamiento, comparsa del primer flautista de Hammelin que le encandile con su melodía, incapaz de generar sus propias emociones se limita a percibir la sensación de poder deseando gozar meramente de la sensación de abasallar a los demás.
De no ser así, señor, el ansia loca por la velocidad como generadora de fuertes sensaciones y, sobre todo, de una tremenda percepción de prepotencia, no se daría en sus magnificas carreteras, le hablo desde la propia experiencia, nuestro medio de transporte es el burro o asno o (Equus africanus asinus), apenas alcanza los 5 Km. /h. y nos lleva a todas partes.
Mis antepasados me enseñaron que cuando uno vive una rica vida interior, cuando uno ama, cuando uno cavila y sueña despierto, la velocidad importa poco, tampoco alzarse sobre los demás les debería llenar de felicidad, podríamos decir que Vds. no están para esas cosas, pero estoy seguro de que usted, señor, me entiende. ¿Dígame, señor, no es cierto que cuando conduzca pensativo después de leer mi reflexión  menguará su interés por la velocidad y la prepotencia, ya me dirá que opina, señor?
Que nuestro Dios Alepeuk, os proteja, señor

Un Luzlandés

Rafael Candelario Repisa.- La fragua del pensamiento

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