By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 11 de febrero de 2015

La Sra. Marquesa de Guadalcanal

La Gaviota (1849) de Fernán Caballero

Gaviota es el nombre de un ave marítima. Pero se aplicaba familiarmente a la mujer gritona, imprudente, atolondrada y de ásperos modales, como lo indica el conocido refrán: La Gaviota, mientras más vieja, más loca.


 La mayor parte de los personajes que figuran en el segundo tomo de La Gaviota, son distintos de los que entran en la composición del primero; en este concepto la novela puede considerarse dividida en dos partes, sin más lazo común entre sí que la intervención en ambas de Stein y Marisalada. El primer tomo es como la exposición del carácter de estos personajes; el segundo es el campo en que vemos aquel carácter en acción del siglo XIX. La pintura de la buena sociedad sevillana está hecha en los primeros capítulos, con una gracia y una verdad sorprendentes. Allí abundan los retratos; a algunos se nos figura haberlos conocido. Los más son verdaderos tipos característicos de los diferentes grados de aquella sociedad, pintados con un talento de observación, una seguridad de crítica y una energía de colorido, que no desmerecían al lado de los más celebrados caracteres de Teofrasto y Labruyère.
Personajes como el general Santa María con su exagerado españolismo; Eloísa con su extranjerismo impertinente; la joven condesa de Algar, tan simpática y tan bella; Rita, la verdadera española de buen sentido; Rafael, la marquesa de Guadalcanal, son personajes a quienes, todos hemos conocido bajo otros nombres, o más bien a quienes estamos viendo todos los días en tertulias y paseos, al igual que describió su autora en esta novela de costumbre de una época irrepetible.

Primera cita… En una noche, hacia fines del mes, había gran concurrencia en casa de la joven, linda y elegante condesa de Algar. Teníase a gran dicha ser introducido en aquella casa; y por cierto, no había cosa más fácil, porque la dueña era tan amable y tan accesible que recibía a todo el mundo con la misma sonrisa y la misma cordialidad. La facilidad con que admitía a todos los presentados no era muy del gusto de su tío el general Santa María, militar de la época de Napoleón, belicoso por excelencia y (como solían ser los militares de aquellos tiempos) algo brusco, un poco exclusivo, un tanto cuanto absoluto y desdeñoso; en fin, un hijo clásico de Marte, plenamente convencido de que todas las relaciones entre los hombres consisten en mandar u obedecer y de que el objeto y principal utilidad de la sociedad es clasificar a todos y a cada uno de sus miembros. En lo demás, español como Pelayo y bizarro como el Cid.
El general, su hermana la marquesa de Guadalcanal, madre de la condesa, y otras personas estaban jugando al tresillo. Algunos hablaban de política, paseándose por los corredores; la juventud de ambos sexos, sentada junto a las flores, charlaba y reía, como si la tierra sólo produjese flores, y el aire sólo resonase con alegres risas…
 
Segunda cita….-Tenéis una prima lindísima -dijo el príncipe a Rafael.
-Sí -respondió este-, es una Ondina de agua de rosa, a quien si el amor no dio un alma, en cambio se la dio un ángel.
-¿Y ese general que está jugando y que tiene un aspecto tan distinguido?
-Es el Néstor retirado del Ejército. No tenéis en Pompeya una antigüedad mejor conservada.
-¿Y la señora con quien juega?
-Su hermana, la marquesa de Guadalcanal, una especie de Escorial; es un sólido compuesto de sentimientos monárquicos y monacales, con un corazón, panteón de reyes sin trono.
En esto se oyó un gran ruido. Era el mayor, que al levantarse para ir a reunirse con Rafael, había echado a rodar una maceta.
-El mayor -dijo Rafael- anuncia su llegada. Sin duda viene a suspirar como un órgano, por el poco caso que de él hacen las damas...

Biografía de la autora

Cecilia Böhl de Faber nació en Morges, Suiza, el 24 de diciembre de 1796. Hija del conocido hispanista Juan Nicolás Böhl, natural de Hamburgo y cónsul en Cádiz, y de Francisca Larrea, gaditana que escribió con el seudónimo de «Corina».
Pasó sus primeros años en Alemania hasta que llegó con sus padres a España (Cádiz) en 1813. Cecilia Böhl von Faber, más bien conocida por su seudónimo Fernán Caballero, fue novelista y periodista, colaboradora de La Ilustración Española y Americana. El 30 de marzo de 1816 se casa con el capitán de infantería don Antonio Planelles y Bardaxí y se marchan a Puerto Rico, por ser destinado él allí. Poco después queda viuda y tiene que buscar la protección del capitán general de la isla, que la acoge hasta su regreso. Pasa en Hamburgo luego algún tiempo junto a su abuela, y al regresar a Cádiz conoce a Francisco Ruiz del Arco, marqués de Arco Hermoso, con el que contrae matrimonio el 26 de marzo de 1822. Vivió en muchas regiones del sur de España: el Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Chiclana, Sanlúcar de Barrameda, Dos Hermanas, Sevilla y en Carmona. Como había vivido en todas estas ciudades Caballero conocía bien a la gente del sur de España e inspirada en la realidad y la naturaleza escribió su primera novela La Gaviota (1849) que originalmente fue publicada (en francés y traducido por don José de Mora) en serie en el periódico El Heraldo. Tanto en La Gaviota como en sus siguientes obras el tema principal es El Costumbrismo, lo cual observa y pinta las costumbres de un pueblo tal como eran, sin criticar o embellecer las cosas: La familia de Alvareda (1849), Elía (1849), Clemencia (1852). Las cuatro fueron publicados en Los Cuadros Sociales. Además de la novela, cultivó la poesía y el cuento como Los Cuadros de Costumbres Populares Andaluces de 1852. La autora decidió escribir con el seudónimo porque, como ella misma relata:
"Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público, mis modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán Caballero."
Su casa en Sevilla se convierte en el centro de la vida social hasta que fallece él en mayo de 1835. Dos años más tarde se casa con Antonio Arrom de Ayala, enfermo de tisis y al que la escritora costea un viaje a Manila para que se recupere. Acabó por ocupar en Australia el Consulado de España, pero no consiguió salir adelante ni física ni económicamente y acabó por suicidarse en 1863. Cecilia se queda en la pobreza y es protegida por los duques de Montpensier y la reina Isabel II, que le concede como vivienda una de las casas del Patio de las Banderas del Alcázar de Sevilla. Tras la revolución de 1868 se ponen en venta estas casas, lo que la obliga a buscar otra. Enferma, en 1877 recibe la visita de la reina y en los últimos momentos la acompaña la Infanta Luisa Fernanda. Fallece en Sevilla el 7 de abril de 1877, a los 80 años. Además de una gran cultura dominaba el francés, inglés, alemán e italiano. 
 
La fragua del Pensamiento

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