By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 7 de marzo de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 53

Auge y caída de la producción durante el periodo real.

La Organización de la producción (1)
Mas que los resultados productivos, es la organización del trabajo que facilita aquellos lo que da idea de las dimensiones reales y de la complejidad de la empresa que, si bien de forma fugaz, se pone en pie en Guadalcanal. El volumen de trabajadores que llego a albergar y los problemas que aquella concentración produjo tenían pocos precedentes en Europa y, desde luego, ninguno en España.

1. Una primera división jerárquica: técnicos y mano de obra especializada
La complicación que supone poner en funcionamiento una empresa minera, especialmente si se desea obtener de ella un alto rendimiento, requiere en las labores de dirección, pero no solo en estas, un alto grado de conocimientos especializados. Determinados trabajos como la dirección de labores, la entibación, la construcción de maquinas de cierta complejidad, los enseyes o las labores metalúrgicas, requieren un alto nivel de especialización. Otras sin embargo, como el desagüe, los transportes interiores y exteriores o el derribo de mineral en el interior de los pozos exigían únicamente fuerza física y, por lo penoso de su desempeño, eran habitualmente trabajos poco demandados, salvo en caso de necesidad. Por tanto, esta diferencia determinaba ya una muy clara jerarquización que vendría después favorecida por la apertura de las escalas salariales o por factores aleatorios, como la consideración por parte de los elementos directivos, que tenia consecuencias en aspectos importantes de la vida de ambos grupos de trabajadores, como el alojamiento o las jornadas de trabajo. Así pues, a primera vista, la fuerza de trabajo en la fábrica guadalcanalina aparecía escindida por una división muy neta: técnicos por un lado y trabajadores sin cualificar por otro.
El cargo de mayor importancia, equivalente en una mina actual al de ingeniero director de las explotaciones, era el supervisor, empleo que no tenía entonces una denominación específica, pero cuya misión era la dirección técnica de la explotación; dirigía las labores de profundización y supervisaba todas las operaciones de tratamiento del mineral. Su salario casi duplicaba la cuantía del subsecuente y prácticamente cuadruplicaba la del situado en cuarto lugar.
Le siguen en importancia dos cargos equivalentes a directores de las labores subterráneas y de las de tratamiento del mineral. El primero, denominado “capataz de pozo” cobra un salario mayor que el segundo, que recibe el nombre de “ensayador mayor”, cuya función era intercambiable por la de un ingeniero director de las labores metalúrgicas.
Con un salario colocado en el tercer lugar de las tablas salariales, debido esencialmente a la extrema escasez en el Pals de este tipo de técnicos, el denominado “maestro carpintero” tenía como misión la dirección del entibado de los pozos y la construcción y mantenimiento de la maquinaria ubicada en la mina (1).
Entre ellos y el peonaje existía toda una serie de oficios intermedios de menor tecnificación, pero cuya formación especializada los separaba de la mano de obra sin especialización. En extracción trabajaban varios “capataces” de pozos, cuya denominación esconde una responsabilidad mayor que la calificación igual en la actualidad “su cargo seria hoy asimilable al de un facultativo de minas”. El funcionamiento de las maquinas estaba confiado a un “encargado de los ingenios” y asimismo, tanto en la fundición como en la posterior separación de la plata, la mayor responsabilidad correspondía a los “maestres de fundir y afinar”.La falta de una fuerte tradición minera anterior a la obsolescencia de la tecnología vigente en el Pals a la altura de 1555, que ya había movido al Rey a firmar el contrato con los Fugger, lleva prácticamente a confiar la dirección técnica de la explotación a “alemanes” (2). Recordemos que este término, tal como aquí se usa, tiene un significado más amplio que abarca un conjunto de nacionalidades centroeuropeas (3), entre los que encontramos a verdaderos alemanes procedentes de Sajonia o del condado del Tirol -de Innsbruck-, a flamencos, holandeses, borgoñones, loreneses, franceses, hasta un inglés, el capitán Richard Gudal,
"hábil y de experiencia en las cosas tocantes a conocimiento de minas y metales y de hacer contraminas y otros yngenios prouechosos a la lauor y platica dellas”,
a quien Mendoza llamó a Inglaterra para que viniera a trabajar aquí.
Los primeros alemanes que llegan a Guadalcanal son proporcionados por el representante de los Fugger, Schuren, ya a fines de 1555. Este, a la firma de su contrato (1553) ya tenía a sus órdenes trabajando aquí a treinta de ellos y a lo largo de los dos primeros años de vigencia de aquel -1553-1555- había hecho venir a otros ciento treinta, que en el momento de descubrirse Guadalcanal ejercían sus funciones en diversas minas. A fines de 1555 Schuren recibe la orden de trasladar a la mina real a todos sus empleados germanos, con lo que a comienzos de 1556 ya estaban allí instalados setenta, que en enero efectuaban ya las primeras fundiciones, pero el rendimiento parecía corto, ya que Zarate escribía a Felipe II que
“importaría mucho que se trajesen todos los mas que fuese posible, hasta trecientos dellos, o a lo menos 200 que sean muy hábiles, en especial de buscar minas y fundir y lauar”.
Para ello se establece contacto con los Fugger para que sirvan de enlace en la propia Alemania, al tiempo que la propia Corte, a la sazón establecida en Bruselas, y los embajadores españoles en las capitales europeas cercanas a centros donde las técnicas de minera, metalurgia y ensaye han alcanzado una altura notable, realizan gestiones por su cuenta con una sola instrucción tajante: que los mineros no sean luteranos. Los cargos técnicos de mayor responsabilidad en la mina real fueron contratados así.
A fin de atraerlos, se les ofrecen salarios elevados, sensiblemente mayores que en su país de origen -mientras el ensayador de Guadalcanal ganaba -dos ducados diarios, un colega suyo en Flandes ingresaba solamente uno- y “buen tratamiento”, coadyuvados por un acicate que juega también un papel de importancia: la posibilidad que España ofrece de dar el salto al Eldorado americano, algo que algunos de ellos lograran convertir en realidad de forma más o menos legal. No era esta la idea de la Corona cuando se realizan las pesquisas para su contratación; se trataba más bien de organizar aquí una colonia de mineros arraigados que, al mismo tiempo que pusieran en pie las minas reales, sirvieran como maestros para el aprendizaje de los españoles, de forma que al cabo de un cierto tiempo, la recurrencia a técnicos extranjeros se hiciera innecesaria; con este fin se recomienda que vengan a España acompañados de sus mujeres (4). Pero esta en la idiosincrasia del minero del XVI la movilidad y la falta de raíces, y para asentarlos la Corona debe recurrir cada vez a mayores incentivos; la biografía de uno de los técnicos germanos, el fundidor Cornelio Sconop, es un buen ejemplo del tipo de vida de estos asalariados: sajón, había trabajado en varias minas alemanas, en el ducado de Lorena y en el Tirol, donde es contratado para venir a España. Aquí trabaja para Su Majestad en Guadalcanal y Aracena, de donde se traslada a Almadén, acabando allí sus días en espera de un permiso para pasar a Nueva España.

(1) De la escasez y su incidencia en la fijación de su salario, es buena muestra el que el maestro carpintero Hans Arps, a quien se contrata para venir a España con un salario de 215 maravedíes diarios emigre a las minas de Almadén a los dos años de llegar. Dado que sus servicios se consideran absolutamente indispensables, se entablan negociaciones con él para que regrese a la mina real. Su respuesta es que solo volvería si se le asigna un salario diario de 510 maravedíes, un aumento de más del doble, exigencia que aceptan inmediatamente los administradores de la mina andaluza.
(2) La información sobre la presencia de extranjeros es abundantísima. Sin ánimo de agotarla aparece en A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 364; Leg.° 42, fol. 1; Leg.° 47, fol. 48; Leg.° 57, fol. 121; Leg.° 58, fol. 135, fol. 158; Leg.° 150 bis, fol. 5; Leg.° 28, fol. 42, fol. 10; Leg.° 82, fols. 60 y 61; Leg.° 66, fols. 20 y 23; Leg.° 38, fol. 149; Leg.° 28, fol. 173; Leg.° 30, fol. 103; Leg.° 31, fol. 44; Leg.° 28, fols. 33, 37, 52, 173, 46, 11, 51; Leg.° 103, fol. 12 Leg.° 29, fol. 120; Leg.° 31, fol. 39, fol. 48. A.G.S. Estado, Leg.° 113, fol. 81; Leg.° 56, fol. 90, 91; Leg.° 120, fol. 256; Leg.° 518, fol. 26; Leg.° 519, fol. 16, fol. vto. 4; Leg.° 114, fol. 63; Leg.° 511, s.f., carta del Rey a Antonio Fucar de 5 de mayo de 1556, fol. 194; Leg.° 510, fol. 111; Leg.° 133, fol. 43; Leg.° 126, fol. 130, sobre fundidores alemanes a Málaga; Leg.° 113, fols. 2, 3, 4, 5, 6; Leg.° 114, fols. 162 a 164; Leg.° 137, fols. 164 a 168; Leg.° 512, fols. 59, 73 a 75, 83; Leg.° 114, fols. 111, 158, fols. 162 a 164; Leg.° 116, fol. 118, fundidores flamencos para la artillería; Leg.° 112, fols. 131 y ss., fols. 119 y ss., fol. 131 y ss.; Leg.° 121, fol. 74; Leg.° 511, fol. 194; Leg.° 113, fol. 32 y fol. 41; Leg.° 112, fol. 92; Leg.° 114, fols. 19 y 20; Leg.° 650, fol. 102; Leg.° 120, fol. 256; Leg.° 112, fol. 119 y ss.; Leg.° 140, fol. 136. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 2, fol. 6, fol. 10; Leg.° 14, fol. 5. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., cedula a Juan de Stenberger de 19 de abril de 1558; s.f. "la orden que se tiene en el beneficiar las minas de Guadalcanal" ; s.f. cedula recomendada a J. Stenberger; s.f. cartas del contador Almaguer a Zarate y Pedro Luis de Torregrosa de 28 de enero de 1556; Leg.° 851, s.f., traslado de la declaración de Claudio Mayre que hizo estando preso en el Santo Oficio de Llerena. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 8, fol. 61, fol. 36, fol. 40, fol, 29; Leg.° 46, fol. 99. A.G.S. Patronato Real, Leg.° 26, fol. 158. NONZÁLEZ, T.: Noticia hist6rica... minas de Guadalcanal, vol. I, p. 116.
(3) Como ejemplo, en 1559 se contrataba como maestro de entibación en Guadalcanal a
“Maese Hanz Apts, alemán, natural de Malinas, en el ducado de Flandes”;
cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 22. Rodrigo Lucas, ensayador, del que repetidas veces se afirma que es «alemán», procedía de Holanda.
(4) En algunos casos parece que si se logro esta pretensión. Cornelio Sconop, por ejemplo, matrimonio con una mujer de Aracena y el maestro Hans Aps, cuando abandona las minas se aposenta en Almagro, donde vive de un molino de viento que allí había instalado. Nicolás But, borgoñón,
“ha trabajado en estas minas desde que se descubrieron que ha doce años, sin faltar dellas más de lo que tardo en ir por su muger para traerla”.

De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez 

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