By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 28 de marzo de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 56

Auge y caída de la producción durante el periodo real.
La Organización de la producción  y 4

 Si bien en la tecnología extractiva no se discute la superioridad germánica, ni siquiera por los propios venidos de América, en relación con la de tratamiento de mineral la polémica es constante. La controversia que se suscita cuando en 1573 llega A. de Sotomayor a Guadalcanal es muy ilustrativa al respecto; su comisión es ordenada por la Corona, consciente de que en los casi veinte años de explotación de la mina real, la tecnología allí implatada ha podido quedar ampliamente superada y se han producido mientras tanto en América innovaciones de las que constantemente llega noticia y que convenía importar aquí. El informe que eleva Sotomayor es muy crítico respecto a las técnicas de fundición que a la sazón se usan en la mina andaluza:
“Todos estos géneros de beneficios (los empleados en Nueva España y que acaba de exponer) son diferentísimos del que en Guadalcanal se usa, porque allí se funde por la carbonilla, cosa aborrecida y no usada en la Nueba Spaña, porque con ella no sale el metal bien fundido y se requema y consume la plata con la gran violencia del fuego que en ella anda. El metal que echan es en pedazos tan gruesos como huebos y a treinta arrouas de metal echan solas 20 de greta y cendrada habiendo de echar 60, cosa irreprensible y la más dañosa que puede ser, porque esta liga de greta y cendrada se derrite luego en echándola al horno, si el metal está tan grueso como digo, tárdase mucho en deshacer y como la liga fue tan poca y se fundió tan presto, queda el pedazo de metal grueso batallando con el fuego, cuya braueza requema y consume la plata. El metal ha de ser muy bien molido, como dicho es y a seis arrouas dello echarle doce de liga. y desta manera no se perderá la plata. Précianse de una cosa, ques la que más les condena, y es que aquella reuoltura de 50 arrouas la funden en más breue espacio que en el horno español se funden 12 y esta breuedad es la mayor perdición porque no puede salir fundido con tanto priesa, ni la plata que el metal tienen puede derretirse bien en tan breue espacio”.
Según Sotomayor, las innovaciones que él propone son absolutamente autóctonas y descubiertas en la propia Nueva España por los colonizadores, estimulados por la necesidad,
“este género de sacar plata no se aprendió de los yndios, ni de acá fueron honbres que lo supiesen, porque no sabían fundir y tanbién moraban el afinar sobre cendrada de ceniza y ladrillo y en buytrón, antes solían desenterrar los muertos y quemar los huesos, cuya ceniza sola dezian que aprouechaba para hacer la copella en que afinaban, y ansimismo había otras rusticidades en que se conoce bien la ignorancia de aquel tienpo (...). De veinticinco años a esta parte, la nescesidad y la continuación de esta arte, ha hecho que las gentes caigan fine9a que agora se trata”.
A las críticas de Sotomayor contestan los oficiales de las minas:
“Y en cuanto a lo que el dicho Sotomayor ha dicho, dezimos que se tiene cosa bárbara lo de las Indias en todas las oficinas e yngenios y labores de minas como pudiéndolo cotejar fácilmente se vería y se ve claro en un buytrón aquí nos ha pintado el dicho Sotomayor sin cobertura ni cielo y en un tapado y en el fundir sin escorias y en un yngenio y en las barretas con cavan los yndios y la manera de proceder en la labor tan de bárbaros, sin cuerdas ni tornos ni proporción, sacando a cuestas lo que han cauado y una sola barreta con que ha caundo cada hombre y que todas son cosas fuera de la policía de los mineros y que por tal nombre se deben llamar e que están en uso con la gente de aquella tierra y que a su modo lo hacían como bárbaros (...). De lo que se ha entendido del dicho Sotomayor se ha colegido que la carbonilla sería útil para la Nueva España, de lo cual se podría hazer experiencía mande V.M. traer a esta fábrica Qiertos metales que se mandaron traer de Nueva Spaña para ciertos ensayes, donde se podrá hazer experiencia dellos, y ver si ha efeto que en los de acá, ques muy grande, y tanto que le ha puesto admire al dicho Sotomayor y a todos los demás que vienen de las Yndias (...)”.
Los oficiales manifiestan auténtico desprecio ignorante de la técnica ultramarina; Sotomayor les escribía:
“He dicho a vuestras mergeres que cuanto aquí se hace es diferente de lo que en Nueva Spaña se usa, y que si yo fuera alguna parte, enmendara algunas cosas, me han respondido vuestras mercedes que es disparate pensar que cosas en las Yndias que lleguen a lo que aquí se hace (16).

Diez años más tarde, en 1580, es un indiano el encargado de revivificar la mina, tras el cierre de 1577 en un régimen de semi-contrato; escribía éste a la Corte relatando su anterior estancia en Potosí, y éste es el primer caso en que se cita en Guadalcanal una estancía anterior en Perú, frente a la hegemonía absoluta que hasta entonces mantienen los llegados de Nueva España, claro signo del lento desplazamiento de un área por la otra:
“Me mandó V.M. que sirbiese en la administración destas minas de Guadalcanal y el principal fundamento fue aprobechar estas minas y ponerlas en su ser como persona de quien V.M. tubo relación que entendía estas cosas de labor de minas y beneficio de metales, así por azogue, como persona que fue el primer fundador deste beneficio en Potosí el año 1572 como de otros beneficios”.
Se atribuye Delgadillo, al igual que lo hacía veinte años antes Boteller, ser él quien introducido en Potosí de forma exitosa el nuevo beneficio de azogue, novedad en la que efectivamente pudo tomar parte, a fin de recibir por ello una mayor credibilidad.
No es sólo técnica lo que llega desde Ultramar a la mina de Guadalcanal y a las españolas en general; también llegan capitales. Tanto mosén Boteller como Delgado invierten en la mina real el capital que antes habían acumulado en su estancia americana. (17) Ya veremos más adelante las inversiones de los retornados en otros yacimientos.
Pero la corriente de relación no es unilateral. También desde Guadalcanal emigran técnicos alemanes y españoles a la otra orilla del Atlántico, que en muchas ocasiones se expatrían por su cuenta y llevan nuevos conocimientos a desarrollo original autóctono de la minería americana (18). Pero en otras, los técnicos se desplazan a América por encargo de la propia Corona, especialmente a zonas donde, a diferencia de la Nueva España o Perú, la minería no había alcanzado un grado suficiente de desarrollo o bien donde setrataba de poner en explotación minerales cuya extracción representaba una novedad en las colonias; por una y otra razón se prefería a los técnicos guadalcanalinos frente a los radicados en la península a los de ultramar. En 1568 el Consejo de Indias encargaba a los oficiales de Guadalcanal que informasen de personas hábiles y suficientes que estuvieran dispuestos a ir a r las minas de Nueva Granada, que estaban abandonadas por falta de operarios. (19) En 1578 salen hacia Cuba maestros fundidores alemanes y ayudantes españoles para poner en explotación las minas de cobre de Santiago de Cuba, junto con personas expertas hacer carbón vegetal (20).
De hecho, la idea que se mantiene durante mucho tiempo fue que Guadalcanal fuera centro de formación de técnicos y de experimentación de nuevas técnicas con destino a esta vivificación de las artes mineras, no sólo en la metrópoli, sino también en las colonias. Este carácter de escuela le viene dado ya en las propias ordenanzas que regulan su funcionamiento y que obliga a que los expertos enseñen a aquellos que no lo son su oficio, ya que tal como lo expresa su administrador en 1557, había mucha necesidad de formar mineros expertos tanto para España como Nueva España y Perú (21).
Técnicos de Guadalcanal fueron llamados para hacer pruebas y dirigir las primeras labores en las minas de cobre de Guadix, Alcudia, Almodóvar, Almadén, Fiñana, son hados a la Corte para hacer experimentos de cobre e incluso se desplazan a trabajar también a Portugal, a donde el Rey de aquel país solicita de Felipe II que le envía mineros alemanes de los que trabajan en su mina andaluza, pero también, cuando varios mineros alemanes huyen al reino vecino y son contratados en las minas de Vilaflor —vid. supra—, encuentran allí a algunos trabajadores castellanos que antes habían trabajado en Guadalcanal. (22) .
La misión de escuela y centro dinamizador de la minería que cumplía Guadalc, considera también a la hora de pensar en su abandono, en un momento en que s~ de rentabilidad desde un punto de vista puramente económico era ya clara. A la cc desde la Corte, los oficiales de la mina contestaban:
"Ofrégese tanbién de considerar el recurso que aquí tienen los mineros de ga, Fuente Obejuna, Castuera y otras partes donde se les hagen sus ensaye les desengaña de mil errores que por allá se les ofres9en y se animar. obra" 23.
      
 (16) A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 126, fol. 5.
 (17) Boteller compra el azogue necesario para su contrato con los ingresos que le llegan en la i la Nueva España. Delgadillo afirmaba que había invertido en la mina de Guadalcanal lo que había y traído de Indias; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 47, fol. 60; Leg.° 342, fol. 4.
 (18) Ya aludimos antes a la explotación de Francisco Pérez de Canales. Con él emigraba también un ensayador español que trabajaba igualmente en Guadalcanal, Francisco de Bobadilla, cfr. GONZÁLEZ, T.: vicia histórica.., minas de Guadalcanal, vol. II, p. 389.
(19) Los oficiales contestaban en carta del cuatro de mayo que había plomeros, lavadores, fundidores y afinadores, así casados como solteros que irían de buena gana. Pero eran gente acostumbrada “a la buena paga de Guadalcanal” y sin algún partido en que viesen mejoría en sus personas no se moverían a ir y dando “cuando menos, además de las licencias sería neserario darles el flete y matalotaje”; cfr. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f. de los oficiales de Guadalcanal al Consejo de Indias, 4 de mayo de 1568.
(20) A.G.S. Guerra Antigua, Leg.° 88, fol. 324. Ya en 1557, tras el descubrimiento del nuevo beneficio azogue, se habían enviado 4 ó 5 mineros de Almadén para buscar y poner en explotación minas de gue en Nueva España, cfr. MATILLA TASCÓN, A.: Op. cit., p. 209.
(21) Ordenanza en A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 10. Carta del administra-en GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica.., minas de Guadalcanal, vol. I,p. 367.
(22) Cfr. la orden que recibe Martín de Ramón, administrador de Aracena, en 1556:
“Primeramente ireis a las minas que se fabrican en el término de Guadalcanal y vereis y entendereis muy bien la horden y manera que tiene de beneficiallas y tomarlas heis por memoria para hazer lo mismo en Aracena”
A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., instrucción a Martín de Ramoin, 18 de abril de 1556. también sobre la actuación de mineros de Guadalcanal en otras minas, A.G.S. Consejo y Juntas de rienda, Leg.° 46, fol. 192; A.G.S. Estado, Leg.° 143, fol. 183; Leg.° 144, fol. 116; A.G.S. Consejo y citas de Hacienda, Leg.° 109. No sólo la tecnología, también la reglamentación de Guadalcanal sirve no ejemplo para otras minas, cfr. la propuesta de Juan López de Vivero en A.G.S. Consejo y Juntas Hacienda, Leg.° 53, fol. 62. GONZÁLEZ, T.: Op. cit., vol. II, p. 227.
La misión de escuela y centro dinamizador de la minería que cumplía Guadalcanal se considera también a la hora de pensar en su abandono, en un momento en que su falta de rentabilidad desde un punto de vista puramente económico era ya clara. A la consulta desde la Corte, los oficiales de la mina contestaban:
“Ofrécese tanbién de considerar el recurso que aquí tienen los mineros de Azuaga, Fuente Obejuna, Castuera y otras partes donde se les hacen sus ensaye les desengaña de mil errores que por allá se les ofrescen y se animar obra» (23).
(23) A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 155, fol. 3.

De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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