By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 16 de mayo de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 63


 La mano de obra: su organización y retribución  y 2

Las órdenes de vigilancia a los capataces son estrictas y la baja productividad se penaliza descuento en el salario o con el despido. Se vigilan las labores de derribo:
“porque lo más importante désta fábrica es el ahondar los pozos y yo tengo muy encargado que se haga así y no paresce que se tiene el cuidado bastante, ordeno que el primer domingo que viene, los capataces entren en los pozos que se labran y vaya con los unos dellos Johan de Stenberg, alemán, y con otros ansimismo Rodrigo Lucas, ansimismo alemán, y hagan las señales en todos los pozos que al presente se labran a jornal, por donde se entienda al fin de la semana lo que los plomeros han ahondado de los dichos polos y que de aquí adelante, todos los domingos los dichos capataces sean obligados a hacer las dichas señales y me den noticia o a la persona que estuviere en mi lugar y alrededor de las dichas minas para que se asiente en las copias que se hicieren a los plomeros de la dicha semana y se sepa y entienda por todos cómo se trabaja en los dichos pozos y lo que se ha ahondado y que la persona que por mí (Mendoza) sirviese en el dicho oficio o el veedor tengan cuidado de hacer medir a los dichos capataces lo que se ha ahondado y hecho en cada pozo, y quando les paresciere, hagan entrar en los dichos pozos a otras personas que midan lo que se ha hecho para que se sepa si los dichos capataces lo miden justamente y la persona que usase por mí el dicho oficio, me envíe relación de lo que se ha hecho” 47.
vigilan la extracción y el desagüe:
“ansí en el sacar de la tierra y en echarla en los terreros y en desaguar los pozos ha habido toda la diligencia que se podía tener, porque en habiendo el menor descuido, o en parándose, luego al que los higo le llevan dos y cuatro reales de pena, y ansí nadie osa descuidarse, demás que los capataces sienpre andan sobre la obra proveyendo y ordenando lo que se ha de hacer y remediando las faltas que hay (...); si algún descuido se siente, luego echan la pena y se la llevan sin perdonársela jamás, y que por temor desto, cada uno hace lo que es obligado y que desta manera se ha hecho” 48.
Vigilancia semejante se ejerce sobre las operaciones metalúrgicas, aun cuando una parte ellas, por efectuarse a destajo, requieren menor supervisión. Alternativamente a las mas por baja productividad, existían también premios en metálico —“albricias”— para productividad excepcional. 49
Junto a los trabajos asalariados, hay toda una serie de labores que se contrataban a destajo en subasta a la baja, sistema que la administración contempla como más rentable en términos económicos, especialmente porque podía obviarse en ellos todo tipo de vigilancia sobre la productividad; el plomero —picador— Cristóbal Mondazo, a quien se ;día información en 1570 respondía:
 “no alcanza que se pueda hacer otra cosa más de lo que se hace para el prouecho de la hacienda y a menos costa, porque los destajos que se dan hacen  que salga más barata la labor y más presto, y cuanto a la bondad no puede hacer falta,  más barata porque demás de hallarse presentes los capataces todas las horas, no les pagan el prescio de los trabajos hasta que los capataces los ven y miden y los dan por bien acabados” 50.
La asignación de labores a destajo y labores por salario estaba preestablecida, de forma que  los trabajos de excavación en los pozos eran encomendados a destajistas cuando entraba de ejecutar obras muertas y a asalariados en aquellos pozos en que extraía  mineral, pagados aquellos a un precio fijado por estado excavado, variable según la dicultad de la labor; en las fundiciones, los maestros eran asalariados, mientras que eran destajistas los de las labores de afinación, a quienes se pagaba a tanto por plancha de plomo tratada. En general, se observa una tendencia creciente, a medida que la mina decae, a sustituir los trabajos de asalariados por trabajos a destajo, de forma que en la década de los años 70 trabajos antes desempeñados habitualmente por asalariado por esclavos— como el desagüe, aparecen entonces ejecutados a destajo. 51
Los contratistas de destajos suelen ser mineros o metalúrgicos con experiencia anterior en su trabajo —el morisco de Hornachos Francisco Blanco con su cuadrilla de cuarenta moriscos que había trabajado antes en las minas de su pueblo y en las de Almodóvar puede ser un buen ejemplo— que contrataban una cuadrilla y se ajustaban a un tanto la labor; eran los equivalentes del HUTMAN en las minas alemanas o el GOTMON de las venecianas 51. También en ocasiones, los empleados alemanes se contrataban como destajos por un tiempo. Dado que los tajos se concedían en subasta a la baja, es evidente mano de obra en este tipo de labores era especialmente sobreexplotada y por tendría a reclutarse a individuos marginales, cual es el caso de los moriscos de Hornachos. 52
La presencia de mujeres aparece entre partidores y quebradores, en el lavado del mineral y como contratistas para la fabricación y aprovisionamiento de carbón vegetal en el único caso en que hemos podido hallar el salario de una mujer no había diferencías salariales con los hombres en razón de su sexo 53. No hemos encontrado, sin embargo, referencia alguna a la presencia de niños no esclavos trabajando; ésta está constatada en la de Almadén, por lo que no se puede descartar a priori que lo hicieran en Guadalcanal.
En relación con las retribuciones, un vistazo a los datos, desgraciadamente muy fragmentarios, que nos ha legado la explotación, impone una primera consideración: la amplitud del abanico salarial. Si nos atenemos a los datos del año 1558 aquél del que poseemos un mayor número, entre el salario más elevado del personal laboral, administrativos excluidos y el más bajo, el desnivel es muy llamativo y resulta aún más claro si se reduce a números índice. Si a la más alta de las retribuciones, la del director técnico de explotación le aplicamos el índice 100, al peón de plomero le corresponde una cifra entre el 6,5 y el 7,6. Ahora bien, si excluimos ese caso concreto, el desnivel se reduce notablemente; en relación con la retribución que percibe el segundo, maestro herrero, los índices se elevan a 12,5 y 14,7. En cualquier caso, y aunque descendamos a salarios que ya no son unipersonales, sino que son percibidos por un colectivo más amplio de trabajadores —por ejemplo, los capataces o los maestros de hornos—, la relación sigue siendo 100 y 37,7-34,2.
La observación de las relaciones diacrónicas de salarios ofrecen a primera vista aspectos enormemente sorprendentes. En el lapso de doce años —1556-1568— en que existe constatación de que los precios se elevan, y que se elevan más aceleradamente en el área  andaluza que en cualquier otra parte de España, los salarios de los técnicos en general descienden y lo hacen además de forma notable. Debajo de las cifras, incomprensibles a primera vista, hay una fácil explicación: se trata de un progresivo descenso en las exigencias de profesionalidad y especialización. En los primeros años, la rentabilidad de explotación y el interés de la Administración Real por la mina, hacen que se contraten para trabajar allí a los mejores técnicos y, por tanto, a los más caros; después de 1563, la drástica reducción de gastos supone la sustitución de aquellos, que emigran a otras minas donde son mejor pagados o a ultramar, por otros de menor exigencia, pero también de menor calidad. Ya vimos más arriba cómo el cargo de ensayador, uno de los empleados de más importancia, era desempeñado en 1570 por un platero sevillano, ante la imposibilidad de competir con el salario que ofrecía al empleado anterior la administración de Almadén. En parte, también debió influir en el descenso de salarios el aumento de la oferta de técnicos, formados en esos 15 años entre los vecinos de Guadalcanal.
Los salarios de la mano de obra no especializada aumentan muy levemente: un plomero que ganaba 68 maravedíes en 1558, ingresaba 102 en 1568 y seguía ganando lo mismo 1570 y 1577; un peón de plomero, a quien se pagaba en 1558 de 51 a 60 maravedíes, ganaba 68 en 1568. Pero se trataba de salarios nominales; para los reales, carecemos de elementos suficientes para averiguar una tendencia, además de que ésta quedaría muy enmascarada por tratarse de un plazo demasiado corto. No hemos querido utilizar los datos de precios de trigo que proporciona Hamilton, ya que los pocos que poseemos sobre precios la fanega en Guadalcanal muestran una gran desviación respecto a los de aquél, lógica contamos con la incidencia que la demanda de un volumen realmente insólito de población agrícolamente no productiva debió ejercer sobre el entorno, lo que está en consonante con las continuas informaciones que proceden de aquella villa y hacen alusión a la carestía del lugar. En 1556, Diego Ricote informaba: “esta tierra está muy cara de pan y cebada”, mientras que en 1564 eran los oficiales quienes
“tienen nescesydad de sus salarios y la padecen por ser esta tierra muy gastarse mucho” 54.
La imposibilidad de haber recogido otras informaciones de salarios en zonas cercanas nos ha impedido efectuar comparaciones con los de otras profesiones —lo que hubiera permitido comprobar también el impacto real de la mina en los salarios ajenos a ella, si bien retribuciones en un punto alejado como Valencia para empleados semejantes —carpintero y maestro carpintero en Valencia y Guadalcanal, peones de albañil y de plomero, oficiales de albañil y plomeros en la ciudad mediterránea y en la mina reflejan un desnivel francamente positivo a favor de los de la mina, algo que parece de acuerdo con los informes procedentes de la mina: “el jornal que ganan es grande” decía el administrador en 1559 55; Zárate, en 1556, advertía también que los altos salarios de Guadalcanal, especialmente de los alemanes, suponía
“quitar el ánimo a otras gentes para buscar minas, viendo las grandes costos allí se hacian e paresciéndoles que si no se hallaba la plata debajo del cesped de la tierra, no bastarían sus haciendas a- complirlo”.
Los estipendios de Guadalcanal, de todas maneras, no difieren de los de las otras explotaciones mineras de importancia, como puede deducirse de informaciones semejantes procedentes de Almadén.
Desde luego, el más bajo —el de peón de plomero— debió rebasar poco el nivel de subsistencia; en 1562, calculaban los oficiales el mantenimiento de un esclavo diaria: en 25 maravedíes. Pero al esclavo se le daba vivienda gratuita, se le alimentaba con  abastecimientos comprados al por mayor y, además, recibía vestido. Recordemos, por el contrario, que el trabajador libre y asalariado cobraba sólo por día trabajado y, además debía sustentar una familia. En los demás casos, la diferencia muestra que se debían  colocar suficientemente por encima de la subsistencia, mientras que la comparación, los técnicos cualificados con los de los técnicos de otras profesiones, favorece netamente a los empleados de Guadalcanal: Juanelo Turriano cobraba por aquellos años de 300.000 a 600.000 maravedíes al año, pero era el más afamado ingeniero del reino, mientra Juan de Herrera, el arquitecto más prestigioso percibía en 1577, 300.000 maravedies anuales. También los contratistas de destajos debieron alcanzar altas cifras de ingresos en este caso procurando abrir lo más posible la diferencia entre los ingresos que le correspondían por el conjunto de la obra contratada y los gastos, entre otros los salariales habían de efectuar en su ejecución. El más conocido, por cuanto más asiduo, de entre los contratistas, el morisco Francisco Blanco, 
“después que se fue de aquí, ase dado muy buena maña con el caudal que alcanzó, que algunos años .se obliga a la carniceria de Llerena. Tiene obejas, carneros, cabrás y labor de pan, de suerte que estima mucho la falta de su persona en su hagienda y ño quiere uenir a trabajar” 56.

47. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 323
GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica..., vol. II, pp. 31 y ss.
48 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 103, fol. 12. La penalización, en el caso de los apleados no jornaleros llegaba al despido; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 57. '9 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 29, fol. 196;
49 A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, iras, Leg.° 1, fol. 10; A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., carta de la Princesa Gobernadora A. de Zárate, 26 de mayo de 1556.
50 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 103, fol. 12
51 VERGANI, R.: Op. cit.
52 Sobre el peligro que ofrecen las labores a destajo informaba en 1557 el administrador Diego López “aquí se obligaron unos afinar el arroba de plomo a un real y un quarto y a Vra. Maeg. obligaron copiosa ni premisiva a darles el dicho plomo y otros bienes abaxando y yo les recibirá la baxa porques dañoso el estanco y así por lo que se gastará menos, como porque cnbiene aya munchos afinadores y si esto no se permitiese no avria más de aquellos sino los obligados y aunque agora paresle son bastantes yo se benido el berano no lo podrán sufrir”
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 31, fol. 43. El problema era mucho mayor en donde la amenaza de hidrargirismo se cernía sobre todos los que prolongaran su estancia en aquellos pozos más allá de lo razonable; cfr. MATILLA TASCÓN, A.: Op. cit., p. 62.
El contratista del destajo se veía obligado a depositar una fianza; a veces quebrada por haber do a un precio demasiado bajo y la administración de la mina se quedaba con la fianza. En un destajero había llegado a construir una vivienda en el recinto de la mina para su servicio, quebró y en pago de la pérdida que representaba su quiebra, al no haber dejado otra prenda, la administración de la mina incautó la casa; A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 265, s.f., inventario de efectos de que había en Guadalcanal en 1576.
53 Se trata de Magdalena, hija del flamenco Juan Feltun, quien en las labores de partir mineral ingresaba en 1559, 68 maravedíes diarios, exactamente lo mismo que sus colegas de se: no; cfr. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., copia de los alemanes que trabajan en Guadalcanal desde 18 a 23 de septiembre de 1559. Mujer contratista del abastecimiento de carbón de brezo en A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 265, s.f., relación de edificios de la mina en 1576.
54 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 52, fol. 88. A.G.S. Estado, Leg.° 56, fol. años de malas cosechas, el problema se agravaba. El intento de hallar los salarios reales intenta hacerlo a través de la fórmula proporcionada por GASCÓN-RiCHARD: Grand commerce et vie urbane au XVI. Lyon et ses marchads, vol. II, p. 752.
55 Cfr. LÓPEZ PIÑERO, J. M.: Ciencia y Técnica..., pp. 83-84. De Almadén informaba en 1574 “Los días pasados hablaron al señor Presidente de Ordenes los que hazen los negocios fúcares diziendo como aquí ningún juez se puede sustentar con el salario que está asignad no aber otro aprobechamiento. Y la careza del lugar, que es menester mirarlo porqué jornalero se da aquí más y ay aquí a quien los fúcares dan más de 700 ducados al año que entienden en esta mina”;
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 135, fol. 5. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 28, 5 El cálculo del precio de mantenimiento de un esclavo
“manteniéndose un negro en compañía de muchos, y usándose de grancería en el conprar; y otros mantenimientos adelantados en su tiempo”;
cfr. Estado, Leg.° 113, fol. 42
56 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda Legº 82, fol.57
 
De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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