By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 9 de mayo de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 62

La mano de obra: su organización y retribución 1

En principio, puede pensarse que por debajo del grupo que podríamos llamar privilegiados de los técnicos especializados aparecía una masa homogénea, más o menos voluminosa, de peones proletarizados, desarraigados, en una situación desesperada, percibiendo salarios de hambre y caldo de cultivo de todo descontento y toda rebelión latente. Tal visión, muy ajustada a la situación de una mina europea de la época de la revolución industrial, no se corresponde en absoluto con la de las explotaciones mineras y no solo de las minas reales en el siglo XVI 41.
En primer lugar, el peonaje no especializado no era en absoluto un grupo homogéneo; existía en su interior una primera diferenciación muy clara, la que separaba la mano de obra libre de la esclava. Pero también dentro de la primera aparecen diferencias esenciales entre los obreros contratados y que cobran salario de la administración de la mina y aquellos que trabajan en los destajos y, por tanto, están sometidos a un capataz o jefe de cuadrilla, que es quien ha contratado el destajo. O bien, aunque no sea a causa de de tipo salarial, el modo de vida era muy diferente para los trabajadores de Guadalcanal, que tienen allí su casa e incluso, en muchas ocasiones, cultivan una pequeña parcela, que para aquellos que se han desplazado desde lugares alejados, que viven en barracones junto a la explotación y que componen por tanto un grupo de mayor desarraigo. Todo ello, sin olvidar que en los primeros años de explotación de la mina una parte de los extranjeros trabajaron también como peones y por el hecho de su procedencia  ingresaban un salario mayor que el de los españoles.
El número de operarios en la mina fue extraordinariamente variable, en función de cómo se desarrollaran las tareas de extracción y tratamiento del mineral. Cuando en el derribo de éste se tropezaba con zonas duras, se reforzaba ese pozo, siempre teniendo en cuenta que existían unas posibilidades máximas de acogida en éstos. Igualmente, en época de máximas lluvias, se reforzaban hasta donde fuera preciso las labores de desagüe. Las operaciones de tratamiento, ya lo dijimos, no se efectuaban durante todo el año sino que existía una estacionalidad marcada por la llegada del verano, en el que se suspendía; pero cuando la producción se reduce, especialmente a partir de 1565, los meses en el que se efectúan esos trabajos son aún más restringidos. Por tanto, las fluctuaciones en la mano de obra en función de la demanda de trabajo por la empresa se producen, no solo de unos años a otros, sino también de forma estacional e incluso semanal; ya veremos que existen también unas fluctuaciones estacionales no derivadas de la demanda de la propia  empresa, sino que obedecen a la propia oferta de mano de obra. Sólo nos es posible aquí, pues, referirnos a unos máximos y unos mínimos, y ello sin perder de vista que el volumen de un momento dado puede resultar modificado en corto lapso de tiempo.
Tampoco ha sido posible llegar a establecer series de salarios, dado que, por un lado, la información es extraordinariamente fragmentaria y, cuando la hay, caótica, aparecen mezcladas retribuciones anuales, mensuales, semanales y diarias; por otro, La extensión del trabajo a destajo oculta durante muchos años las retribuciones y, por último carecemos absolutamente de información sobre los componentes de un salario, lo que hace que nos sea imposible llegar a las razones por las que dos oficios que aparecen con la misma denominación reciben diferentes percepciones; baste recordar otra vez el desnivel salarial entre alemanes y españoles que desempeñan un mismo puesto. Resta añadir que tampoco las categorías profesionales están  en absoluto fijadas, de forma que dos denominaciones idénticas ocultan tras sí a veces categorías muy diversas.
Por tanto, y aún lamentándolo y envidiando a aquellos historiadores dedicados al estudio de épocas en que el afán por el rigor y la exactitud han hecho avances, debemos contentarnos únicamente con sentar algunas afirmaciones que pueden deducirse con nitidez de la documentación manejada.
En primer lugar, la división del trabajo ha hecho grandes progresos en el trabajo minero y se distingue un número muy elevado de dedicaciones y, por consiguiente, de retribuciones. En una de las nóminas de semana de 1558 —6 al 12 de marzo— aparecen veinticuatro clases de empleos diferentes entre el personal laboral —es decir, excluidos los cargos administrativos, pero también aquellos empleos auxiliares que no trabajaban para la mina a tiempo completo, como los encargados del abastecimiento, de la compra de leña, de la manufactura de carbón, etc.
En la mayor parte de las labores, la organización en forma de colaboración en equipo de varios trabajadores con funciones asignadas muy concretas era lo más usual. En las labores de extracción y tratamiento de mineral, cada equipo estaba a cargo de un capataz —de labores subterráneas, de lavadores o de ademadores— auxiliado por los llamados “capataces menores”, mientras que en las de metalurgia, las funciones equivalentes a las de aquel las desempeña el maestro —de fundición o de afinación—. Ya vimos antes la composición normal de un equipo de extracción subterránea —dos picadores, un transportista de interior y dos elevadores de material— que será la normal hasta que una nueva técnica, la basada en el empleo de la pólvora, transforme por completo la organización de las labores en el subsuelo. En metalurgia, los maestros de fundición y afinación eran auxiliados por ayudantes de fundición o afinación, mientras que las labores menos especializadas se dejaban a los peones.
Excepto en el caso de los técnicos de mayor relevancia —el supervisor general, el ensayador y su ayudante o el jefe de entibación, etc.—, que cobraban un salario mensual, con lo cual quedaban asimilados al personal administrativo, el resto de los trabajadores asalariados —es decir, excepción hecha de esclavos y personas que trabajaban por contrata o destajeros— eran jornaleros, lo que equivale a percibir un estipendio por jornada trabajada, con lo que no cobraban los numerosos días festivos que caracterizaban el calendario laboral del antiguo régimen. Sólo en el caso de las especialidades en que la oferta era más escasa, como la de maestro de fundiciones, percibían dos sueldos diferentes, uno mientras se efectuaban las fundiciones y otro cuando aquellas estaban en suspenso 42.
La contratación de jornaleros se efectuaba de forma semanal; entraban a trabajar los lunes a primera hora de la mañana y se les despedía y abonaba el jornal
“los domingos después de haber oído misa, en mano propia a las personas a quien tocare cada partida, públicamente a donde todos lo puedan ver”» 43.
En el caso de los técnicos, su admisión se realizó en algunas ocasiones previo un examen de suficiencia que se enviaba a la Contaduría y era ésta la que resolvía, mientras que el de la mano de obra de menor especialización se les contrataba en función de su presencia en el punto de contratación —la plaza central de las instalaciones— y atendiendo circunstancias de fuerza física y destreza atestiguada por los capataces. 44 Los empleados especialmente los técnicos con contratos de mayor duración que la semanal, tenían obligación de cumplir estos hasta el fin, salvo dispensa de la administración; el administrador de la fábrica estaba facultado para perseguir y sancionar su incumplimiento 45.
Estaba también confiada por las ordenanzas a la administración de la mina la vigilancia y el control de la productividad de los trabajadores. La ordenanza de octubre de 1557 indicaba:
“la persona que tuviere cargo de rescibir y coger la gente que ha de trabajar la dicha fábrica, ha de mirar que sea la más util y experimentada que ser pueda y el vehedor ha de tener especial cuydado de ver si trabajan sus horas acostumbradas, especialmente de noche, ques quando más fraude suele haber en este al que viere que no trabaja como debe, dará noticia al que lo coge y rescibe por que ponga otro en su lugar, y si no lo hiciere, auisará dello al administrador general para que lo prouea, y la misma quenta y cuydado ha de tener la dicha persona que los coge y rescibe, requiriéndolos muy a menuro para ver si asis a la labor” 46.

41 Nuevamente he de referirme a la monumental obra de Rolande TREMPE: Les mineur 1848-1914 como término de referencia para efectuar comparaciones.
Noticias sobre los trabajadores en la mina de Guadalcanal, en A.G.S. Consejo y Juntas Leg.° 31, fol. 43 y fol. 50; Leg.° 47, fol. 66; Leg.° 39, fol. 89; Leg.° 68, fol. 129; Leg.° 82, 121, fol. 9; Leg.° 265, s.f., relación de gastos y gente que trabajó en Guadalcanal entre 11 de marzo de 1577; Leg.° 75, fol. 86; Leg.° 82, fol. 60. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 30, fol. 40. A.G.S. Estado, Leg.° 114, fols. 162 a 164, fols. 19 y 20; Leg.° 511, fol. 228; Leg A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 851, s.f., estado de la mina en 31 de diciembre di 3.072, s.f., relación de la costa que había en las minas de Guadalcanal a 8 de marzo de Escribanía Mayor de Rentas, Leg.° 1, fol. 10; Leg.° 14, fol. 5. GONZÁLEZ, T.: Noticia históricas  p. 525.
42 Cuando la actividad de la mina ha comenzado a decaer, en 1565, eran menester cuatro afinadores en la época del año en que se afinaba. De ellos, uno estaba fijo en la mina y los otros venían cada vez que eran llamados, para lo que las afinaciones se agrupaban en temporadas, uno residía en Almodóvar del Campo y otro en Fuente el Maestre. Cobraban a destajo y, además, veinte ducados al año de salario; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 66, fol. 22.
43 Hasta 1564 cobraban por semanas empleados y jornaleros. A partir de ese año —reestructuración económica— los primeros cobran cada cuatro meses y los segundos de forma semanal.
44Quedamos enterados del exámen que se ha de hazer en la suficiencia de Alonso Marín Cordoués y Juan Mercader y de las diligenrcias que Juan de Jutillo higo en virtud de la prouisión que sobresto se le envió, lo qual se ha de guardar y venido que sea el examen aquí conforme a ella se oviere hecho, se proveherá lo que convenga al seruigio de Su Magestad;
A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 8, fol. 55.
45 En 1557 el administrador Diego López informaba que había prendido a un especialista “porque me fue de la fábrica y me dexó la hazienda parada”; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° fol. 43.
46  A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 1, fol. 10. En 1558 comunicaba Mendoza i Corte las órdenes que en la vigilancia había expedido:
“Hay una persona que asienta toda la gente que sirve en las minas y hace las nóminas de todos ellos y lo que gana cada uno, y los días que siruen y faltas que hacen. Hay uno que coge toda la gente así plomeros como los que andan en los tornos y todas las otras personas que menester para la fábrica y este dirvere al que hace las copias que los asiente y tiene cuidado ver si trabajan y si son buenos peones y de hacerles dar buen recabdo de picos y almadana otras herramientas con que trabajan y de ver si los herreros dan buen recabdo de pico almadanas y otras herramientas con que trabajan y de ver si los herreros dan buen rrecabo decir a la persona que asienta las faltas que hacen las personas que trabajan, y el domingo la tarde cojen toda la que es menester y en presencia del administrador y del juez si se hace desembaragado hacer muestra della, y queda asentada para toda la semana por la dicha persona que lo tiene a su cargo, la ordinaria por sí y la extraordinaria en otra copia aparte y los que asientan para trabajar de día, no se asientan para trabajar de noche so pena de pagar el c los asentare los jornales (...). Hay tres guardas de pozos. Estos toman la razon de la gente i ha de entrar en cada porro, así de noche como de día y los ven entrar y al salir los catan por que no saquen ningund metal ascondido. Estas guardas velan por sus tercios toda la noche.
En cada pozo se pone la gente que es menester, segund lo que las personas que lo tiene cargo dicen. Con la gente que entra en los pozos de donde se saca metal van quadrilleros c son buenos plomeros y están viendo lo que hacen sienpre, y cuando faltan a los trabajado herramientas, estos salen por ellas y les dan todo recabdo y estos dan aviso de cómo va la ve para que entren personas pláticas a verla y avisen si es menester ademar. En cada uno de pozos de que se saca metal, hay hecha una casilla de tapias y tejado con puerta y gerradur en seyendo de noche que entran los plomeros que los caben, gierran la puerta con llave y si tienen nescesidad de pedir alguna cosa, llaman a una campanilla y la guarda que vela acude a ver qué es lo que quieren y se lo da. Hay persona que tiene cargo de ver todos los pozos y mirar si va bien labrada la vena y la siguen bien, o se aparta algún ramal, e si va bien ademada, e mide los destajos que se dan a los plomeros en los pozos que no se saca metal”;

De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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