By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 4 de julio de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 67

La vida en la mina 2

la oferta de mano de obra
Y es que, visto todo lo anterior, será la falta de mano de obra un problema que aquejará de forma continua a las grandes minas hispanas que emplean un contingente importante de mano de obra y que tratan de organizar la producción con medios  para conseguir mayores rendimientos que en el resto de las minas, donde todos los problemas a que antes hemos aludido se producen en grado mucho mayor, pero a las que no afectan  de la misma forma, ya que su horizonte de producción y, por tanto, sus exigencia; productividad son radicalmente diferentes. A la escasez general de brazos para el trabajo que parece poder constatarse en España durante la segunda mitad del siglo XVI, se una especial repugnancia que parece afectar al trabajo minero, especialmente si éste le convierte en fuente única de ingresos. En circunstancias especiales, este problema se agrava aún más; en 1573, Rodrigo Lucas informaba que no se hallaban brazos para trabajar en las minas de Alcudia-Almodóvar, porque
“an sacado tanta gente del rreyno para la guerra, que a de auer falta de trabajadores. Por esta causa se deue procurar entretener a los estrangeros para adelante no los echemos de menos” 89.
Ya hemos visto antes algún atractivo en forma de privilegio que intenta fomentar el, flujo de mano de obra hacia la minería. Se buscan otros incentivos, alguno de especial interés en años de carestía: actuar a través del abaratamiento de los abastecimientos, tan importantes como la subida de los salarios. En 1558 escribía el veedor de Guadalcanal:
“de tener un buen abastecimjento en la fábrica, redundaría bien a toda la fábrica de comerse el pan barato, valiendo tan caro en aquel tienpo, que no es poco remedio, ni lo sería para esta hienda de V.M. andar descansada de gente trabajadora, lo qual lo andará sieñpre que los mantenimientos los den en moderados prescios, lo qual se puede hacer sin perder nada, antes se ganaría el contento de la gente trabajadora, y que no osasen por esto los veranos pedir acrescentamiento de jornales90
En 1570, eran trabajadores de la propia mina quienes abundaban en la misma opinión; Avaro Blanco, capataz morisco, informaba:
“que convernía prever con gran diligencia en que se buscase trigo y se trajese a estas minas en abundancia, y se amasase aquí, y se diese y repartiese entre las personas que aquí trabajan porque con esto venía mucha gente a trabajar y se tornarían los destajos más baratos con saber que hay trigo en moderado prescio, porque si viniese el tienpo a no tener pan, como paresrce que se ha encaminado estos días, la jente que aquí trabaja precisamente había de desamparar la labor por ir a buscar pan, pues aquí no lo hay ni lo puede haber sí no es de acarreo y en los lugares de donde se trae, habrá falta en traerlos” 91
En el caso de Guadalcanal, respecto a la oferta de mano de obra hay que distinguir los grupos muy bien diferenciados:
— Los «mineros-campesinos», aquellos que trabajan en las minas, pero al mismo tiempo mantienen su relación anterior con las actividades agrarias y, por lo tanto se dedican al trabajo minero de forma parcial.
— Los “mineros profesionales”. Gentes dedicadas al trabajo de la minería a tiempo completo.
Los primeros proceden generalmente de un radio no demasiado alejado respecto a la mina andaluza. Vienen en la mayor parte de las ocasiones de otras localidades con tradición minera anterior, situadas en la actual provincia de Badajoz, Azuaga, Castuera y Hornachos especialmente, además de Fuente del Arco y Llerena; evidentemente, también de las localidades más cercanas: Cazalla, Constantina, la propia Guadalcanal, pese a que, como más adelante veremos, se producen reticencias frente a los naturales de ésta. con frecuencia, suelen formar cuadrillas a las órdenes de mineros profesionales de su misma procedencia que hacen de destajistas.
Los mineros profesionales, aparte de los extranjeros ya antes estudiados, proceden en primer lugar de las localidades extremeñas antes citadas y acuden allí como destajistas o de labores especializadas —fundidores, afinadores, picadores—. Un grupo muy significativo es el de los moriscos de Hornachos, gente a quien se considera muy experta en labores le derribo y, en general, en todos aquellos trabajos mineros en los que no fuera necesario el uso de las nuevas técnicas alemanas, pero frente a los que existe un cúmulo de prevenciones de otro tipo, de origen claramente racista:
“Antes que se proveyese que Agustín de Zárate fuese a beneficiar esas minas, se hicieron en ellas muchos hurtos e fraudes, y aún después que él fue se hicieron algunos, porque como los que entendían en las labores dellas eran naturales de Hornachos y Azuaga, y los más dellos moriscos, y estaban acostumbrados  a  hazer hurtos e fraudes e no los podían quitar la costunbre, especialmente siendo el metal tan rico”.
En 1557, otra información se expresaba así:
“son tantas las maneras que antes que aquí viniera se husaban, en especial en los moriscos que no sauen dezir verdad ni tienen congiencia para dexar de hurtar que según es público y notorio se hurtarán de tres partes una. (...) Ay moriscos en Hornachos que tiene de un año a esta parte 12.000 ducados de hacienda, y teniendo antes 1.000”.
Junto al destacado grupo de los de Hornachos, había allí presentes también moriscos procedentes de Azuaga, Plantea ello una pregunta de imposible contestación dado nuestro nivel actual de conocimiento, ¿era el oficio de minero ya antes de la aparición Guadalcanal característico de moriscos o son moriscos simplemente porque su proporción era muy alta entre los habitantes de Hornachos y Azuaga, pueblos con tradición minera? Contestar a la pregunta resolvería algunas cuestiones en relación con la consideración que antes de Guadalcanal merecía el oficio de minero. En cualquier caso, gentes de este grupo social pueden encontrarse también trabajando en otras pequeñas minas reales como Valverde de Mérida o Aracena, en minas particulares como las de Almodóvar-Alcudia o Zalamea de la Serena y en Almadén después de 1571, aunque en este caso como mano de obra forzada a residir allí tras la guerra de Granada 92.

89 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 127, fol. 3,
“porque si no se procura cómo esta gente se entretenga, bolueran a su tierra por facilitar ocupación y no vernán por acá auiendo tanta distancia de camino y tan trauajoso”.
90 A.G.S. Diversos de Castilla, Leg ° 46, fol. 21.
91 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda.
92 En enero de ese año se pregona en la villa de Almadén y su partido una carta real en la que s escribe:
“habemos sido informada que algunos de los moriscos que se han sacado del reino de Granad (...) van y vienen a la sierra, donde todavía quedan algunos rebelados y que los proveen de vituayas (...)”.
A raíz de ello se ordena su residencia obligatoria y la vigilancia de los moriscos, así como que
“si alguno se topase más cerca del reino de Granada que del lugar que se le ha señalado para estar, se ahorque irremisiblemente”;
cfr. MATILLA TASCÓN, A.: Op. cit., pp. 382-383. El más conocido de los moriscos es el capataz Francisco Blanco, que en 1567 solicitaba
“que se le  paga merced luego de que se le ale a él y a sus hijos Vierto destierro que tiene por el Santo Oficio de la villa de Hornachos veinte años ha, siendo muchacho, y esto D. Francisco de Mendoza se lo prometió muchas vezes y con esto le entretenía en las minas y sin esto no trataría cosa»;
cfr. GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica..., vol. II, pp. 212-213. Una información dice de él que se había criado entre las minas de Almodóvar y Hornachos; cfr. GONZÁLEZ, T.: Op. cit., vol. 1I, p. 121.
Sobre la destreza de los moriscos, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 51, fol. 23, sobre las minas del campo de Calatrava en 1563:
“la vena del Viejo anda buena, aviamos la quitado a los moriscos y dádola a los españoles (sic); y visto que no se daban buen maña la dimos a los moriscos de Hornachos”.
La prevención contra los moriscos aparece reflejada en las ordenanzas de octubre de 1556:
“el dicho administrador no consienta que en la dicha fábrica esté ni rresida ningún morisco de hornachos, si no fueren los de Francisco Blanco a cuyo cargo está la labor de los pocos (...) 3 aquellos no los consientan entender en otra ninguna cosa de la dicha fábrica ni entren en la; fundiciones ni afinaciones, ni en la casa de los metales”;

cfr. A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.°14, fol. 5.


De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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