By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 3 de octubre de 2015

Adelardo López de Ayala o el figurón político-literario 9

Capítulo IX  

El argumento de “La Gloriosa”
Hemos visto en el capítulo anterior cómo Ayala partió a bordo del Buenaventura para recoger de Canarias a los generales  desterrados, que quería colocar por delante de Prim al frente del movimiento. Y por sabido callamos que la revolución se apoyaría en la escuadra anclada en Cádiz, que se había comprometido a pronunciar su jefe Topete, montpensierista decidido también.
Ayala llegó a la Orotava el día 14 de septiembre de 1868. Allí era esperado en persona. Serrano conocía bien al que llevaba la conspiración y sabía que no había de dejar a nadie el cuidado de acudir a libertarle. Sin la libertad del ex favorito, otro que tal condición no tuviera se pondría a la cabeza de los rebeldes, con lo que el movimiento carecería del ritmo honorable que se deseaba. ¿ Cómo iba su organizador a prescindir?... Imposible del todo.
Así, cuando el Duque de la Torre, estando con sus compañeros, recibió el aviso de que un barco les esperaba para trasladarlos a Cádiz, dijo:
> Ha venido Ayala.
Con éste embarcaron Serrano y los demás generales. Y mientras hacía Cádiz navegaban convinieron todos en que era preciso dirigir un manifiesto al país llamándole a la rebelión. Como era lógico, Ayala fué el encargado de redactar el documento.     t
Cumplió el encargo maravillosamente. Su pluma tajante y florida, experta en el drama y en la zarzuela, hizo algo que había de conmover a la galería y que incluso podría admitir mica. Muchas veces se ha reproducido esa proclama; pero vamos a reproducirla una vez más. ¿Dónde tendrá mejor acomodo que en una biografía de su autor?... Pues otra cosa no hará hoy; más lo que es retratar al que la escribiera, bien: lo hace. "Por, sus frutos los conoceréis", dijo San Mateo. Conózcase a Ayala, literato y político, por este su fruto, en que se magnificó político literariamente
"Españoles:

"La ciudad de Cádiz, puesta en armas con toda su provincia, con la armada anclada en su puerto y todo el departamento marítimo de la Carraca, declara solemnemente que niega su obediencia al Gobierno de Madrid; segura de que es leal intérprete de todos los ciudadanos que en el dilatado ejercicio de la paciencia no hayan perdido el sentimiento de la dignidad, y resuelta a no deponer las armas hasta que la nación recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se cumpla ésta.
"¿Habrá algún español tan ajeno a las desventuras de su país que nos pregunte las causas de tan grave acontecimiento?
"Si hiciéramos un examen prolijo de nuestros agravios, más difícil sería justificar a los ojos del mundo y de la Historia la mansedumbre con que los hemos sufrido que la extrema resolución con que procuramos evitarlos.
"Que cada uno repase su memoria y todos acudiréis a las armas.
"Hollada la ley fundamental, convertida siempre antes en celada que en defensa del ciudadano; corrompido el sufragio por la amenaza y el soborno; dependiente la seguridad personal no del derecho propio, sino de la irresponsable voluntad de cualquiera de las autoridades; muerto el Municipio; pasto la Administración y la Hacienda de la inmoralidad y el agio; tiranizada la enseñanza, muda la Prensa, y sólo interrumpido el universal silencio por las frecuentes noticias de las nuevas fortunas improvisadas, del nuevo negocio, de la nueva Real orden encaminada a defraudar el Tesoro público, de títulos de Castilla vilmente prodigados, del alto precio, en fin, a que logran su venta la deshonra y el vicio. Tal es la España de hoy. Españoles, ¿quién la aborrece tanto que se atreva a exclamar: así ha de ser siempre?
"No, no será. Ya basta de escándalos.
"Desde estas murallas siempre fieles a nuestra libertad e independencia; depuesto todo interés de partido, atentos sólo al bien general, os llamamos a todos para que seáis partícipes de
la gloria de realizarlo.
"Nuestra heroica Marina, que siempre lea permanecido extraña a nuestras diferencias interiores, al lanzar la primera el grito de protesta, bien claramente demuestra que no es un partido el que se queja, sino que los clamores salen de las entrañas mismas de la patria.
"No tratamos de deslindar los campos políticos. Nuestra empresa es más alta y más sencilla. Peleamos por la existencia y el decoro.
"Queremos que una legalidad común, por todos  creada, tenga implícito y constante el respeto de todos. Queremos que el encargado de observar la Constitución no sea su enemigo irreconciliable.
"Queremos que las causas que influyan en las supremas' resoluciones las podamos decir en alta voz delante de nuestras madres, de nuestras esposas, de nuestras hijas: queremos vivir la vida de la honra y de la libertad.
"Queremos que un Gobierno provisional, que .represente todas las fuerzas vivas del país, asegure el orden, en tanto que el sufragio universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y política.
"Contamos para realizar nuestro inquebrantable propósito con el concurso de todos los liberales, unánimes y compactos ante el común peligro; con el apoyo de las clases acomodadas, que no querrán que el fruto de sus sudores siga enriqueciendo la interminable serie de agiotistas y favoritos; con los amantes del orden, si quieren verlo establecido sobre las firmísimas bases de la moralidad y el derecho; con los ardientes partidarios de las libertades individuales, cuyas aspiraciones ponemos bajo el amparo de la ley; con el apoyo de los ministros del altar, interesados antes que nadie en cegar en su origen las fuentes del vicio y del mal ejemplo; con el pueblo todo, y con la aprobación, en fin, de la Europa entera, pues no es posible que en el Consejo de las naciones se haya decretado ni se decrete que España ha de vivir envilecida.
"Rechazamos el nombre que nos dan nuestros enemigos: rebeldes son, cualquiera que sea el puesto en que se encuentren, los constantes violadores de todas las leyes, y fieles servidores de su patria los que, a despecho de todo linaje de inconvenientes, las devuelvan su respeto perdido.
"Españoles: Acudid todos a las armas, único medio de economizar la efusión de sangre, y no olvidéis que en estas circunstancias en que las poblaciones van ejerciendo sucesivamente el gobierno de sí mismas, dejan escritas en la Historia todos sus instintos y cualidades con caracteres indelebles.
"Sed, como siempre, valientes y generosos. La única esperanza de nuestros enemigos consiste ya en los excesos a que desean veras entregados. Desesperémosles desde el primer momento, manifestando con nuestra conducta que siempre fuimos dignos de la -libertad que tan, inicuamente nos han arrebatado. Acudid a las armas, no con, el impulso del encono, siempre funesto; no con la furia de la ira, siempre débil, sino con la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su espada.
".¡ Viva España con honra !"

A los generales les pareció el manifiesto una obra maestra. Estaba en él cuanto ellos hubieran dicho si supiesen manejar la pluma como la espada. "Adelante", "! marchen!" "Un, dos, tres..." Y además, se tocaba llamada, convocando a los liberales, por si querían acudir, y, juntamente, a las clases acomodadas, a los amantes del orden y a los ministros del altar, para que entre todos pidiesen a los partidarios de las libertades públicas y privadas que cometieran la tontería de incorporárseles, "bajo el amparo de la ley", de una ley que ya se haría en forma que no permitiera ni respirar libremente. Hasta cuando se decía a los paisanos que empuñasen las armas, se les advertía que era como "medio de economizar la efusión de sangre", y se les recomendaba que las tuviesen con la punta hacia abajo, que es como está colocado el atributo mellado parejo a la balanza desnivelada con que se simboliza por partida doblemente falsa la Justicia. Con la boca abierta de admiración debieron de escuchar todos su lectura.
Acaso el Duque de la Torre torciera el morro cuando oyó aquello de que se quería poder decir "en alta voz", sin temor a ruborizar virtuosas señoras e inocentes señoritas, "las causas que influyan en las supremas resoluciones", pues durante los felices tiempos en que actuara de amante de la Reina produjo alguna de las que dejaron de llamarse crisis de Gabinete para ser llamadas con más propiedad crisis de alcoba.
Esto va por mí, debió de pensar el general ex bonito. Pero recordando que líneas antes leyera Ayala que estaba "corrompido el sufragio por la amenaza y el soborno", desechó aquel inoportuno pensamiento. ¡Nada iba por nadie! ¿ Cómo había de aludir, en tal caso, a la podredumbre electoral quien sólo salía diputado cuando el Gobierno le apoyaba, y aun cambiando cada vez de distrito, porque ni sobornados ni amenazados querían volver a votarle los electores?... Todo lo que el comediógrafo escribió era cosa de comedia.
¡El argumento de una farsa! De la farsa que pretendían hacer sus organizadores con esa Revolución, que, si luego se calificó de "Gloriosa", fuélo por las modificaciones introducidas en el primitivo plan. Y en clase de argumento de farsa podía admitirse lo que Ayala escribió.
Firmó, pues, el Duque de la Torre con los generales adjuntos. Y firmó Topete, quien posteriormente se vio que siempre firmaba como en barbecho. Y firmó también el caudillo demócrata, que ya preparaba su adaptacióncita.
El manifiesto se publicó en Cádiz, fechado el 19 de septiembre de 1868, con las firmas siguientes, en el orden que se dan: Duque de la Torre, Juan Prim, Domingo Dulce, Francisco Serrano, Bedoya, Ramón Nouvilas, Rafael Primo de Rivera, Antonio Caballero de Radas, Juan Topete.

Luís de Oteyza
Vidas Españolas e Hispano-Americanas del Siglo XIX
Madrid, 1932 

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