By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 21 de octubre de 2015

Guadalcanal y su antigüedad 1/3

Portada del catalogo
Primera parte

(M.S. original mutilado,  en 4º, letra del siglo XVII,  34 fojas.)

En este articulo, tal como se inserta, hallóse entre los papeles del Sr. D. Bartolomé José Gallardo, y nos lo ha sido facilitado por el Sr, Sancho Rayon, á quien tantos servicios debemos. Por nota que tiene del famoso bibliófilo, se sabe que el manuscrito á que se refiere existía en 1824, en la librería del lectoral Tríanes (sic), que antes (en 1813) lo había visto en la de D. Antonio de la Torre, notario del cabildo de Cádiz. Y de letra posterior hay otro reglón que ya echaba de menos los maliciosos, diciendo secas: después me la regaló a mí. G. - No ha parecido, sin embargo, entre sus papeles.
En cuanto á Guadalcanal y su antigüedad, dista, en nuestro concepto, bastante de merecer los elogios que Gallardo te tributa, ni por el lenguaje, ni por la investigación, que sólo en lo que toca á las minas romanas es erudita y notable. Acaso el bibliófilo extremeño la estimaría así con relación á la escasez que de estas interesantes monografías se padece en nuestra común patria, y más principalmente á medida que nos acercamos á su limite geográfico de Sierra Morena. Por esta misma razón, junto con el respeto debido á su memoria, y por reparar en algún modo la pérdida siempre sensible del manuscrito, insertamos íntegro su jugoso extracto, despojándolo, como es natural, de la endiablada ortografía que, por no faltar á su costumbre, le puso. Dice, pues, así: 
Guadalcanal, ilustre villa del (corregido al margen, Extremadura en el) maestrazgo de Santiago, provincia de León, ha corrido en su población y antigüedad la desgracia...”
Y acaba en hoja rota: “El número de los hijos hidalgo, hombres insignes en letras, armas, oficios y dignidades... y otras cosas memorables...”
No aparece el nombre del escritor; pero en el folio 12-32 da señas de haber sido fraile franciscano, acaso del mismo convento de Guadalcanal, y por el tono, extremeño. Es pluma elegante y castiza. Escribía á mediados del siglo XVII.
La obra está escrita en discurso seguido, y el paso vamos sacando de ella los apuntes siguientes:
“De Guadalcanal ignoramos no sólo la primera fundación, sino lo que más es, el nombre que tuvo en aquellos primeros tiempos (fol. 2). Llegó á pensar eque la (fundación) de esta villa fue del rey Gerion que llamaron Avo, hijo del rey Hyarbas de Mauritania, por los años de 1690 antes de Cristo. (Diod. sic., lib. v, cap. n; Pineda, 1ª' parte., lib. u, cap. VIIII, § 2.) Fundo este pensamiento en tres conjeturas: la primera es lo que dice Diodoro Siculo, que este rey Gerion fué el primero que descubrió los ricos minerales de la Sierra Morena...
La segunda es los rastros que hallamos de aquellos tiempos en la caldera que trae por armas la villa de Alanis, aludiendo, como dice su tradición, á los caldeos, sus primeros habitadores, y á la lengua que entonces más que otra se usaba en España. La tercera conjetura saco de algunas monedas de plata antiquísimas, que, halladas cerca de Guadalcanal, han llegado á mis manos, y tienen divisas y letras de las que usaban aquellas primeras naciones que vinieron á poblar en España.” 
¿Quién, pregunto yo, habrá andado algún monte de las sierras de Guadalcanal, que no haya hallado rastros do estos edificios, algunas cuevas ó minas ciegas y asoladas con el tiempo, curiosas piedras, ladrillos masaríes , que eran aquellos muy grandes y anchos de que ya casi se ha perdido la memoria en España? Y en estos tiempos se han hallado sepulcros en los campos de Guadalcanal hechos con estos ladrillos. Pues estos indicios, ¿qué hacen, sino persuadir el trato y comercio grande que aquellas naciones tenían en nuestras tierras, y en particular de las que voy hablando? De quien hace notable memoria Festo Avieno es de los masienos, selvisinos, feroces y ricos: llama masienos á los de las comarcas del Almadén, llamado Masia antiguamente , y por la destreza que tenían en hacer los ladrillos masaríes; selvisinos llama a los de Sevilla y su contorno; feroces á los de Sierra Morena, y ricos á los de la costa de Tarifa y Cádiz.
De la Sierra Morena ¿quién hay que ignore sus riquezas? ¿No se ven hasta hoy en los montes cuneos de Ayamonte infinidad de reliquias de los hornos y minas? Junto a  Aracena y Aroche ¿no están los campos llenos de deshechos antiguos, y en nuestros tiempos se ha tratado de refinarlos y reducirlos á moneda? En las comarcas de Almadén ¿no brotan cada día plata los mayores desiertos? ¿Guadalcanal no fué por excelencia, como después diré, el sitio más rico de metales que se hallaba, y de cuyos efectos vino á heredar el nombre que hoy tiene? ¿.Alanis y su contorno no fué donde el rey Gerion y sus caldeos hallaron pozos de plata?... ¿El oro y la plata de las sierras de Córdoba no fué de quien más caudal hizo Anibal (Sil. Ital., lib. m) para llevar á Italia después de la guerra de Sagunto?... ¿Todas estas tierras no están contiguas á la provincia Turdetania? (Ac Turdetania, eique contigua regio... Strabon.) Pues juzgue el desapasionado, y verá cuánta fuerza se hizo el que pretendió persuadirnos que la región contigua á los turdetanos eran las campiñas de Andalucía, y no las extremeñas de la Sierra Morena (fólio 6).
Plinio... haciendo memoria de ésta región (libro XXXII, Cap. v; Diod.,  Sic., lib. VI, cap. 21) dice que aquellas naciones antiguas, y mucho más los romanos, codiciosos del oro y la plata, minaban por larguísimos trechos la sierra, horadando las mayores montañas, al modo que en nuestros tiempos se ha visto en las minas de Averoja, en las de esta villa de Guadalcanal; hoy día lo vemos en las minas del azogue en el Almadén, y todas estas minas y otras están en Extremadura, y de ellas dice Plinio que muchas veces se hundía la tierra y las peñas, perdiendo, los que en los pozos trabajaban, la vida, quedando en ellas sepultados; que cargaban los montes sobre arcos y bóvedas, y los pedernales que no se sujetaban al hierro, el fuego y vinagre los vencía, y que la tierra que cavaban y las peñas de los metales los sacaban en hombros de mano en mano; que hallaban en partes la tierra más dura que las mismas piedras y la rompían con cuñas y almadanas, y acabada esta labor, degollaban los arcos sobre que cargaban los montes, y al tiempo de caer hacia señal la centinela que estaba en las cumbres, y él solo sentía cuando se bajaban, y avisando que se apartasen, huían , y la montaña caía con mayor estruendo y ruido que puede pensar hombre humano; y sin este trabajo, tenían otro mayor, que era llevar los ríos acanalados para lavar la tierra que sacaban , y para esto juntaban los montes, allanaban los collados, levantaban los valles, y porque el agua les viniese á piso, la tomaban muy alto en las partes que por naturaleza solos pájaros se podían tener, y por aquellas partes hacían paso para ellas, colgando á veces los hombres por los riscos para que cavasen. ¡Espectáculo horrendo y temeroso! Que en los más altos montes hacían estancos cuadrados muy grandes para recoger las aguas, de que se hallan hoy algunos en estas comarcas, como también las grietas y aberturas de los montes, que conocidamente son de los que habla Plinio y Diodoro Siculo. Pues nada de esto conviene á los llanos y campiñas de Andalucía, con que se entenderá cuán sin fundamento lían querido privar á esta comarca de Guadalcanal de la gloria que te dio naturaleza... (folio 7).
Para mayor connotación del intento y probanza de este asunto, quiero traer á la memoria los inagotables frutos, la multitud de ganados que se crían en los campos y sierras de Fregenal y Aroche y en las sierras que llamamos Ardevalo, las deleitables frescuras y la abundancia de frutos de Aracena, las montañas soberbias q         ue por falta de agricultura están como vagabundas y estériles, la provisión que se hace para cargar las flotas y para sustentar el reino de vinos preciosos en Alanis, Fuente Ovejuna, Constantina, Cazalla y Guadalcanal (Inc. Mar. Sic., lib. n). La grande suma de aceite, cera, miel, grana, pez, bermellón, almagra, tocinos y salsamenta, finos paños de lana, barros curiosísimos de la ciudad de Salacia, hoy Salvatierra, cerca de Zafra, á quien A. de Lebrija (lit. S.) pone entre los túrdulos junto á Mérida. Exportantur (dice) e Tardetania multum frumenti ac vini , oleumque non multum modo, sed et optimum; prolerea cera, pix, mel, et coco multus, et minisum, sinopica terra non deterius, tum salsamenta copiosa, quondam etiam, multum vestium ad vehebatur, nunc lanas, coraxorum lana prestantiores, longeque pulcherrime, tum summé, terina texto, que saleratae efficiunt, etc (sic) (Estrab., lib. III). Y despues dice: Cum autem tot bona suppeditent , non leviter sed vel oprime observet, mireturque aliquis quod íta ferax metatlorum est (sic) (fól. 8).
Son conocidas las ovejas y demás ganados que de verano se apacientan en las riberas y ríos que entran en Guadalquivir desde la ciudad de Córdoba á la de Sevilla por la parte de las sierras, que son Guadarroman, Guadiato, Bembezar, Guadalora, Retortiilo, Guadalvacar, Viar y Güelva, cuyos arenales deslumbran á la vista del sol á quien pasa por ellos, y los ganados queso abrevan en sus riberas, se tiñen con las mismas arenas de color de oro (61. 8).
Catalogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles, impresos y manuscritos que tratan de las provincias de Extremadura
Compuesto por D. Vicente Barrantes (Diputado a Cortes, Caballero de Cristo de Portugal, 4º Oficial del Consejo de Estado).
Imprenta y Estereotipia  M. Rivadeneyra 
Madrid,  edición 1865

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