By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 7 de septiembre de 2016

El patrimonio monumental de Guadalcanal a través de la historiografía artística 1

Aproximación bibliográfica
primera parte



1.- Visiones globales del patrimonio artístico de Guadalcanal: de los diccionarios geográficos a los catálogos monumentales y guías artísticas.


Como testimonio de su pasado, Guadalcanal conserva un interesante patrimonio monumental integrado como es sabido por una serie de construcciones tanto religiosas como civiles que guardan en su interior piezas artísticas de diferente valor, pero que son elocuente muestra de la religiosidad popular y formas de vida de otras épocas. En torno a las fundaciones eclesiásticas y piadosas establecidas en la localidad, como las parroquias de Nuestra Señora de la Asunción, San Sebastián y Santa Ana, los conventos de San Francisco, la Concepción, Espíritu Santo y Santa Clara, los antiguos hospitales, el santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, las ermitas y cofradías, etc. se desenvolvió la actividad de diversos artistas (arquitectos, escultores, pintores, orfebres, etc.) que se dieron cita para el ornato de estos recintos sagrados. 
Patrimonio que viene marcado a lo largo de su historia por la peculiar circunstancia de constituir una interesante encrucijada artística, punto de encuentro entre el arte andaluz y el extremeño, en virtud de la pertenencia de Guadalcanal a Extremadura hasta que los cambios administrativos del siglo XIX determinaron la adscripción de nuestra localidad a Andalucía. Como sabemos, la dependencia jurisdiccional de la localidad con respecto a la Orden de Santiago – presente en buena parte del territorio extremeño – y su inclusión dentro del marco administrativo de la denominada Provincia de León de dicha orden militar marcaron el desarrollo de su vida tanto civil como eclesiástica. De ahí que Guadalcanal haya formado parte hasta el siglo XIX del territorio de la Baja Extremadura, destacando las relaciones de dependencia jurisdiccional que mantenía con respecto a Llerena, capital religiosa y sede del Priorato de San Marcos de León, del que como ya hemos apuntado dependían jurisdiccionalmente los templos y clerecía de la localidad. Y si a ello unimos la condición de Llerena como importante centro artístico, donde laboran numerosos artífices que abastecen la demanda de piezas destinadas tanto a sus propios templos como a los de otras localidades de la zona, es lógico que Guadalcanal fuese también destinataria de la producción de los obradores llerenenses, que acabarían dejando su impronta estilística en nuestro legado monumental. Sin embargo, este componente extremeño de nuestro patrimonio queda matizado por las influencias andaluzas que suben desde Sevilla, verdadero emporio artístico cuyo peso irradia a las regiones limítrofes, determinando que los encargos de obras de cierta envergadura se encomendasen a los prestigiosos talleres hispalenses. 
Esta maraña de relaciones explica que ante la contemplación de los edificios religiosos de Guadalcanal puedan advertirse rasgos formales propios de la arquitectura bajoextremeña, como pueden ser los modelos de portadas, el diseño de torres y espadañas, la tipología de las cubiertas, etc., elementos obviamente compartidos por otros templos de las localidades pacenses vecinas y matizados en nuestro caso por el sello andaluz presente en la imaginería de origen sevillano venerada por nuestra cofradías, obra como se sabe en su mayor parte de destacados imagineros del siglo XX. Pero esta presencia del arte sevillano ya se había dejado sentir, como veremos, de antiguo, pues ya desde el siglo XVI la documentación de los archivos hispalenses revela los encargos hechos en la ciudad del Guadalquivir de retablos, esculturas y pinturas con destino a los templos de Guadalcanal, que venían a rivalizar con las ejecutadas en los talleres llerenenses. Por desgracia, los reveses de nuestra historia contemporánea, en especial los desgraciados sucesos de la Guerra Civil, acabaron reduciendo drásticamente esta herencia artística, que sólo podemos evocar a través de las noticias documentales, algunos testimonios fotográficos y las pocas piezas salvadas de la hecatombe, como el retablo mayor de la iglesia del convento del Espíritu Santo y algunas pocas esculturas, como la del Señor de la Humildad y Paciencia.
Ante tantas pérdidas, resulta complicado el análisis de la evolución del patrimonio monumental de Guadalcanal, dificultad acrecentada por la dispersión de las fuentes documentales para su estudio, repartidas entre la propia localidad, las ciudades de Sevilla y Badajoz y los ricos fondos de la sección de Ordenes Militares del Archivo Histórico Nacional, sin olvidarnos de otros archivos de diferente naturaleza y ámbito que potencialmente pueden tener interés para nuestro tema, como los de San Marcos de León [1] , Simancas, Chancillería de Granada, Indias, etc., amén de los fondos de nutridas bibliotecas como la Nacional de Madrid, entre otras que pudiéramos señalar. 
En un primer escalón de estudio y sin salir de la localidad, el Archivo Parroquial – que recoge la documentación de las tres parroquias con las que antaño contamos [2] , hoy reducidas a la de Santa María de la Asunción – registra en las páginas de sus Libros de Fábrica la actividad de aquellos artífices – arquitectos, alarifes, canteros, escultores, pintores, orfebres, etc. – que de una u otra forma laboraron en el ornato de nuestras iglesias, cuyos nombres quedan registrados en los pagos que por su labor recibían por de parte de la Fábrica Parroquial. Esta relación laboral entre artista y cliente (que en este caso es el estamento eclesiástico) quedaba regulada mediante escritura notarial que fijaba las características, precio y plazos de ejecución y entrega del trabajo encomendado, documento que se otorgaba por ambas partes ante escribano público, bien de nuestra localidad, cuyas escrituras se conservan hoy en el Archivo Municipal [3], o bien de otros lugares en los que radicase el taller artístico al que se le encomendaba la obra, como Llerena o Sevilla, de los que en estos dos últimos casos sus escrituras notariales se hallan depositadas en el Archivo Municipal llerenense y el Archivo Histórico Provincial sevillano, respectivamente. 
Completando los archivos locales, hay que referirse seguidamente a los archivos eclesiásticos de Sevilla y Badajoz. Sabido es que al extinguirse en la recta final del siglo XIX el Priorato de San Marcos de León e incorporarse los territorios que lo integraban a la jurisdicción del obispado de Badajoz, Guadalcanal formaba ya parte en lo civil de la provincia de Sevilla, por lo que por lógica administrativa pasó en lo eclesiástico a la Mitra hispalense, adscribiéndose al Arciprestazgo de la vecina Cazalla como escalón intermedio de la jerarquía eclesiástica. Estos cambios de filiación canónica, consecuencia como vemos de la supresión de la jurisdicción eclesiástica que hasta ahora había mantenido la orden de Santiago, determinaron que la documentación que hasta entonces obraba en el extinguido Provisorato de Llerena, del que como ya sabemos dependía Guadalcanal, pasase a engrosar los fondos del Archivo del Obispado de Badajoz, remitiéndose al Palacio Arzobispal de Sevilla sólo una parte de los documentos de nuestra localidad, especialmente autos judiciales de asuntos civiles, conventos y capellanías de los siglos XVI al XIX, hoy conservados en el Archivo General del Arzobispado, cerrado a la consulta cuando se escriben estas líneas a causa de las obras de remodelación acometidas en sus instalaciones para adecuarlas a las nuevas necesidades de consulta por los investigadores. Deciamos que al pie de la Giralda se halla una parte de la documentación de Guadalcanal, porque en el archivo diocesano de Sevilla faltan expedientes de otros asuntos, como obras de fábrica, cofradías y hermandades, diezmos, informes de visitas canónicas, etc., de los que gracias a ciertas citas bibliográficas y a las referencias verbales facilitadas por algunos investigadores extremeños que nos honran con su amistad, sabemos que se conservan en el archivo diocesano de la capital pacense, aunque su consulta no resulta nada fácil por el especial celo con que el archivero los custodia y regatea a los afanes de los investigadores. 
Y como colofón de este panorama archivístico, la sección de Ordenes Militares del Archivo Histórico Nacional [4] completa el conocimiento ya no sólo de nuestro arte, sino de nuestra propia historia, gracias a la continua presencia de Guadalcanal en los fondos correspondientes a la Orden de Santiago, lo que se advierte en documentos de muy diversa naturaleza, como pleitos, peticiones, memoriales, privilegios, probanzas, etc., que patentizan nuestra rica e intensa historia local. Para el estudio de nuestro patrimonio artístico contamos dentro de esta sección con una fuente de especial valor, los denominados Libros de Visitas, que contienen los informes efectuados sobre las localidades santiaguistas por los Visitadores desplazados a las mismas para su inspección durante el último tercio del siglo XV y a lo largo del siglo XVI. 
En estos documentos se recoge una auténtica radiografía de la localidad, ya que se atiende a aspectos tan variados como efectivos poblacionales, aspectos socio – econónicos e institucionales, y como no podía ser menos en siglos de tan extrema religiosidad, todo lo relacionado con la vida religiosa, tanto a través de las instituciones eclesiásticas – parroquias, conventos, ermitas, cofradías, etc. – como en los edificios que les servían de sede, minuciosamente descritos en estos informes. Visto el amplio abanico temático y la remota cronología de esta documentación, no hace falta insistir en su valor como excepcional fuente histórica para los territorios santiaguistas en general y Guadalcanal en particular, como lo prueba el que estos informes hayan sido ampliamente utilizados por algunos autores, que en su lugar serán citados, y por nosotros mismos, decididos a divulgar el contenido de estos Libros de Visitas al ser conscientes no sólo de su extraordinario interés, sino de la dificultad de su consulta, ya felizmente mitigada al existir copia microfilmada de los mismos en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz. 
Esta abundancia de potenciales fuentes de información no debe hacernos perder de vista que la obra de arte es el documento primario e insustituible para su estudio por el historiador. De ahí que la historia del arte deba construirse no sólo con el trabajo de gabinete en el archivo y la biblioteca, sino obviamente con el análisis de la propia obra, de la que hay que estudiar todo un mundo de aspectos: tema, materiales, estilo, autoría, cronología, génesis, antecedentes, consecuentes, relaciones, influencias, etc., cuestiones que en el caso de Guadalcanal cobran especial interés dada su ya aludida condición geográfica y cultural de cruce de caminos entre Andalucía y Extremadura. Aspectos como la tipología de nuestros templos, soluciones arquitectónicas, repertorios ornamentales, patrimonio mobiliar como retablos, canceles, etc.,artes figurativas como la escultura y la pintura, las artes suntuarias en sus diversas manifestaciones como la orfebrería, la rejería o el bordado, han sido desigualmente abordados hasta ahora por la historiografía artística en relación con nuestra localidad. 

[1] SIERRA CORELLA, A.: “ El Archivo de San Marcos de León “, en Boletín de la Real Academia de la Historia, XCIX (1931).
[2] DE LA PRADA ESPINA, Diego Luis: “ Guadalcanal “ , en Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla, vol. I. Banco Español de Crédito, Sevilla, 1992. Págs. 561 – 574. 
[3] V.V. A.A.: Archivos Municipales sevillanos, vol. II. Diputación Provincial de Sevilla, 1984.
[4] JAVIERRE MUR, A. L. – GUTIERREZ DEL ARROYO, C.: Guía de la Sección de Ordenes Militares. Patronato Nacional de Archivos Históricos, Madrid, 1940, y Catálogo de los documentos referentes a los conventos de Santiago, Calatrava y Alcántara que se conservan en el Archivo Secreto del Consejo de las Ordenes Militares. Madrid, 1958.

Salvador Hernández González 
Revista de Feria y Fiestas (2004) 

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