By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 3 de octubre de 2009

VIVENCIAS SANTANERAS


PENSAMIENTO LÚDICO

Hablando del pasado…


Este verano me encontré en El Palacio un amigo Santanero que hacía treinta años que no nos veíamos, después de tanto años, nos reconocimos por la pinta, como dicen en nuestro pueblo, nos ubicamos en el pasado y charlamos animadamente de nuestros recuerdos de niños en Santa Ana y él sarcásticamente me dijo que nosotros pertenecíamos a la “Generación de los Arrancaos”, le pedí una explicación de porqué nos había bautizado con ese nombre y me convenció.
Efectivamente, los que abandonamos de niños Guadalcanal durante la década de los sesenta y principio de los setenta fuimos arrancados de nuestro hábitat natural para padecer la maldita emigración a ciudades y pueblos hostiles y desconocidos.
Durante el tiempo que estuvimos sentados en la poza vinieron a nuestra mente recuerdos, vivencias y amigos con los que por circunstancias hemos perdido el contacto y que el único lazo de unión que nos queda es vernos de vez en cuando en nuestro pueblo, demasiado de vez en cuando, me dijo, una eternidad, le apunté.
Dejamos libre la mente y aforaron los recuerdos infantiles en el barrio de Santa Ana, me decía ¿te acuerdas cuando vinieron las catequistas y nosotros la subíamos por el resbaladero?, ¿y nuestras lúrias con los del Pilarito?, recuerdos, recuerdos… la charla se fue animando y me vino a la memoria cuando Cantero se calló de la Alcazailla y se hizo una pitera en la cabeza que cabía una culebrilla o un cristaleño, el día de las cruces…, y lo bien que lo pasábamos a pesar de las carencias, jugando a la villarda, o a los bolindres, tratando de cazar algún gorriato con el tirador o lo torpe que era yo jugando a piola.
Le comenté la restauración que habían hecho en la iglesia de Santa Ana y quedamos aquella tarde para pedir la llave y ver el interior, yo ya la había visto terminada y no le quise dar mí opinión hasta que el no la viese, me dijo al despedirse, bueno Candelario, ¿subiremos a la torre para ver si hay nidos de gorriatos o de palomas?, le sonreí y nos despedimos.
Por la tarde, puntualmente me estaba esperando en los soportales, la primera impresión que me transmitió fue de decepción, ¿Qué han hecho con los escalones?, me comentó, yo simplemente le respondí, cosas de los de patrimonio, abrimos la pesada puerta con la llave de cuarto de kilo y la segunda decepción, ¿Qué pinta esta cristalera para entrar, parece la entrada de un bar?, cosas de los de patrimonio le respondí, el interior decepcionante, nos han secuestrado nuestros recuerdos, me dijo, habían desaparecido los bancos, el altar, los cuadros y todo lo que recordábamos, a esto no lo supe responder, no sabia donde habían ido, se quedó pensativo y me dijo, bueno al menos el suelo está limpio aun no siendo el más apropiado.
Salimos y nos sentamos en un poyo, seguimos con nuestros recuerdos, según hablábamos, a mí se me venían imágenes de la Velá y de las travesuras con muchos amigos, Rafa Nieto, José Parra, El Mosco, El Tortolo, Cantero y su hermana Julia, Manolo el de La Mora (Q.P.D.), Bautista, los Gazpachitos y tantos otros a los que nos arrancaron de las calles y la plazas del barrio Santana.
Nos vimos varias veces más en esos días, me dijo que había leído los pensamientos lúdicos en la página del pueblo y que sería bueno que escribiera algo sobre nuestra niñez y vivencias Santaneras, yo le prometí que lo haría, han pasado varios meses y había dejado aparcado un poco este tema, pero he recibido un correo de Rafa Nieto y me he puesto a escribir.
Leyendo el correo, nuevamente aforan recuerdos de nuestra niñez, cuando quedábamos en la puerta del cuartel viejo para ir a la escuela por la calle Costalero (antes General Mola), y que nosotros conocíamos por la calle de la chicharra, la mayoría íbamos a la escuela de Dña. Paquita (escuela de los cagones) y después a las de D. Francisco Oliva, D. Francisco Maltrana y otras, siempre llegábamos tarde, pues nos quedábamos jugando a los bolindres entre las piedras de la citada calle, no hacía falta que nos acompañaran nuestros padres, me comenta, añora la libertad que disfrutábamos en aquella época y el respeto que le teníamos a nuestros maestros, si te daban algún capón, que te lo daban y más de uno, no se lo podíamos contar a nuestro padre, él sin preguntar el motivo, nos daba otro o se quitaba la correa, por no hablar de las piteras que nos hacían en la cabeza con un lápiz afilado en la escuela de los cagones, o como repartían la mayoría de los maestros con las reglas y las varitas de olivo, ni lo de antes ni lo de ahora, pienso.
Igualmente me comenta que si me acuerdo cuando hicieron las acometidas en la plaza de Santa Ana y empezaron a salir huesos cerca de la pared de la iglesia, pues claro que me acuerdo Rafa, una noche cogimos una calavera y varios huesos más para junto con un trozo de sábanas hacer “una pantasma”, recuerdo que nos vio el de las vacas que vivía al principio de los escaloncitos, se le dijo a nuestros padres y cobramos por descontado, fue una idea de Manolo El Tortolo que era el de las malas ideas.
Bueno termino, si algún otro Santanero se pone en contacto conmigo, seguiremos recordando, claro que nuestros hijos nos dirán que nos parecemos al “Abuelo Cebolleta”, hablando del pasado…

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