Yo tenía entonces unos quince años y estoy paseando en el Palacio junto a la que después fue mi cuñada Jacoba y mi sobrina Pura.
Algunos domingos por la tarde después de salir del trabajo que teníamos de sirvienta nos poníamos el vestido más bonito, porque no teníamos otro, y dábamos vueltas por el lado izquierdo del paseo que era el de los pobres, hasta que encontré el muchacho que me gustaba y quise con toda mi alma.
Por esos años empezó en mi vida de todo, vivencias buenas y malas. El era un hombre bueno y trabajador, pero como todos saben bebía mucho.
Diecisiete años de novio, por fin nos casamos, siempre peleando pero yo lo quería y no podía dejarlo. Tuvimos dos hijos.
El trabajaba en el campo, iba a pescar los peces y las ranas, que luego yo vendía. Eso era lo que más le gustaba, pero nunca faltó un trozo de pan para mis hijos.
Yo pasé mucho antes con la bebida y después con la desgracia que dios le mandó. Diez años sin poder hablar y como todos saben se quedó paralítico en una silla, tres años sin poder moverse, hasta que dios quiso llevárselo a mejor vida, pero aunque estuviera todos los días borracho, desearía tenerlo a mi lado y no estaría tan sola en la vida.
Ese hombre era Blanco Pérez.
En fin, esta es mi historia y algo más que no cabe para contarlo todo.
Algunos domingos por la tarde después de salir del trabajo que teníamos de sirvienta nos poníamos el vestido más bonito, porque no teníamos otro, y dábamos vueltas por el lado izquierdo del paseo que era el de los pobres, hasta que encontré el muchacho que me gustaba y quise con toda mi alma.
Por esos años empezó en mi vida de todo, vivencias buenas y malas. El era un hombre bueno y trabajador, pero como todos saben bebía mucho.
Diecisiete años de novio, por fin nos casamos, siempre peleando pero yo lo quería y no podía dejarlo. Tuvimos dos hijos.
El trabajaba en el campo, iba a pescar los peces y las ranas, que luego yo vendía. Eso era lo que más le gustaba, pero nunca faltó un trozo de pan para mis hijos.
Yo pasé mucho antes con la bebida y después con la desgracia que dios le mandó. Diez años sin poder hablar y como todos saben se quedó paralítico en una silla, tres años sin poder moverse, hasta que dios quiso llevárselo a mejor vida, pero aunque estuviera todos los días borracho, desearía tenerlo a mi lado y no estaría tan sola en la vida.
Ese hombre era Blanco Pérez.
En fin, esta es mi historia y algo más que no cabe para contarlo todo.
Esta fotografía esta echada en el mercado de abasto, en la iglesia de San Sebastián, anteriormente estaba justo enfrente, en la explanada donde está la churrería, este espacio estaba techado.
Recuerdo cuando quitaron las campanas, una se cayó haciendo un gran socavón en el suelo. Esta iglesia llevaba cerrada mucho tiempo, la compró el ayuntamiento y tuvieron que quitar la torre para poder albergar al mercado de abasto.
En la fotografía y de derecha a izquierda aparecen: Pepe Rivero, vendedor de leche, era un hombre muy agradable, nos daba caramelo cuando íbamos por la leche para hacer los helados.
Luego aparece José “El Chasquito”, tenía una carnicería, que continúa en el sitio y que llevan sus hijos.
Manuela la de “La Berza”, mi madre, tenía un puesto de frutas y verduras.
Carmela, era mocita, estaba soltera recuerdo cuando se casó con Pepito Parrón, el mancebo de la farmacia. Vendía pan.
A su lado está Angelita, la hija de Pepe “El Chasquito”, ella estaba en la carnicería con su padre.
Por último aparece Rolinde también vendedora de pan.
Por aquel tiempo yo podría tener unos trece años, recuerdo que iba con mi madre a comprar la verdura y las frutas a las huertas del pueblo.
Yo estaba en la escuela y mi madre venía a por mí para que le ayudara con las verduras.
También iba por las calles vendiendo naranjas y espárragos, lo hacía después de salir de la escuela.
Mi madre salía muy temprano a preparar el puesto y a nosotros nos cuidaba Josefa Vega, una señora que recogió mi madre. Esta mujer vivía en Sevilla estaba sirviendo en una casa y cuando estalló la guerra se vino a Guadalcanal huyendo, como no tenía familia en el pueblo y mi madre tenía muchos hijos pequeños le interesó que se quedara con nosotros, la quisimos como si fuera nuestra abuela, murió con noventa años en nuestra casa.
Recuerdo cuando quitaron las campanas, una se cayó haciendo un gran socavón en el suelo. Esta iglesia llevaba cerrada mucho tiempo, la compró el ayuntamiento y tuvieron que quitar la torre para poder albergar al mercado de abasto.
En la fotografía y de derecha a izquierda aparecen: Pepe Rivero, vendedor de leche, era un hombre muy agradable, nos daba caramelo cuando íbamos por la leche para hacer los helados.
Luego aparece José “El Chasquito”, tenía una carnicería, que continúa en el sitio y que llevan sus hijos.
Manuela la de “La Berza”, mi madre, tenía un puesto de frutas y verduras.
Carmela, era mocita, estaba soltera recuerdo cuando se casó con Pepito Parrón, el mancebo de la farmacia. Vendía pan.
A su lado está Angelita, la hija de Pepe “El Chasquito”, ella estaba en la carnicería con su padre.
Por último aparece Rolinde también vendedora de pan.
Por aquel tiempo yo podría tener unos trece años, recuerdo que iba con mi madre a comprar la verdura y las frutas a las huertas del pueblo.
Yo estaba en la escuela y mi madre venía a por mí para que le ayudara con las verduras.
También iba por las calles vendiendo naranjas y espárragos, lo hacía después de salir de la escuela.
Mi madre salía muy temprano a preparar el puesto y a nosotros nos cuidaba Josefa Vega, una señora que recogió mi madre. Esta mujer vivía en Sevilla estaba sirviendo en una casa y cuando estalló la guerra se vino a Guadalcanal huyendo, como no tenía familia en el pueblo y mi madre tenía muchos hijos pequeños le interesó que se quedara con nosotros, la quisimos como si fuera nuestra abuela, murió con noventa años en nuestra casa.
Aquí podría yo tener unos ocho años. Nos echamos la foto para el libro de la familia numerosa. Fue la última vez que mi padre estuvo con nosotros.
En aquel entonces vivíamos en la estación. Se llamaba y se llama “La Fundición”, mi padre se vino al pueblo alquilando una casa y a nosotros nos abandonó, llevándose a los tres mayores para ponerlos a trabajar sin darle ni tan siquiera un céntimo.
A nosotros nos daba 10 pesetas, que le dejaba en una taberna de la calle Sevilla, donde mi madre iba a recogerlo todos los días.
Mi padre trabajaba de cosario y estraperlista no perdió el contacto con nosotros porque lo ayudábamos a bajar los paquetes desde la estación al pueblo.
Mi madre vivía muy bien, en los primeros años de casada antes de la guerra, tenía incluso tres criadas, pero todo cambió cuando mi padre se fue a la guerra, dejándola con ocho hijos y embarazada de tres meses, sin un sustento.
Cuando acabó la guerra ni hermana ya tenía seis años, posteriormente cayó mi madre enferma y yo le ponía las ventosas para el dolor, pues era lo único que había.
Mi padre le dejó en el bar veinte duros para que fuera al hospital, Se cayó a la entrada, los médicos la recogieron y cuando al día siguiente fue un familiar a verla, no la encontró, aún seguimos sin encontrarla.
A los trece años y doce días antes de la feria, lloré por no estar en esa fiesta, mi padre me llevó a Sevilla a trabajar en una casa, La Casa Carrera, al mes me tuve que venir porque me encontraba sola, muy sola.
A los quince años me volvió a llevar otra vez a Sevilla, en el tren yo le pregunté: -Papá, cuantos años tengo. Y él me contestó: - tienes que decir que tienes veinte.
En esa casa estuve cuatro años. Me daban quince días de permiso y me venía al pueblo a casa de una hermana mía.
A los dos años de venir me eché novio, ésta era la única sonrisa que tenía. El me trajo a su casa, allí estuve cinco años, pasando mis penas también.
Seguidamente me casé y seguí con mi suegra, tenía ya una hija y embarazada de la otra cuando empecé a trabajar en el mercado de abastos como vendedora.
Compraba conejos y los vendía, también vendía aceite, leche y todo lo que se encartara. Así estuve treinta y un años. A partir de ahí mi vida se tranquilizó y tranquila vivo desde entonces.
En aquel entonces vivíamos en la estación. Se llamaba y se llama “La Fundición”, mi padre se vino al pueblo alquilando una casa y a nosotros nos abandonó, llevándose a los tres mayores para ponerlos a trabajar sin darle ni tan siquiera un céntimo.
A nosotros nos daba 10 pesetas, que le dejaba en una taberna de la calle Sevilla, donde mi madre iba a recogerlo todos los días.
Mi padre trabajaba de cosario y estraperlista no perdió el contacto con nosotros porque lo ayudábamos a bajar los paquetes desde la estación al pueblo.
Mi madre vivía muy bien, en los primeros años de casada antes de la guerra, tenía incluso tres criadas, pero todo cambió cuando mi padre se fue a la guerra, dejándola con ocho hijos y embarazada de tres meses, sin un sustento.
Cuando acabó la guerra ni hermana ya tenía seis años, posteriormente cayó mi madre enferma y yo le ponía las ventosas para el dolor, pues era lo único que había.
Mi padre le dejó en el bar veinte duros para que fuera al hospital, Se cayó a la entrada, los médicos la recogieron y cuando al día siguiente fue un familiar a verla, no la encontró, aún seguimos sin encontrarla.
A los trece años y doce días antes de la feria, lloré por no estar en esa fiesta, mi padre me llevó a Sevilla a trabajar en una casa, La Casa Carrera, al mes me tuve que venir porque me encontraba sola, muy sola.
A los quince años me volvió a llevar otra vez a Sevilla, en el tren yo le pregunté: -Papá, cuantos años tengo. Y él me contestó: - tienes que decir que tienes veinte.
En esa casa estuve cuatro años. Me daban quince días de permiso y me venía al pueblo a casa de una hermana mía.
A los dos años de venir me eché novio, ésta era la única sonrisa que tenía. El me trajo a su casa, allí estuve cinco años, pasando mis penas también.
Seguidamente me casé y seguí con mi suegra, tenía ya una hija y embarazada de la otra cuando empecé a trabajar en el mercado de abastos como vendedora.
Compraba conejos y los vendía, también vendía aceite, leche y todo lo que se encartara. Así estuve treinta y un años. A partir de ahí mi vida se tranquilizó y tranquila vivo desde entonces.
Soy hija de Juan Cote, y en el comentario de la foto no estoy de acuerdo, porque ahi estan los 9 hermanos que eran. Y tampoco conocia la historia de Carmen, puesto que yo conoci a otra Carmen entonces.
ResponderEliminar¿Qué Carmen he conocido yo? Espero respuesta
Perdón, pero el comentario estaba cambiado en el soporte que me facilitaron y no correspondia a la foto, ya está corregido.
ResponderEliminarRafael Spínola
rafacandelariorepisa@gmail.com
soy la del comentario anterior y ahora si esta bien la historia y gracias
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