DE NIÑOS Y MUÑECOS, DE FRÍO Y SOLEDAD
Ya nos hemos merendado la llamada fiesta de Pascua y, con ella, nos hemos zampado los turrones y los vinos caros y las gambas y los champanes al precio del establecimiento de turno, todo esto sin mirar y sin rechistar, que para eso estábamos en Navidad, y también nos hemos saludado con los vecinos del tercero, esos que nos están dando el coñazo con el chucho todos los domingos a las nueve de la mañana, pero bueno, para eso estábamos en Navidad, y nos hemos ido a comprar el “pompero”, esa cosa cilíndrica de plástico de la que se extrae un arito luego se sopla delicadamente y salen pompas por el aro, y al comprarlo, al hacer nuestra solidaria inversión, nos han comunicado que parte de ella irá destinada a comprarle un muñeco a un niño muerto de hambre y de frío, nos han dicho que nuestra inversión en metálico irá destinada a esas zonas del planeta donde están instaladas y arraigadas la hambruna, la soledad, la insolidaridad, el desasosiego, el olvido y todos aquellos adjetivos que, a los que habitamos en la zona que maneja el dinero y el bienestar, nos suena como el ruido de las olas cuando chocan contra la piedra, nos suena a un sonido sordo y lejano, pero bueno, para eso estábamos en Navidad, y le llegará a un niño africano, venezolano, colombiano, argentino, indio y tantos y tantos, y nosotros tan felices con nuestra colaboración, y nuestros gobiernos tan felices con su gestión y nadie moverá ficha para desinflar el globo de hambruna que mata de hambre y de sed, física y síquica, a tantos y tantos pequeños hombrecitos, y el muñeco, de trapo o de plástico, le llegará o no le llegará a nuestro niño, si le llega, cuando accione el botón de marcha el muñequito le dirá “Hola”, y el niño lo tomará entre sus manitas desmayadas y frías y sucias, lo tomará entre sus manitas llenas de llagas infectas porque en su chabola no dispone de agua potable para nada, no tiene agua para lavar el muñequito, no tiene agua para lavarse sus llagas, no tienen agua sus abuelitos, ni sus padres, ni sus cuatro hermanos, y cuando pase un ratito corto de tiempo, tirará el muñeco al suelo, lo tirará porque sus débiles y desnutridas manitas no pueden soportar el peso del muñeco, y cuando caiga la noche sobre la chabola, llegará otra vez el frío y el hambre y la tos enfermiza, pero para eso es Navidad, para que la gente pase frío, nosotros, entretanto, con nuestros gobiernos elegidos democráticamente, seguiremos este ritmo endiablado de insolidaridad con esos pequeños hombres y mujercitas, nosotros y nuestros gobiernos seguiremos cortando el cordón vital que nos une a ellos, el cordón de la solidaridad.
JULIO MARTÍN GARZÓN
Ya nos hemos merendado la llamada fiesta de Pascua y, con ella, nos hemos zampado los turrones y los vinos caros y las gambas y los champanes al precio del establecimiento de turno, todo esto sin mirar y sin rechistar, que para eso estábamos en Navidad, y también nos hemos saludado con los vecinos del tercero, esos que nos están dando el coñazo con el chucho todos los domingos a las nueve de la mañana, pero bueno, para eso estábamos en Navidad, y nos hemos ido a comprar el “pompero”, esa cosa cilíndrica de plástico de la que se extrae un arito luego se sopla delicadamente y salen pompas por el aro, y al comprarlo, al hacer nuestra solidaria inversión, nos han comunicado que parte de ella irá destinada a comprarle un muñeco a un niño muerto de hambre y de frío, nos han dicho que nuestra inversión en metálico irá destinada a esas zonas del planeta donde están instaladas y arraigadas la hambruna, la soledad, la insolidaridad, el desasosiego, el olvido y todos aquellos adjetivos que, a los que habitamos en la zona que maneja el dinero y el bienestar, nos suena como el ruido de las olas cuando chocan contra la piedra, nos suena a un sonido sordo y lejano, pero bueno, para eso estábamos en Navidad, y le llegará a un niño africano, venezolano, colombiano, argentino, indio y tantos y tantos, y nosotros tan felices con nuestra colaboración, y nuestros gobiernos tan felices con su gestión y nadie moverá ficha para desinflar el globo de hambruna que mata de hambre y de sed, física y síquica, a tantos y tantos pequeños hombrecitos, y el muñeco, de trapo o de plástico, le llegará o no le llegará a nuestro niño, si le llega, cuando accione el botón de marcha el muñequito le dirá “Hola”, y el niño lo tomará entre sus manitas desmayadas y frías y sucias, lo tomará entre sus manitas llenas de llagas infectas porque en su chabola no dispone de agua potable para nada, no tiene agua para lavar el muñequito, no tiene agua para lavarse sus llagas, no tienen agua sus abuelitos, ni sus padres, ni sus cuatro hermanos, y cuando pase un ratito corto de tiempo, tirará el muñeco al suelo, lo tirará porque sus débiles y desnutridas manitas no pueden soportar el peso del muñeco, y cuando caiga la noche sobre la chabola, llegará otra vez el frío y el hambre y la tos enfermiza, pero para eso es Navidad, para que la gente pase frío, nosotros, entretanto, con nuestros gobiernos elegidos democráticamente, seguiremos este ritmo endiablado de insolidaridad con esos pequeños hombres y mujercitas, nosotros y nuestros gobiernos seguiremos cortando el cordón vital que nos une a ellos, el cordón de la solidaridad.
JULIO MARTÍN GARZÓN
Que triste Julio, que razon tienes que mal se hacen las cosas.
ResponderEliminar