3. Convento de San José de la Penitencia (Santa Clara).
Durante los siglos XVI y XVII se produjo en Guadalcanal una fuerte corriente de emigración a Indias, que tuvo fuertes repercusiones en vida religiosa. Los vecinos de Guadalcanal, una vez acomodados en el Nuevo Mundo, enviaban limosnas y donaciones para fundaciones capellanías, hospitales y conventos en su villa natal.
Una de estas fundaciones fue promovida por Jerónimo González Alanís, quien en su testamento otorgado en 1582 en la ciudad de Plata en el Perú disponía 30.000 pesos de plata para la fundación de un convento de monjas de Santa Clara, una capellanía y un pósito, lo que fue llevado a la práctica en su nombre por Fray Antonio Delgado (Guardián de San Francisco), Fray Diego de Espinosa (Padre Provincial) y Catalina López (hermana del fundador), por escritura otorgada en Madrid el 4 de mayo de 1591, entrando las primeras religiosas el 28 de abril de 1593 (6).
Fray Juan Benítez se muestra en su informe muy parco en noticia sobre el convento. En lo referente a la fundación, su relato resulta muy pobre y escueto en comparación con lo que nos cuenta la crónica de Fray Andrés de Guadalupe, pues sólo alude al fundador y su hermana, fecha de entrada de las religiosas en el convento, procedente de Belvis, (Cáceres), y la primera abadesa, en todo lo cual coincide con la cita crónica. En cuanto a la comunidad, señala que en 1646 estaba compuesta por veintisiete monjas y tres donadas (mujeres que, sin ser monjas, vivían retiradas en el convento), siendo abadesa la Madre Francisca de la Encarnación.
Su breve reseña del convento de San José concluye con la mención de algunas religiosas ilustres por sus vidas ejemplares y virtuosas: Madre San Ildefonso, natural de la localidad; la Madre Leonor de San Bernardo, de la cual cuenta el hecho milagroso de que "en su tierna edad, yendo a la iglesia de Santa Clara, iba delante de ella Cristo Redentor Nuestro con una cruz en los hombros, lo cual vio con los ojos corpoles, de donde nació afecto para ser religiosa"; y las Madres Catalina San José, Antonia de la Trinidad y Francisca de San Agustín.
4. Convento de la Purísima Concepción.
En la fundación de este convento, de franciscanas concepcionistas, también encontramos implicado a otro indiano, Álvaro de Castilla y Ramos, quien por su testamento, otorgado en Guanajuato el 17 de septiembre de 1614, establecía la fundación de un convento de Religiosas de la Concepción, señalándoles 500 ducados de renta (7).
En su informe, Fray Juan Benítez, aparte de citar a Don Álvaro de Castilla y su mujer Doña María de Loja como fundadores, señala como fecha efectiva de fundación el 14 de agosto de 1624, día en el que entran las religiosas fundadoras, procedentes del convento de la Concepción de Mérida y de las que nos aporta sus nombres: Doña Leonor del Espíritu Santo, Doña Inés de San Gregorio, Doña Olalla de Santiago y Doña Juana Moreno, esta última primera abadesa. En 1646 la comunidad está compuesta por diecinueve religiosas y dos donadas, siendo abadesa la Madre María de San Juan Evangelista. El Patrono del Convento era Don Rodrigo de Castilla. Durante el año la comunidad celebra diversos ejercicios espirituales, con "mucha virtud, oración y mortificación".
5. Convento del Espíritu Santo.
La fundación del convento del Espíritu Santo en torno a 1612 por parte de otro hijo de Guadalcanal, Don Alonso González de la Pava, enriquecido en Potosí, es un hecho bien conocido y estudiado (8), por lo que no vamos a entrar en sus pormenores.
Fray Juan Benítez alude a su fundador y señala que el 14 de junio de 1627 entraron en él las religiosas fundadoras, que eran las Madres Catalina de la Asunción (primera abadesa), María de Santa Ana, ambas procedentes del convento de San José de la propia localidad, y Leonor María de San José, del convento de Santa Clara de Alanís.
En 1646 sigue desempeñando el cargo de abadesa la Madre Catalina de la Asunción, componiéndose la comunidad, "de señalada virtud y que frecuenta mucho los santos sacramentos de la penitencia y eucaristía cotidianos", por veintidós religiosas y dos donadas.
6. La Orden Tercera de San Francisco en Guadalcanal.
El último punto tratado por este informe de 1646 es la Orden Tercera de San Francisco. En la historia de la iglesia, las Ordenes Terceras son unas asociaciones piadosas, afiliadas a una orden religiosa-franciscanos, dominicos, carmelitas, etc., formadas por laicos pero que participan de la espiritualidad de la Orden en cuestión. Sus miembros buscan la perfección espiritual siguiendo las Reglas de la Orden, aunque sin enunciar a su vida seglar.
De este modo, existe una Orden Tercera de San Francisco, una Orden Tercera del Carmen, etc. La Orden Tercera Franciscana fue fundada por San Francisco de Asís en 1209 y aprobada por Roma en 1230.
En el caso de Guadalcanal, Fray Juan Benítez señala que la Orden Tercera fue fundada en el año 1621. En años posteriores se fundó el localidades vecinas, como Azuaga, Berlanga, Valverde y Ahillones. Su miembros eran "la gente más principal, eclesiástica y seglar", habiendo hermanos "de ejemplares vidas, en penitencia muy austera" y comunión diaria. Los cultos de esta Orden Tercera se practicaban en la iglesia de convento de La Piedad, rezándose todos los domingos "la corona de Nuestra Señora", consistente en siete de los Misterios del Rosario y realizando algunos ejercicios de penitencia y actos de caridad con los pobres. El número de hermanos ascendía a unos setecientos, entre ellos treinta ocho clérigos.
Entre los miembros ilustres de esta Orden Tercera, Fray Juan Benítez destaca a dos: Don Enrique Enríquez, fundador del convento de La Piedad, en cuyo archivo se conservaba su testamento, y Diego de Ortega Bondéjar, natural de Guadalcanal, "varón muy penitente y de particulares virtudes", de quien nos refiere algunos hechos prodigiosos, muy en sintonía con el gusto por lo milagroso y sobrenatural tan propio de 1a mentalidad barroca:
"Que antes de su fallecimiento le dio a su mujer el día en que había de morir, y que aquella enfermedad que tenía era la última. El cual no consintió en la enfermedad última, que era grave, le desnudasen. Y después de muerto, quitándole el vestido le hallaron un silicio asperísimo, que le cogía todo el cuerpo, incorporado con la carne".
NOTAS.-
6, MUÑOZ TORRADO, Antonio: El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de Guadalcanal: notas históricas. Sevilla, 1918, Pág. 22; GUADALUPE, Fray Andrés de: Op cit, págs. 612 - 6 13.
7. MUNOZ TORRADO, Antonio: Op. cit., pág. 23.
8. Ibídem, págs. 23 - 24; MENSAQUE URBANO, Julia: "El mecenazgo artístico del indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal", en Andalucía y América en el siglo XVII Actas de las III Jornadas de Andalucía y América. Sevilla, 1985. Vol. págs. 59 - 79.
SALVADOR HERNANDEZ GONZALEZ
Licenciado en Historia del Arte
Revista de Guadalcanal 1998
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