By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 28 de enero de 2015

Adelardo López de Ayala, amores y desventuras y 2

Carmen de Ortega y de Castilla
Amores que marcaron el rumbo de su vida e ignorados en su biografía.

Segunda  parte
 Amores que le acompañaron desde que llegó a la corte, recomendado al conde de San Luis, desde el pueblo de Guadalcanal, hasta que muriera, ya en la cima de todas sus actividades. Amores que fueron marcando las veleidades políticas que le llevaron a ser ministro, con el último Gobierno de Isabel II, con el provisional y con el primero de la Restauración.
Pese al chabacanismo, más justamente diríamos que sus frecuentes "cambios de casaca", obedecieron al odio a la presunta suegra, tía suya y madre de su adorada.
Era ésta su prima Carmen de Ortega y de Castilla, natural de Osuna, que poseía una extraordinaria belleza y un espíritu impregnado de las esencias románticas que ambientaban la época de aquella España sórdida de comienzos del siglo XIX.
El lirismo exaltado del poeta, que cirteramente enviaba sonetos y madrigales al corazón de su prima, prendieron en la romántica damisela la llama de un fogoso cariño, al que salió al paso desde los primeros aleteos el egoísmo materno, con dura oposición.
Se le prohibió al poeta la entrada en casa de su tía, y fue entonces cuando Adelardo, que únicamente soñara con ambición en glorias literarias, pensó en herir, vengativo, las ideas inquebrantablemente leales de su tía a la Reina—a "mi Reina" —, como decía la madre de Carmen, azafata de la Corte.
Y a partir de este momento sobreviene una larga serie de incidentes. El obstinado galán persigue a su dama por todas partes: ya en salones y en teatros, como en el Prado o en los baños de Alzola, a los que fuera a medicinarse la grave señora, que en guardia cerrada contra el que llama desdeñosamente "bohemio, botarate y escritorzucho", no permite que entre los enamorados se crucen más que miradas o algún papelito entregado por discretos intermediarios.
Pero en el corazón de López de Ayala va ganando el coraje, y entre vasos de ajenjo conspira contra el trono en alguna taberna de Moresias. Y el poeta siempre con el pensamiento en su Carmen, va saltando del partido moderado a la Unión Liberal, acaudillada por O'Donnel, y más tarde, a redactar el manifiesto firmado un 19 de septiembre por los generales duque de la Torre, Prim, Dulce, Serrano, Nouvilas. Primo de Rivera, Caballero de Rodas y Topete.
Carmen, ya azafata también, ve cómo su madre va a morir, y piensa con horror en su soledad. Adelardo continúa amándola; pero ella está seriamente ofendida en su orgullo de mujer enamorada, por las relaciones que se han hecho públicas, del autor de "Consuelo" con una notable primera actriz. Y Carmen se casa con el caballeroso coronel de Infantería D. José de Soroa; pero aunque fidelísima esposa, aún envía a Adelardo, anónimamente, recortes de periódicos, en que se dice que el tabaco, unido al ajenjo, produce la muerte.
Y Adelardo contesta al anónimo envío con sonetos maravillosos, en los que asegura que su muerte tiene la raíz en el corazón de Carmen. 
Anuncio de la revista

Así pasan los años. Ya Adelardo es presidente del Congreso, y Carmen, que conserva toda su lozana belleza, ha enviudado.
Pero... el poeta ha muerto. Ya no queda más que el hombre de Estado y visita a su prima con frecuencia, para hablarle de su tertulia política y de su tos, Carmen llora... Ha llegado el otoño. 


Odas a sus amadas

A Carmen

Nací, soberbio en miserable cuna;
volé al combate y alcancé renombre:
mí salvaje valor y mí fortuna
me hicieron luego despreciar al hombre.
El ronco son de la batalla hírvíente,
el bosque solitario con su calma,
ni un pensamiento levantó en mi mente
ni un sentimiento despertó en el alma.
Tú solamente, Carmen, vida mía,
tú, como Dios que arranca con su mano
agua sin fin del pedernal que toca,
sacaste amor y sentimiento humano
de este desierto corazón de roca.


Dos madrigales en uno

Yo a Enriqueta le diría
que su gracia me subyuga,
que me encanta su talento,
y hasta su nombre me gusta...
Mas temo que Margarita,
al escucharme, presuma
que la agravio, y el respeto
me deja la lengua muda.
Yo también a Margarita,
en más feliz coyuntura,
de sus muchas perfecciones
pudiera elogiarle algunas...
Pero temo que Enriqueta
me diga con faz adusta,
que requiebros duplicados
no tienen gracia ninguna.
Niñas: ¿queréis que un momento,
para hablaros, os desuna?
Dos tórtolas en un árbol
están muy bonitas juntas...;
pero, al volar, si son libres,
toman diferente ruta...
Y no es mucho mirar luego
cómo encuentra cada una
su dulce compaña, y cómo
se dan el pico y se arrullan



 
POR R. ORTEGA LISSON
La Voz Española, Editada en Manila, 25 de Julio de 1931

2 comentarios:

  1. No entiendo el sentido del término "chabacanismo" en este texto, pues supongo que significa calidad de chabacano, sin tener nada que ver con veleidades en las ideas políticas. Se puede estar cambiando de opción política sin ser chabacano.

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  2. El significado del término "chabacanismo" en el contexto en que está escrito este artículo en el año 31 del pasado siglo por Ortega Lissón en Manila, tal vez tenga otro significado, sobre todo sacado de contexto, por otra parte, te aconsejo que leas López de Ayala o el figurón político literario de Luis de Oteyza, dentro de la colección de Vidas Españolas e Hispano-Americanas del Siglo XIX Madrid, 1932, tal vez conocerás bien la vida política de López de Ayala.

    Rafael

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