By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 4 de abril de 2015

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 57

Auge y caída de la producción durante el periodo real.
La formación de los técnicos 1

Y es que el aprendizaje junto a otros mineros es la única vía de transmisión de conocimientos. No existe escuela alguna organizada de formación de especialistas —hasta la creación del Seminario de Vergara de la Sociedad Vascongada de Amigos del País no puede hablarse en España de una mínima sistematización de los estudios de minería y metalurgia— ni parece que se sintiera su necesidad antes de la segunda mitad del siglo XVI, pero mucho más XVII, en que comienzan a oírse las primeras voces en pro de su creación 24. A esta forma tradicional de transmisión de los conocimientos tecnológicos se añade desde la mitad del siglo la difusión bibliográfica a través de los tratados entonces aparecidos, que inauguran lo que será el primer gran salto adelante en la difusión de la tecnología. La segunda mitad del siglo XVI, pero mucho más el siglo XVII serán la gran época de la literatura minero metalúrgica. Antes de 1600 se publican en España dos obras relacionadas con el beneficio de minerales, una con el ensayo de metales y cinco con la destilación y la alquimia, entonces relacionada en parte con dichos conocimientos, aunque los manuscritos con cierta difusión debieron ser numerosos 25; si bien ninguna se relaciona directamente con la explotación minera, es sabido que el tratado de G. Agrícola, que tuvo una gran difusión entre los mineros centroeuropeos, fue pronto conocido aquí —vid. supra— y que el manejo de la lengua latina facultaba a algunos de los técnicos para usar de él. Algo más tarde que la aparición de la obra de Agrícola, los técnicos espálales pueden disponer ya de algunas obras publicadas por connacionales suyos; la primera en el orden cronológico es la intitulada “Los nueve libros de Re Metálica”, de Bernardo Pérez de Vargas obra fundamente de recopilación, cuyas bases fundamentales son las de Biringuccio y Agrícola, pero con algunas aportaciones originales señaladas por Bargalló; la segunda es el “Dialogo del hierro”, del médico Nicolás Monardes, que destaca fundamentalmente porque rompe abiertamente con la hipervaloración que en el terreno minero se concedía en su siglo al oro y la plata y la subsiguiente infravaloración de los denominados “metales útiles”. En su exposición dialogada entre un boticario y un minero vascongado de nombre Ortuño, natural de Baquio y a quien hemos podido identificar registrando minas y poniéndolas en explotación en la zona de Sierra Morena, se puede encontrar un párrafo que resulta insólito entre los hombres de su época:
“(el hierro) es el verdadero oro y plata sin el cual no podríamos vivir, ni los hombres podrían ejercitar sus artes y oficios (...) es el verdadero metal preciosísimo que sirve al mundo, de que se aprovechan los hombres en sus usos y necesidades”.
La tercera de las obras aparece en 1572 y es un tratado dirigido a los ensayadores que, por adelantarse al más famoso de Lazarus Ercker, puede considerarse la primera monográfica dedicada exclusivamente al tema: el “Quilatador de la plata, oro y piedras...” del famoso artesano Juan de Arfe y Villafane 26. El acceso real que los técnicos de minería tuvieran a las obras escritas nos es absolutamente desconocido.
Si la transmisión de las técnicas consagradas se lograba fundamentalmente de forma empírica a través del contacto directo persona a persona con aquellos que ya las dominaban y antes de fin de siglo, de forma incipiente, a través de la difusión que se lograba por medio del libro, las novedades técnicas tropezaban con un grave problema para su difusión: la falta de un mecanismo semejante a lo que es hoy un registro de propiedad de patentes o invenciones. Esta carencia llevaba a que aquellos que tenían el secreto de cualquier innovación no solo no trataran de divulgarlo, sino que más bien intentaran ocultarlo celosamente. Cuando Boteller practicaba la extracción de plata por el nuevo beneficiario del azogue, se encerraba con llave para que nadie en la mina conociera en qué consistía aquel, “porque tengo muchos secretos en ello” 27. Un principio de solución planteaba la Princesa Gobernadora en carta a D. Francisco de Mendoza de enero de 1558:
“En lo que dezis que algunas personas van a esa fabrica e con deseos de servir hacen algunos yngenios y cosas que parescen provechosas, y no es justo que otros usen de sus ,avisos e yngenios sin que ellos lleven algún prouecho dello, nos ha parescido bien, y quando alguna cosa destas se ofresciere, hareis que vengan o envien ante Nos a dar noticias de los yngenios e invenciones que hicieren (...) que Nos les mandaremos dar preuilegios para que otros no los usen sin su licencia” 28.
La decisión abre posibilidades para la investigación, fomentada esta por una paralela orden real que indicaba:
“las personas que hizieren alguna ynbengion en probecho desta fabrica, se hará relación a V.M. de lo ques, para que se les haga merced” 29.
Pero la desconfianza permanece y en 1556, Geronimo Montero, vecino de Málaga” hombre bien entendido en cosas de metal de minas”, había ensayado por encargo de un empresario de las minas de El Alosno —Huelva—, una casi inédita subvención por parte de un empresario privado, un procedimiento para beneficiar los minerales de plomo por medio de barrilla, pero no quiere descubrir su secreto si no se le concede la exclusiva de su utilización durante diez años y se le asigna una merced por anticipado. Dado que la recompensa se demora por trámites burocráticos, emigra a Inglaterra “don de hay metales convenientes para ello” 30
Los técnicos, cuya formación cultural superaba muy ampliamente a la media de los hombres de su época —eran todos alfabetos, como puede comprobarse por las numerosas informaciones testificales en que deponen y algunos, ya lo hemos dicho, manejaban con soltura la lengua latina—, poseían un bagaje de conocimientos prácticos, proporcionados por su propia experiencia o por la lectura de los pocos manuales técnico entonces existentes pero comprobables por contraste con la realidad y, junto a ellos, un conjunto de creencias de tipo teórico relacionadas con la alquimia 31, absolutamente desconectadas de su experiencia práctica, que solían transmitirse por tradición y que eran habitualmente recogidas por los manuales técnicos y por muchas otras obras de carácter científico de la época. En general, se puede decir que los mineros recurren a la experiencia hasta allí donde es posible; mas allá, entroncan con y aceptan las ideas de los alquimistas. Esto es claro, sobre todo, en sus creencias en relación con la generación y origen de los metales.
En palabras de López Piñero:
“el enfrentamiento con muchas cuestiones que llamaríamos químicas condujo a intentar fundamentar conceptualmente dicho empirismo en doctrinitas que procedían de la filosofía natural académica y de la alquimia en proporciones diversas según los casos. Solamente a partir de la centuria siguiente las variadas tendencias vigentes en estas aéreas confluyeron en la búsqueda de una base científica común y coherente que sería el origen de la química moderna” 32.

23 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 155, fol. 3.
24 Cfr. MAFFEI, E.; RUA FIGUEROA, R.: Op. cit., vol. I, p. 665, artículo sobre Fernando de Contreras, ingeniero que vivió en la segunda mitad del siglo XVII y accedió al cargo de Administrador General de Minas en 1672, proponía en un memorial dirigido al Rey en 1673 la creación de una “Escuela Real y general y común y de valde para todo viviente que quisiere sabe el minerage... en España en el Almadén, u en el pueblo de Linates, u en el nuevo azogue de la villa de Usagre, ocho leguas de Guadalcanal, u en el mismo Guadalcanal, y tanbién por mas cercaba esta escuela a las Reales Personas y su diuertimiento en el Real Retiro, porque tiene para ello pertrechos y muchos lugares ociosos... y tanbien se puede obrar en el Pardo, u en la Casa del Canpo u en Aranjuez, o Barca de Azequia, por auer en aquel pago hasta la sierra de Yeuenes muchas vetas de oro y de plata, que el suplicante ha mirado y reconocido, o se puede obrar en qualquiera de las casas de monedas de Madrid o Granada”.             
Cfr. también BARRANTES, V.: Aparato bibliográfico para la historia de Extremadura, p. 386. Todavía en las postrimerías del siglo XVIII escribia D. Jose Garces y Eguia: “antes que Alonso Barba diera por escrito las reglas de este arte (de la minería y metalurgia) y aun después que las dió, pasaban y pasaban de unos a otros tradicionalmente y su aplicación se aprendía y se aprende en la práctica. Esto es tan propio de las artes que ninguna ha tenido otros principios”        
cfr. GARCÉS Y EGUFA, J.: Nueva teorÍia y práctica minera..., p. 33. 
     
25 LÓPEZ PINERO, J. M.: Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, p. 122.
26 PÉREZ DE VARGAS, B.: De Re Metálica; MONARDES, N. B.: Diálogo del hierro; ARFE Y VILLAFAÑE, J Quilatador de la plata, oro y piedras.
27 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 52, fol. 91.
28 A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., carta del Rey a Mendoza, de 21 de enero de 1558.
29 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 317; sobre concesión de premio a unos waus en las minas de Guadix y Baza, cfr. GONZALEZ, T.: «Registro y relaci6n...> , pp. 375 y 376. en exclusividad para la invención de un ingenio de desagüe al ermitaño Fray Gabriel de Garay, en GONZÁ,LEZ, T.: Noticia histórica..., vol. I, p. 190. A.G.S. Estado,.Leg.° 151, fol., memorial de Antonio Sánchez de León, vecino de Segovia para mejorar los rendimientos del ensaye en las casas de moneda que, permitiría ahorrar, en función de la perdida, 200.000 ducados.
30 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 74, fol. 271, Montero era denuncio por el empresario de la mina de Alosno, ya que había llevado a Sevilla una cantidad importante de minería para aquel hiciese el ensaye.
31 Cfr. el muy sugestivo estudio de Mircea ELIADE: Arti del metallo e alchimía.
32 LOPEZ PINERO, J. M.: Ciencia y técnica..., p. 259.


De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

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