By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

Guadalcanal, un pueblo en la memoria 5

V.- La conquista Santiaguista

En el año 1241 es conquistada nuestra villa por los caballeros de la Orden de Santiago, institución religioso-militar que llegó a ser la más importante orden de caballería que existió en la Península Ibérica.
En 1239 celebró la citada Orden capítulo general en la ciudad de Mérida, presidido por el XV Maestre don Rodrigo Íñiguez, donde se acordó conquistar algunas plazas importantes que aún quedaban dominadas en poder de los árabes en la fortísima Extremadura.
El Maestre don Rodrigo Íñiguez mandó juntar todos los caballeros de su Orden y un gran número de gente a sueldo, salió de la ciudad de Mérida para hacer la guerra y conquistó todos los lugares y pueblos que salían a su paso, entre los que destacamos Almendralejo, Usagre y Llerena. No pudo tomar el castillo de Reina por su gran fortaleza y resistencia, por lo que decidieron poner sitio a Guadalcanal consiguiendo la rendición y entrega de la villa por su guardador el gobernador Axafat, que era caudillo de Sevilla, siendo el más importante y poderoso en la frontera de cristianos este año de 1241.
Ya con esto quedaron los musulmanes muy mermados y, viendo que en el año 1246 la villa de Carmona se rendía al ejército del Santo Rey, se fueron a ofrecerle vasallaje a los habitantes del castillo de Reina y Constantina, con lo que desapareció el poder musulmán de la nación extremeña.
Después de la conquista de Guadalcanal, quedaron algunos judíos que vivieron en el barrio de Santa Ana y en la calle de la Morería, teniendo sinagogas en el ejido (actual Paseo del Coso).
El rey San Fernando dio Guadalcanal a la Orden de Santiago e las demás tierras de la conquista e desde entonces tomó por arma un canal e dos dagas á los lados e así su escudo hoy las usa. (Carrasco, 1988).

Cuenta la tradición que una de las batallas disputadas entre moros y cristianos, cerca de Llerena, al sitio de Calera, mandaba a los caballeros de la Orden de Santiago el Gran Maestre de la Orden Pelay Pérez Correa. Peleando muchas horas sin conocerse la victoria, quedando poco tiempo de sol y siendo el día de Nuestra Señora, se encomendó el Maestre desde la montaña más alta a la Virgen María diciéndole: “SEÑORA, DETÉN TU DÍA”, y a sus ruegos se detuvo milagrosamente el sol hasta que él, con sus cristianos, quedaron vencedores. Esto sucedió el 8 de septiembre de 1247, y la batalla fue contra las tropas de Almafot.
En memoria de esta victoria, se dio nombre a un arroyo donde sucedió la batalla, “Matamoros”, y en lo alto de la montaña más alta, con 1.100 metros de altitud, mandó edificar el Maestre una iglesia bajo la advocación de “Nuestra Señora de Tentudía”, en la que está enterrado el dicho Pelay Pérez Correa, que murió el 8 de febrero de 1275.
Este Maestre intervino en la conquista de nuestra villa junto con Rodrigo Iñiguez, y, en conmemoración y recuerdo de este suceso, Guadalcanal le dedicó dos calles: Pérez Correa, hoy Ortega Valencia, y Tentudía, actualmente Dr. Antonio Porras.
Después de la toma de Guadalcanal por la Orden de Santiago, la villa fue incorporada a la vicaría de Santa María de Tentudía, dependiendo del priorato de San Marcos de León, con sede judicial en Llerena.
El 6 de junio, de 1395, el Maestre de Santiago don Lorenzo Suárez de Figueroa le concedió derecho a nuestra villa a tener vicario independiente de Tentudía, al que acudiría en apelación, privilegio que le fue confirmado varias veces, la última por Fernando VI el 28 de septiembre de 1753. Al suprimir el pontífice Pío IX las jurisdicciones exentas, quedó la villa sometida en lo eclesiástico al arzobispo hispalense.
VI.- La muralla y el castillo de la Encomienda

La fortaleza de la villa o alcázar ocupaba la actual iglesia de Santa María de la Asunción y el Paseo del Palacio; los sitios fuertes de defensa exteriores estaban situados en la fortaleza del Monforte y en el castillo de Reina, para defenderse de los continuos ataques que se producían.
Desde muy antiguo, el pueblo estuvo fortificado, rodeado de murallas, y tenía cuatro puertas: la de Llerena, donde terminan las calles Camacho (hoy López de Ayala) y Granillos; la de los Molinos, al final de la calle Luenga; la del Jurado, en el principio de la calle San Francisco, o sea, y la de Sevilla, al término de la calle Diezmo (hoy Antonio Machado).
Existía un foso denominado “la Cava” que cubría el trayecto desde la puerta del Jurado a la de Llerena, y, según hemos podido averiguar, junto a las murallas corría un arroyo en todo su recorrido.
Las referidas murallas fueron obra de los almohades. En el siglo XI se extendían desde la puerta de Llerena, por la Cava y el pilar, hasta la puerta del Jurado, continuando por la calle de las Huertas a la puerta de los Molinos, siguiendo hacia el Paseo del Palacio, Almona, calle San Sebastián, Concepción (antes Olleros), al Pozo Berrueco, para unirse a la puerta de Sevilla, que, siguiendo por la calle Juan Pérez arriba, hacia la iglesia de Santa Ana y calle del, mismo nombre, se unía con la puerta de Llerena.
Las murallas fueron derruidas en el siglo XVI por mandato de Carlos 1.
Según Aurora Ruiz, las primeras noticias de la encomienda de Guadalcanal se contienen en un documento de 1313, aunque será en 1494 cuando se hable por primera vez del “castillo”:
E después de esto visytaron la persona de don Fadrique Enriques, comendador de la dicha Guadalcanal, e la casa con su castillo declaradas en su lugar en este libro. (Ruiz,
1985: 91.)
Aunque no se sabe qué distribución tenía el castillo, sí se sabe qué remodelaciones sufrió entre 1498 y 1549. De su interior podemos decir que, una vez atravesada la muralla, nos encontrábamos con un gran corral que, a través de un zaguán, daba acceso a un patio porticado con pozo y dos corredores bajos, uno con cuatro arcos y otro con dos, en torno al cual se situaban las dependencias.
A partir de 1549 comienza una profunda remodelación de la ciudadela, convirtiendo el huerto en un palacio de nueva construcción. En la figura adjunta podemos observar la estructura interna del castillo una vez finalizada toda la obra en el año 1604 (Ruiz, 1985: 97).
El muro del castillo estaba almenado y poseía saeteras en la zona norte, donde se situaba la puerta principal. En las zonas este y oeste existían otras dos puertas de acceso. También tenía una coracha y un torreón.
Este castillo volvió a reformarse entre 1604 y 1690, cuando en el muro de la entrada principal se abrió un corredor de dieciséis arcos pequeños para comunicarlo con la iglesia de Santa María mediante una terraza.
El castillo se conservó intacto hasta 1690, pero, debido a su progresivo deterioro, el Consejo de las órdenes dispuso demoler su interior vendiéndose los materiales en pública subasta, con cuyos beneficios se compró otra vivienda principal en la calle Granillos.
Hacia 1766, solo quedaba la muralla con la arquería en los alrededores de la plaza Mayor.

Copyright.- Rafael Rodríguez Márquez 

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