El miedo es un hecho natural en el ser humano, los niños que nacen con muchas carencias, saber andar, comunicarse, etc., cuando van creciendo muestran sus temores ante los ruidos estrepitosos, la oscuridad, lo desconocido, los animales, la separación de los padres, etc. Y sobre todo, los miedos que les transmitimos los mayores, una batería de prohibiciones y miedos, si aun así no hacen caso, se les amenaza con “El Coco o El hombre del Saco”.
A partir de los seis o siete años estos miedos que les hemos inculcado aparecen mostrándoles indefensos ante el daño físico, la enfermedad, el escaso rendimiento escolar, el ridículo… En la pubertad se teme al rechazo de los compañeros, a comportarse ante los mayores, al cómo expresarse ante la primera persona que le gusta… Son temores relacionados con la autoestima y la seguridad en si mismos.
Pero el miedo también es un recurso de autoprotección, que sólo cuando es excesivo se convierte en fobia y puede hacerse patológico; entonces constituye un problema de comportamiento que altera el desarrollo psicobiológico del individuo. Los primeros canguelos que el niño recibe sorprendentemente se dan en el momento íntimo del arrullo y son suscitados por la arrulladora que los utiliza para provocar el sueño. Es un recurso más de los muchos que usa ante la impaciente labor de dormir al bebé, para ello ha creado el adulto una serie de figuras a las que evoca cuando el crío no quiere dormir o se resiste a venir el sueño, y posteriormente, cuando no quieren comer, hacer los deberes, darle un beso a algún familiar….
Hace un tiempo oí en el programa “La Rosa de los Vientos” de Onda Cero, unos pasajes de un artículo publicado en la REVISTA DE FOLKLORE de la Fundación Joaquín Díaz titulados “ EL COCO Y EL MIEDO EN EL NIÑO” sobre el perturbación que se le transmitía a los niños en épocas anteriores, debo reconocer que debido a la hora que se emite este programa, (a partir de la una de la madrugada de los sábados), no estaba prestando mucha intención, hasta que nombraron Guadalcanal y escuché con atención dos pequeños relatos.
Hace poco decidí dirigirme a la fundación para que me pasasen la transcripción exacta de estos pasajes, lamentablemente no obtuve respuesta, así que decidí dirigirme al programa y conseguí respuesta, reproduciendo estos pasajes.
El primero recogido en un trabajo titulado “Cultura popular y Folklore en el siglo XX” -Aproximación a la antropología de Andalucía- de José Antonio Vázquez Olavide, en el que describe como en cada localidad o zona de Andalucía, se le da un sentido distinto al “hombre del saco”, relacionándolo con hechos que sucedieron en un determinado memento en esa localidad o zona, y dice:
“En Guadalcanal, pueblo enclavado en la Sierra Norte Sevillana, sucedieron unos sucesos en el primer tercio del pasado siglo que cambió el sentido del hombre del saco en el bonito pueblo serrano, una tarde apareció en la calle Las Huertas de esa localidad un vecino con un saco y en su interior varios pequeños lobeznos que había encontrado en una madriguera cerca de las minas de La Herrería, aquella madrugada dice la leyenda que aparecieron dos lobos adultos en la puerta del osado paisano y sus aullidos despertaron a todos los vecinos, a partir de aquella fecha al atrevido morador se le conoció como “el hombre del saco” o “el de los lobitos”, esta historia puede ser verdad o simplemente una leyenda inventada por alguna persona interesada en salvaguardar la seguridad de aquella calle y perturbar el sueño de los niños.
Curiosamente, esta historia no me parece desconocida, ya me la contaba mi abuelo Frasco cuando yo era pequeño, vivió mucho tiempo en la calle Sevilla y tal vez si viviera me podría decir si conoció a aquel hombre y si esta leyenda era verídica.
El segundo pasaje fue escrito por el Bachiller de Osuna (*) en 1883, recopilando lo que llamó: “Cantos populares españoles”, comenta que el Coco muy utilizado para amedrentar a los niños tiene diferente adjeciones dependiendo de las zonas:
“El bú, el duende, el cancón etc., son otras tantas entidades míticas que comparten con el coco, el moro, los judíos, la mano negra, etc., la tarea es asustar a los rapaces”; en Guadalcanal (Sevilla) es el Cancón, y su letra popular es”:
…Duérmete, niño chiquito,
Mira que biene’r Cancón,
Preguntando e puerta en puerta
Cuál es er niño yorón.
(*) El Bachiller de Osuna.- Con este pseudónimo, firmaba sus escritos, don Francisco Rodríguez Marín, que nació en Osuna (Sevilla) el año 1855. Siguió la carrera de Derecho en Sevilla. Parece ser que tras haber sufrido una grave intervención quirúrgica de laringe, que le hizo perder gran parte de sus posibilidades para hablar, se dedicó al periodismo y a escribir y recopilar cuentos y tradiciones populares.
Rafael Candelario Repisa
“En Guadalcanal, pueblo enclavado en la Sierra Norte Sevillana, sucedieron unos sucesos en el primer tercio del pasado siglo que cambió el sentido del hombre del saco en el bonito pueblo serrano, una tarde apareció en la calle Las Huertas de esa localidad un vecino con un saco y en su interior varios pequeños lobeznos que había encontrado en una madriguera cerca de las minas de La Herrería, aquella madrugada dice la leyenda que aparecieron dos lobos adultos en la puerta del osado paisano y sus aullidos despertaron a todos los vecinos, a partir de aquella fecha al atrevido morador se le conoció como “el hombre del saco” o “el de los lobitos”, esta historia puede ser verdad o simplemente una leyenda inventada por alguna persona interesada en salvaguardar la seguridad de aquella calle y perturbar el sueño de los niños.
Curiosamente, esta historia no me parece desconocida, ya me la contaba mi abuelo Frasco cuando yo era pequeño, vivió mucho tiempo en la calle Sevilla y tal vez si viviera me podría decir si conoció a aquel hombre y si esta leyenda era verídica.
El segundo pasaje fue escrito por el Bachiller de Osuna (*) en 1883, recopilando lo que llamó: “Cantos populares españoles”, comenta que el Coco muy utilizado para amedrentar a los niños tiene diferente adjeciones dependiendo de las zonas:
“El bú, el duende, el cancón etc., son otras tantas entidades míticas que comparten con el coco, el moro, los judíos, la mano negra, etc., la tarea es asustar a los rapaces”; en Guadalcanal (Sevilla) es el Cancón, y su letra popular es”:
…Duérmete, niño chiquito,
Mira que biene’r Cancón,
Preguntando e puerta en puerta
Cuál es er niño yorón.
(*) El Bachiller de Osuna.- Con este pseudónimo, firmaba sus escritos, don Francisco Rodríguez Marín, que nació en Osuna (Sevilla) el año 1855. Siguió la carrera de Derecho en Sevilla. Parece ser que tras haber sufrido una grave intervención quirúrgica de laringe, que le hizo perder gran parte de sus posibilidades para hablar, se dedicó al periodismo y a escribir y recopilar cuentos y tradiciones populares.
Rafael Candelario Repisa
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