By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



jueves, 3 de marzo de 2011

INDIANOS DE GUADALCANAL 3/9


RASGOS SOCIOECONOMICOS DE LOS EMIGRANTES A INDIAS. INDIANOS DE GUADALCANAL
SUS ACTIVIDADES EN AMERICA Y SUS LEGADOS A LA METROPOLI, SIGLO XVII



RADICACIÓN Y ACTIVIDAD EN AMÉRICA.-
A lo largo del XVI los polos de atracción fundamentales para los vecinos de Guadalcanal iban a ser Nueva España y Perú. Tal tendencia viene demostrada también por el lugar de residencia de los individuos a examen: 8 en el Perú, 2 en Quito, 6 en Nueva España, 1 en Panamá y otro en el Río de la Plata.
La emigración de Guadalcanal, aunque aparece con los más diversos destinos, se centró casi en exclusiva en ambas áreas antes indicadas siendo esporádicas y excepcionales las salidas a otras regiones. Incluso encontramos distintos enclaves peruanos o mexicanos con diversos representantes de este pueblo.
En ambos bloques, peruano y novohispano, hay una curiosa similitud de actividades entre los colonos: mineros, mercaderes y tenderos en el área andina; mineros y comerciantes en Nueva España.
En su trabajo sobre los mineros y comerciantes del México Borbónico Brading analiza el fenómeno típico de emigración peninsular, preferentemente montañesa, a los centros comerciales y mineros del virreinato, atraídos por su bonanza y, sobre todo, por reclamos familiares insertándose en las élites regionales (7).
Si este es un fenómeno típico en el siglo XVIII que puede extenderse a otras áreas hispanoamericanas, por la breve muestra que ahora contamos respecto a la emigración de Guadalcanal, se puede avanzar que dicho modelo se establece en fechas y siglos anteriores como se verá a continuación.
En el trabajo anterior sobre Guadalcanal insistí en la importancia que el éxito de un familiar o paisano en Indias pudo tener en la villa para motivar la salida posterior de diferentes emigrantes más, para repetir la aventura o proseguir la fortuna del indiano venturoso.
Fama, fortuna y arraigo consiguieron en los primeros momentos de la conquista varios sujetos que irán atrayendo a familiares y paisanos. En Tierra Firme, en las expediciones de Nicuesa, Balboa y Pedrarias, Francisco González de Guadalcanal que se asentó en Panamá donde fue regidor; en Perú, Fernán González Remusgo de la Torre, regidor de Lima, tras el que aparecen varios parientes en el virreinato; también allí, Diego Gavilán, destacado en la conquista, encomendero y fundador de Huamanga, donde se asentará su linaje atrayendo a deudos y amigos, siendo tronco de la familia indiana del famoso cronista de Copacabana Alfonso Ramos Gavilán; en Quito, Rodrigo Núñez de Bonilla, conquistador, tesorero, encomendero y fundador de un destacado linaje indiano, gobernador de los Quijos como su pariente y paisano Alonso de Bastida, de similar trayectoria y fortuna; junto a ellos Pedro Martín Montanero y Juan Gutiérrez de Medina, también conquistadores y encomenderos; y en el mismo ámbito quiteño los Ortega Valencia, la familia del descubridor de la isla de Guadalcanal estos mismo linajes continúan pasando a Indias. De durante el XVI y XVII distintos miembros.
Ya he señalado el caso notorio de los Bonilla en otras Jornadas. Ahora insistiré en relaciones y vinculaciones de estos individuos en sus actividades en el Nuevo Mundo. En el área peruana se encuentran varios con actividades centradas en el comercio y la minería, con diversas conexiones y similitudes entre sí.
En Lima se asentó Cristóbal de Arcos Medina como mercader dedicado al tráfico de ropa de Castilla. En sus operaciones comerciales aparece relacionado con Benito Carranco y, Cristóbal López de la Torre, probablemente también de Guadalcanal, que aparecerán además vinculados a los hermano González de la Espada, como luego se verá. Consiguió una regular fortuna valorada en unos 10.000 pesos, parte de la cual fue a parar en mandas y obras pías a Guadalcanal. Además de sus paisanos antes mencionados, la mujer de su hermano, María Yáñez de Bastida, contaba con otros parientes en el virreinato.
Otra señora de este apellido, Mayor de Bastida, sería la beneficiaria de algunos bienes de su marido, Luis de Funes Bonilla, muerto en Lima a principios del XVII. Había pasado a Indias hacia 1570-80 y aparece al servicio de D. Alonso de Vargas, como administrador de su hacienda y recaudador de sus tributos en Arica. Allí contaba con varios paisanos y conocidos que mencionaremos más adelante y entre ellos Luis de Bastida, quien regresó más tarde a Guadalcanal. Sin hijos de su matrimonio, dejó heredero universal de sus bienes, que no parecen muy cuantiosos, a su hijo natural Francisco Funes de Bonilla.
Otro de sus parientes, Juan de Bonilla Mexía, moría poco después en Lima, sin que sepamos su ocupación aunque parece haber estado centrada en dicha capital y en Cuzco, fundando una capellanía. Otra fundaría en la misma iglesia de Santa María, su paisano Fernando Rodríguez Hidalgo, que también se había instalado en la ciudad de Los Reyes, donde murió.
Antonio del Castillo, cuyo sobrino Diego Martín Rincón disfrutaría su capellanía y la de Rodríguez Hidalgo, murió en 1553 en Huamanga, aunque sus bienes no llegaron a Sevilla hasta 1600. Tenía tienda en dicha villa y murió en la estancia de su paisano Diego Gavilán, que fue su albacea testamentario. Como Funes Bonilla dejó cinco hijos, mestizos, de diversas madres, a quienes recordaría en su testamento, no dejando descendencia legítima de su mujer. En Arica se establecieron como dueños de recuas y esclavos los hermanos Alonso y Francisco González de la Espada, quienes como Cristóbal de Arcos Medina aparecen relacionados con Cristóbal López de la Torre y Benito Carranco, tal vez pariente éste de la madre de ambos Beatriz Carranco. Otro pariente suyo había pasado al Perú (Jerónimo González de la Espada) regresando más tarde a Guadalcanal. Un hermano de éste, Pedro Martínez Pava, murió como cura de la doctrina de Cajatambo dejando como heredera de sus cortos bienes a su sobrina Ana de Bonilla, que pudo cobrarlos gracias a las diligencias de su pariente Francisco Núñez de Bonilla en Lima. Martínez Pava, como doctrinero, no consiguió la fortuna, inmensa, que había logrado su pariente Alonso González de la Pava en Potosí.
González de la Pava amasó como minero en el Cerro un importante capital que le permitió destinar 50.000 pesos de a ocho para fundar un convento en Guadalcanal, regresar a su pueblo y seguir dedicado a la actividad minera. Su sobrino, Juan González de la Pava, tal vez no contento con esta fortuna decidió probar la suya propia, marchó a América siendo desheredado por su tío.
Precisamente había sido albacea testamentario de otro de sus paisanos muerto en Potosí en 1601, el capitán Francisco de la Cava, que en su actividad mercantil logró también un buen capital, que luego benefició a sus parientes e iglesias de Guadalcanal.
En el virreinato novo hispano estos indianos aparecen también vinculados con actividades mineras y comerciales. Tal vez fuera el caso de Diego Ramos Gavilán (cuyos parientes hemos visto en Perú), y que entre otras sumas mandó a su pueblo 4.000 ducados para obras pías. Igualmente asentado en México y generoso al morir fue Antonio de Bastidas, que se hallaba en la capital virreinal junto con su hermano Cristóbal de Bonilla Bastida y relacionado con sus paisanos Hernando y Rodrigo Ramos, comerciantes y mineros del virreinato. Cristóbal llegó a ser prior del Consulado de México, lo que indica la preeminencia y fortuna lograda en 1617. (8).
En Tlaxcala murió Alonso López, dejando 3.000 pesos de plata y otros bienes para una capellanía. Otro homónimo Alonso López de la Torre se había asentado con su hermano en Taxco. Allí acudieron ante la suerte de su tío García Núñez de la Torre, uno de los primeros mineros de la zona, quien fundaría otra capellanía en Guadalcanal y dejaría por herederos de sus minas a sus sobrinos, que las siguieron explotando. Al morir Alonso López de la Torre, además de otras mandas enviadas a sus parientes, fundó una capellanía que disfrutaría su sobrino nieto Pedro Bonilla de la Torre.
Si en Taxco encontramos a los de la Torre, Bonilla y Ramos, en Guanajuato se establecieron Álvaro de Castilla Calderón y Gonzalo de Bonilla Barba, fundadores de capellanías y prósperos indianos. Álvaro de Castilla aparece como mercader y minero, al igual que su hermano Juan de Castilla, repartiendo su actividad entre México y Guanajuato, donde conocieron su prosperidad sus paisanos Diego Gutiérrez, sastre de Guadalcanal, Pedro Sánchez Holgado, Rodrigo de Ortega y Agustín de Sotomayor, que vueltos a la península propagaron su fortuna.
Finalmente Gonzalo de Bonilla Barba, llegando al virreinato después que los anteriores, repite su modelo. Se estable México y Guanajuato, dedicándose primero al comercio-ció en de menudeo, asociándose a los Castilla (Juan y Álvaro, que parecen ser los socios capitalistas), prosperando en esta actividad, pasó al arrendamiento de haciendas de minas y terminó como propietario de minas e ingenios de beneficio de metales. Aparece también vinculado en sus relaciones mercantiles y mineras a Hernán y García Ramos Caballero, mercaderes y mineros; a Cristóbal Martín Zorro, como vecino y amigo de Luis de Castilla Chávez, alguacil mayor de minas en Guanajuato siendo testigos en su testamento sus también paisanos Pedro Ramos y Alonso de Castilla. Toda una colonia de Guadalcanal en Guanajuato.

(7) Brading, D. A.: Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810). Madrid, 1975.
(8) Cartas del Consulado de México, 1617,1625 A.G.I., México, 322 y Consulados 313.

JAVIER ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE
Actas de las I Jornadas de Andalucía y América. Huelva, 1981

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